Isaías 1:2-3
¡Oigan, cielos! ¡Escucha, tierra! Así dice el Señor: Yo crié hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!
De padres, fracasos y fórmulas
“Cada hormiga conoce la fórmula de su hormiguero, cada abeja conoce la fórmula de su colmena. Ellas la conocen desde dentro de su ser, no a nuestra manera. Sólo la humanidad no conoce su fórmula”. Fedor Dostoyevsky
Nuestro versículo de hoy pone a Dios bajo una, aparentemente, luz deficiente. Puedo hablar aquí como un simple hombre mortal y decir que, parece que a pesar de Sus esperanzas y Sus sueños, Su amoroso cuidado y Sus palabras portadoras de vida, Dios todavía tiene rebelión entre Sus manos. Enfrentémoslo, amigos, en nuestro versículo de hoy ¡Dios, aparentemente ha fallado como padre! Sin embargo, nosotros comprendemos este aparente fracaso, porque el tono y la desesperación de la última mitad del versículo de hoy, hace eco en millones de padres cristianos con hijos descarriados. Sí, muchos de nosotros reconocemos la desesperación aquí, en el clamor de Dios.
Quizá, algunos de ustedes esta mañana, al mirar los capítulos presentes de la historia de sus hijos, han tomado el sello de tinta roja de “fracaso” y lo estamparon sobre sus hijos y, especialmente, sobre su paternidad. Parecería que, en especial en las generaciones presentes, es común entre los padres verter lágrimas. Hablo como hombre, hablo como un simple mortal, pero este versículo hoy me revela que ustedes no están solos. Este versículo muestra el desconcierto y el dolor, aún en la paternidad de Dios. Sí, parecería que Dios ha fallado en Su fiel y perfecta paternidad. ¿Será esto cierto?
Vemos este versículo desde nuestros propios fracasos y, por lo tanto, desde una posición de condenación de nosotros mismos y de los otros. Por supuesto, como pecadores que somos, trayendo al mundo pecadores y luego tratando de criarlos en un mundo pecaminoso, todos fracasamos en algún punto. Fracasamos. No hay padres perfectos. Todos nosotros debemos arrepentirnos de nuestros muchos pecados parentales, nacidos tanto en las sombras del empeño como en el descuido. Bien, podríamos ahora mismo orar, “Padre Dios Infalible, perdónanos nuestros muchos, muchos fracasos”. Sin embargo, ¡Dios es perfecto! Él, a diferencia de nosotros, ¡no tiene excusa para el fracaso! Estos versículos hablan de niños que han fracasado y, si ese es el caso, Oh Señor, entonces Tú, Padre de toda perfección, has fallado en la crianza. Oh Padre Dios, ¡Sí, si tus hijos se rebelan contra Ti, entonces, seguramente, Tú has fallado como padre!
¡Por supuesto, es ridículo sugerir fracasos de Dios, porque Dios no falla como Padre! ¿Cómo podría? No, la desesperanza de este versículo es por “la fórmula olvidada” de Sus hijos. En este versículo, totalmente antropomórfico en su comunicación, Dios quiere que sepamos que Él conoce la desesperanza de los padres que oran. Él conoce el desconcierto que la rebelión trae. Amigos, ¡Dios, el Padre, conoce nuestra desesperanza por nuestros hijos descarriados quienes, en una abundancia de elecciones malas y egoístas, han olvidado la fórmula que ustedes y yo hemos colocado en ellos por años!

Reflexiona: “Por fin recapacitó y se dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” Lucas 15:17-19
Ora: Señor: Vemos nuestras propias historias. ¿Cómo es que aún ahora somos ignorantes de cosas que deberíamos saber? ¿Cómo es que aún ahora estamos tan lejos de ser los hombres y mujeres que debiéramos ser? Reconocemos nuestros propios fracasos personales, y con humildad traemos a Ti nuestro propio asno sordo y nuestros propios bueyes obstinados. Ten misericordia de ellos Padre, en tu infinita bondad. Ten misericordia de ellos, Padre bueno, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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