Hebreos 12:1-2
“Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.”
Un golpe en la cabeza

Supongo que con esto tenemos dos cosas para meditar en esta noche:
La primera es que en ocasiones es bueno bajar la velocidad para poder hacer las cosas. ¿Qué cosas están haciendo en su vida que podrían hacerse mejor, culminarse con mayor precisión, terminarse de manera definitiva si tan sólo redujeran un poco la velocidad del proceso? El viejo adagio, esa frase del inglés antiguo de “vísteme despacio que tengo prisa”, realmente es muy cierta, ¿no?
La segunda cosa es que los viejos hábitos del pasado que solían sernos útiles para alcanzar nuestros objetivos, culminar las tareas y avanzar, sencillamente pueden estar haciéndonos más lentos en este nuevo día, en esta época distinta. Tal vez estás organizando nuevas ideas, nuevos sueños, nuevos objetivos, etc., en torno a ciertas viejas maneras de hacer las cosas, y esto bien puede, de hecho, estarte haciendo significativamente más lento. Tal vez tengas el corazón de un bólido del siglo veintiuno, incluso el diseño del último Porsche, pero francamente, ¿qué sentido tiene si le pones el motor de una cortadora de césped vieja?
Quizás en esta noche a tu mente subconsciente se le ocurra un par de inventos, unas cuantas máquinas y alguna tracción motorizada que necesiten de tu atención en los días por venir, para que o los hagas más lentos o ¡los arranques!
Así que duerman bien, amigos... tienen algo en que pensar en esta noche y mañana... ¡y quizás entonces tengan que hacer algún trabajo de ‘remodelación’ la próxima semana!
Medita: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella. Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. Hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.” Hebreos 12:11-13
Ora: Señor, enséñame en esta noche y dame la capacidad mañana de ‘des-atorar’ mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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