Tuesday, June 7, 2011

Jun | 07 | Otra mujer – otro pozo

Palabra para meditar – ELEGIR

2 Samuel 17:17-20
“Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David. Sin embargo, un joven los vio y se lo hizo saber a Absalón, así que ellos se fueron de allí enseguida. Cuando llegaron a la casa de cierto hombre en Bajurín, se metieron en un pozo que él tenía en el patio. La esposa de aquel hombre cubrió el pozo y esparció trigo sobre la tapa. De esto nadie se enteró. Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer: ¿Dónde están Jonatán y Ajimaz? —Cruzaron el río —respondió ella. Los soldados salieron en busca de ellos, pero como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.

Otra mujer – otro pozo

Estarán de acuerdo en que en nuestro versículo para esta noche, algunos aspectos son paralelos con la historia de Rahab, la cual aparece en el libro de los Jueces. Dos de los reconocidos mensajeros del rey David son divisados por el enemigo de la guerra civil y entonces buscan refugio en una casa no identificada donde son protegidos por una mujer no identificada. Cuando los soldados de Absalón, el usurpador, le hacen una pregunta directa, ella miente, los engaña y los hace desviarse de su presa. No se equivoquen con esto, esta mujer anónima, que sin querer quedó dentro de la escena central de esta guerra civil, salva a los hombres, salva lo que podría haber sucedido ese día y salva al Rey David y a su reino. Algunos podrían extrapolarlo aun más al decir que esta mujer anónima salvó la línea mesiánica, abriendo así camino para la llegada del Mesías, el Salvador del mundo. Sólo en las salas elegantes de la clase media y en los púlpitos religiosos respetables se desaprueba esta “mentira”. ¡Los hombres de David la elogiaron por estas mentiras! Los hombres de Absalón la maldijeron por ellas y murieron.

La vida es complicada. Vivir justamente es complicado, costoso y sangriento. Las decisiones que tenemos que tomar, muchas de las cuales nos son impuestas, y muchas de las cuales quisiéramos no tener que tomar, tienen implícitas consecuencias enormes. Esa mujer desconocida se levantó esa mañana para hacer algo de harina y hornear un poco de pan, y terminó salvando a Israel antes de ir a la cama. ¡Imagínense!

Vivimos esta vida cristiana en una película que ya está corriendo, una historia que se agita con furia en los muros de la eternidad, con cada cuadro arañado y raspado, tostado por el pecado de una humanidad caída y siempre con la sombra oscura del villano de bigote encerado y sombrero de copa negra, que es Satanás en persona. Nuestra sorpresa más grande al ver a esta historia desenvolverse, es encontrarnos de repente en medio de la escena, en mitad del escenario, y todo el argumento dependiente de lo que vayamos a hacer. ¡Eso es aterrador! Cuando te suceda, sin importar qué decidas hacer después, sin importar el caos, a pesar de los temores de tu corazón, siempre opta por el Rey Jesús, ¡y siempre proteje a Sus mensajeros reales!

Medita: “Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ajimaz salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David para ponerlo sobre aviso. Le dijeron: Crucen el río a toda prisa, pues Ajitofel ha aconsejado que los ataquen. Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron.” 2ª Samuel 17:21-22

Ora: Señor, cuando esté en el centro del escenario, salvando a los mensajeros y hombres del Rey, concédeme una cara inmutable y buenas mentiras. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Monday, June 6, 2011

Jun | 06 | Deshaciéndote de tu lenguaje secreto de oración

Palabra para meditar – ORAR

Lucas 18:1
“Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.”

Deshaciéndote de tu lenguaje secreto de oración


Parte de mi entrenamiento básico como joven marinero incluía el aprendizaje de la jerga naval. El hecho es que había tanto en esta jerga, desde Dhobi (lavar) hasta Conejos (regalos – legítimos o no), y tenía significados tan prolíficos que, a menos que te supieras el lenguaje no podías tener prácticamente la menor idea de qué era lo que la gente te decía. Un mundo muy cerrado llevó a un lenguaje muy específico y cerrado. ¿Me explico?

La vida de oración de los cristianos puede convertirse muy fácilmente en ese mismo mundito cerrado, y francamente, el lenguaje, especialmente el lenguaje de la oración de tales mundos cerrados es más bien aburrido, limitante, desconectado y carente de vida. De hecho, si yo fuera Dios (¡hagan inmediatamente una acción de gracias porque no lo soy!), entonces me ausentaría sin permiso de muchas reuniones cristianas de oración, o para decirlo de otra manera, si fuera Dios, preferiría “hacer otras cosas”, o “inventar una excusa” que aparecerme en una reunión de oración. El problema es que a menudo nuestro lenguaje se asemeja a nuestro corazón y al tema que estamos tratando, en que se ha convertido en nada más que una lastimosa expresión de coloquialismos cristianos cerrados, gastados, predecibles y aburridos. Bueno, alguien tenía que decirlo, porque necesitamos quebrar el molde de nuestra aburrida comunicación, y la única manera de hacerlo, es hacer que nuestra realidad personal vaya de acuerdo con la crudeza de las Escrituras.

