Génesis 3:8a
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín.
Su manera de caminar

Esto es más importante de lo que nos damos cuenta. Verán, soy un hombre de palabras... las adoro. Y espero escuchar a Dios hablando en palabras; ¡incluso creo en la primacía y en el poder de la palabra proclamada! Sin embargo, Dios habla de otras maneras: en las miradas tranquilas, en los colores sutiles, en los viejos amigos, en las musas de las películas, en sonidos conocidos, y en otras tantas formas. Oh... a mi parecer, pasamos por alto mucho, de hecho demasiado, en lo que se refiere a la voz del Señor.
Estén seguros, amigos, de que la llegada particular que aparece en nuestro versículo de hoy no fue una voz, sino un sonido. La voz vino después en la forma de una búsqueda de Adán y Eva quienes avergonzados, se habían escondido. Antes de la voz, no obstante, simplemente llegó el sonido de Su llegada, y era a esa hora del día, que entre todos los otros sonidos, este sonido particular era reconocido y esperado. Lo digo otra vez, ¿conocen el sonido de su Salvador cuando camina en su jardín?
Sospecho que era la mejor forma de caminar... ya saben: descalzo, con Su espíritu, alma y cuerpo tocando la tierra desnuda. Era un toque de complicidad, una comunicación de huellas Santas; era evidencia de que Él estaba allí; era una caminata por elección, una caminata de peso que sólo la verdadera honradez trae, y al mismo tiempo era una caminata ligera... ya saben, suficiente para pisar las olas agitadas por la tormenta sin hundirse, porque este modo de caminar es Divino, mis amigos, este modo de caminar es distinto. Este modo de caminar, supongo yo, no iba acompañado de estruendos de truenos y de estallidos de rayos, tampoco había aclamaciones de trompetas que anunciaran el juicio inminente y la condena, sino que más bien era una caminata acompañada de un canto tan sutil, que estremeció las hojas reveladoras que se abrieron ante él. Quizá fue el sonido del agua tintineando, una flauta o arpa musical que pinta en nuestros corazones un arroyo que acaricia las piedras lisas, acompañado por el sonido de una profundidad distante y el murmullo débil de una cascada efusiva, gigante y poderosa. Ah, sí... El me guía al lado de aguas tranquilas...Ah, sí...llamadas profundas, para penetrar en el ruido de Tus cascadas.
Tal vez esta manera de caminar es un caminado que lleva algo dentro de sí. Porque Dios no es un invitado desagradable; Él siempre llega con algo bueno: el mejor de los panes, el más dulce de los vinos y las exquisiteces mejor seleccionadas que podamos cenar. Quizás el susurro de Su cesta para picnic también se escuche entre los árboles. Sí, Él prepara una mesa para nosotros incluso en medio de nuestros enemigos.
Con seguridad, entonces, el sonido de Dios cuando se acerca al buen jardín del alma regenerada, es el sonido de esta clase de caminar, que trae consigo el deleite musical de la comida fresca y del descanso, del consuelo y la alegría... de lo mejor. Lo mejor, lo mejor, lo verdaderamente mejor. Dime amigo, ¿lo has oído caminar últimamente por los jardines de tu espíritu?
Reflexiona: “Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos.” Sofonías 3:17
Ora: No esperaba que llegaras de esta manera, pero Señor, hoy observo y espero que el sonido de la bondad llegue a mi jardín. Amén.

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