Hebreos 1:3
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.
Nuestro ser verdadero en el Salvador: agradablemente limpio y perfectamente rosado

La palabra ‘purificación’ la cual aparece en este versículo de Hebreos 1:3 de la manera que la he descrito, también trae consigo una comprensión de una profunda fuerza limpiadora. La palabra ‘Catarsis’ proviene de la griega ‘Katharismos’, que significa literalmente: “una purificación que trae liberación, limpieza y renovación espiritual”. ¡Purga catártica! ¡Que imagen tan aliviadora!
Ante la violencia maliciosa, ante el tormento sangriento, ante la carne rasgada entre las risas estridentes de la oscuridad, Jesús, de una vez y para siempre, ha lavado nuestros pecados. Él ha liberado a los cautivos, refrescado a los sedientos y hecho renacer a los muertos de vuelta en Su glorioso y puro Reino de la Luz. Tanto es así que nuestra posición está ahora asegurada y maravillosamente limpia por toda la eternidad. ¡Nuestra condición está ahora, simplemente, blanqueada en la tina llena de la sangre de Jesús! Además de esto, de una vez y para siempre, toda la purga catártica de nuestros pecados, la santificación y limpieza del espíritu, continúa renovada cada día, mientras que el Mismo Espíritu Santo de Dios se adentra en lo profundo de nuestros corazones y levanta lo quebrado para que seamos sanados y llevados hacia nuestra posición en Jesús, hacia nuestro ser verdadero en el Salvador, el cual está agradablemente limpio, y perfectamente rosado.
Medita: “Hay una fuente llena con sangre, tomada de las venas de Emmanuel, y los pecadores que están debajo de ella, pierden todas las manchas de su culpa.”
Ora: El malhechor se convirtió muriendo en la cruz, al ver la sangre que vertió sin culpa el buen Jesús; y allí igual yo, tan vil como él, mi pecado lavó para siempre el Señor. Mi pecado lavó para siempre el Señor ¡Jesús gracias por la cruz, gracias por la cruz, amigo Jesús! Amén.

No comments:
Post a Comment