La mayoría de los grupos cristianos tienen un lenguaje secreto de oración, es decir, un lenguaje que utilizan cuando se reúnen para orar y que está desconectado tanto de la realidad de sus vidas regulares como del lenguaje de la Escritura. Es puro coloquialismo de comunidad cristiana local, o como prefiero llamarlo, ¡tonterías aburridas! Tonterías aburridas limitantes, no-descriptivas, tambaleantes y “justificantes”. Esta clase de lenguaje secreto de oración, característico de la mentalidad cerrada del grupo con frecuencia no es el lenguaje real de nuestras vidas y entonces por fuerza está completamente desconectado de lo que verdaderamente somos. Si ese es el lenguaje de nuestras vidas, y para algunos lo es, entonces hermanos, necesitan salir un poco más del gallinero o ver más televisión. Nunca pensé que llegaría a decirlo, pero aquí va: Cuando hablen, sean ustedes mismos. Cuando oren, sean ustedes mismos… sí, abandonen los C.C.C. locales, o sea, los Coloquialismos de la Comunidad Cristiana.

La mayoría de cristianos se niegan a utilizar el lenguaje de las Escrituras. Una de las razones ha sido el uso contínuo e insistente de la versión Reina-Valera de la Biblia. Una traducción que a pesar de toda su majestad y belleza, fue no obstante creada para la corte real; estaba desconectada del lenguaje común y cuánto más aun después de varios siglos. Yo vengo del condado de Derbyshire y de niño hablaba utilizando muchas variaciones antiguas de los pronombres por lo que me siento más o menos cómodo con la traducción, pero incluso yo utilizo la Reina-Valera Revisada y la complemento abundantemente con otras traducciones diversas.

Debemos tomar una versión comprensible de las Escrituras, especialmente de los Salmos y empezar a orar con ellos en voz alta. Necesitamos sacar el texto de la página y darle vida expresándolo en nuestra propia realidad verbal. Oren los Salmos en voz alta pero por el bien de sus propias almas; por favor, asegúrense de conseguir una traducción que sea la más cercana a su propio lenguaje común, consigan algo con lo que se sientan conectados, el lenguaje de su día cotidiano, con todas sus construcciones, explicaciones y expresiones, y ese es el mismo lenguaje con el que deben orar. Desháganse del C.C.C., ese terrorífico lenguaje secreto de oración.

Medita: “El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal. Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará.” Mateo 12:35-37

Ora: La gloria de Dios está de gira por los cielos, es la obra de Dios que está en exhibición por el horizonte. La Señora Día tiene clases cada mañana, el Profesor Noche enseña cada tarde. Sus palabras no son oídas, sus voces no son grabadas, pero su silencio llena toda la tierra: una verdad sobreentendida que se dice en todas partes. Dios crea un domo gigante para el sol... ¡un superdomo! El sol de la mañana es un nuevo esposo que salta de su lecho de luna de miel. El sol que abre el día es un atleta corriendo hacia la meta. Así es como la Palabra de Dios cruza los cielos desde el amanecer hasta el atardecer, derritiendo el hielo, abrasando el desierto, calentado corazones con la fe. La revelación de Dios es plena y aquieta nuestras vidas. Los postes indicadores de Dios son claros y señalan el camino correcto. Los mapas de la vida de Dios están correctos y nos muestran el camino hacia el gozo. Las instrucciones que Dios da son claras y fáciles de ver. La fama de Dios es de 24 quilates, y viene con garantía eterna. Las decisiones de Dios son precisas al extremo. La Palabra de Dios es mejor que un diamante, mejor que un diamante entre esmeraldas. Te agradará más que las fresas en primavera, más que las fresas rojas y maduras. Aún hay más: la Palabra de Dios nos advierte del peligro y nos conduce hacia tesoros escondidos. Si no fuera así, ¿cómo encontraríamos nuestro camino? ¿O cómo sabríamos que estamos haciéndonos tontos? Haz borrón y cuenta nueva, Dios, para que podamos empezar el día con frescura. Manténme lejos de mis tontos pecados, de pensar que puedo asumir tu trabajo. Entonces podré empezar este día bañado por el sol, lavado de la suciedad del pecado. Son estas las palabras de mi boca; son estas las palabras en las que medito y oro. Acéptalas cuando las coloque delante de tu altar de la mañana, oh Dios, mi Roca y Altar, Dios, Sacerdote de mi Altar. (Salmo 19 de EL MENSAJE: La Biblia en Lenguaje Contemporáneo© 2002 de Eugene H. Peterson (título en Inglés). Todos los derechos reservados.)

Sunday, June 5, 2011

Jun | 05 | ¿Cuál es tu monumento?

Palabra para meditar – RECUERDO

Judas 1:9
“Ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición, sino que dijo: ¡Que el Señor te reprenda!’”

¿Cuál es tu monumento?

