Mateo 24:6-8
“Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores.”
El comienzo de los dolores y la llegada de la alegría

En nuestro versículo para esta noche, Jesús nos dice claramente que hacia el final de los tiempos, al igual que una mujer a punto de dar a luz, los reinos de este mundo comenzarán a levantarse y a latir igual que un bebé, listos por mucho tiempo ya, en su llamado final hacia el Apocalipsis.
Esta noche, es un placer para mí decirles que entre todo el sudor y aflicción que suponen el dar a luz, está el propósito claro y bueno de Dios para la gloriosa nación de Israel, que saldrá por sí misma de entre la dama llamada historia y, con ese nacimiento de ese ulterior establecimiento y esa ulterior bendición, no sólo vendrá gran aflicción sino, con él, una aún más grande redención. Verdaderamente, como nunca antes debemos mirar hacia arriba y escuchar, pues el clarín suena ¡y nuestra redención está más cerca!
Medita: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia.” Romanos 8:19-25
Ora: Ayúdanos, oh Señor, en estos tiempos de guerras crecientes, a proclamar el Evangelio de la paz con Dios, ¡el cual se obtiene a través de la sangre derramada de Jesucristo, nuestro Señor! Amén.

No comments:
Post a Comment