Moisés estaba solo con Dios cuando su espíritu dejó su cuerpo para pasar al reino espiritual. Antes de que el equivalente demoníaco de Burke y Hare, como un par de perros de caza aullaran para echar mano del cuerpo, fue el arcángel Miguel, quien obedeciendo a la señal de Dios, se abalanzó sobre el viejo cuerpo del hombre de Dios y se lo echó sobre su poderoso hombro derecho, y empezó a moverse en dirección hacia el lugar señalado, el lugar secreto de la sepultura. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que su obediencia expedita fuera interrumpida por el mismo Lucifer quien, agarrando el brazo que colgaba del cuerpo, hizo dar vuelta a Miguel quien se topó con su rostro enfurecido que le gritaba: “¿Y a dónde diablos crees que vas con ese viejo que me pertenece?”

Este intento de secuestro de un cadáver, terminó en una fiera disputa entre estos dos seres poderosísimos, y en lo más acalorado de esa disputa, fue Miguel quien invocó la reprensión del mismo Dios que detiene las tormentas, para que detuviera al diablo, lo hiciera retroceder y lo atara ahí mismo mientras Miguel se escapaba, armado con su pala de plata, para librar al pueblo inconstante de Israel de los restos de una posible idolatría que con toda seguridad habría surgido, como una Meca, como una Plaza Roja de Stalin en medio de las masas, ¡incluso como un reemplazo desenfrenado de Dios mismo!

De la misma extraña forma, es posible que cualquier cuerpo, especialmente los cuerpos muertos de los que alguna vez fueran poderosos e influyentes, se conviertan en objeto de una sutil idolatría.

Fue James Douglas, el cuarto Conde de Morton y recientemente elegido regente de Escocia, quien llorando sobre el cuerpo de John Knox en el cementerio de St. Giles, justamente dijo: “Aquí yace uno que no favoreció ni temió carne alguna”. Por supuesto, si ahora fuéramos a buscar esa misma tumba sobre la que se vertieron lágrimas y elogios sorprendentes, si fuéramos a buscar la tumba de este “Rufián de la Reforma”, entonces probablemente no veríamos la placa pequeñita colocada en el asfalto y señalando su ubicación actual, porque posiblemente estaría cubierta por un vehículo colocado en el estacionamiento # 44 junto a la Catedral de St. Giles. Sí, no hay nada que dé indicios de la tumba del más grande escocés que jamás haya vivido y que está escondido bajo un estacionamiento, ¿o sí?

Ahora, tal vez puedas pensar que la ausencia de un gran monumento que reconozca el lugar donde yace este gran escocés es escandalosa, pero recuerda que fue el Dr. Charles D Brokenshire quien aparentemente escribió sobre Knox: “Escocia no ha erigido ningún monumento en la tumba de John Knox, porque Escocia es su monumento”. Imagina eso en esta noche. Imagina tener una nación como monumento para ti. ¡Sólo imáginalo! ¡El monumento de Moisés es Israel! ¡El monumento de Knox es Escocia! Entonces, ¿cuál es tu monumento en esta noche? ¿Qué aspiras dejar atrás como recuerdo y como Gloria del Dios Altísimo? ¿Tal vez sea una generación fiel a Dios? Ese es un gran monumento al qué aspirar para dejar, ¿no crees? Así que si piensas que eres un verdadero artífice de la historia, y no sólo un hablador, porque de esos tenemos muchos, sino un verdadero hacedor de historia, entonces permíteme preguntarte una vez más: ¿cuál va a ser tu monumento?

Medita: “Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones; ¡Tuyos serán los confines de la tierra!” Salmos 2:8

Ora: Oh Dios, concédeme mayor amplitud en mi visión, una más vasta de lo que jamás pueda ser cualquier losa de mármol. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!


Saturday, June 4, 2011

Jun | 04 | Abofeteadores secretos

Palabra para meditar – BOFETADA

Hechos 23:1-3
“Pablo se quedó mirando fijamente al Consejo y dijo: ‘Hermanos, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia.’ Ante esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca. ¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios!, reaccionó Pablo. ¡Ahí está sentado para juzgarme según la ley!, ¿y usted mismo viola la ley al mandar que me golpeen?”

Abofeteadores secretos


Hace poco contraté los servicios de un Comprador Secreto. Por medio de una organización cristiana pagué para que un no-cristiano fuera a una iglesia local e hiciera un informe respecto a un conjunto de criterios que iban desde la bienvenida hasta la adoración, la precisión de lo que se decía en la cartelera de avisos e incluso la amabilidad de la gente. El reporte fue bastante instructivo y como asunto secundario, la iglesia en cuestión pareció salir bastante bien librada. En nuestro versículo de esta noche, el apóstol Pablo es visitado por un abofeteador secreto; el reporte tal vez no es tan bueno, sin embargo, reconozco que todos necesitamos, a veces, la visita de algunos abofeteadores secretos, y pareciera que Dios, en Su extraordinaria bondad, ¡los envía con cierta regularidad!

La observación y el reporte sobre la reacción del apóstol Pablo ante este ‘abofeteador secreto’, tanto aquí como más adelante en el mismo pasaje, me da cierta esperanza con respecto a mi propia humanidad. Advierto que no es una excusa para el pecado, no; sino es una esperanza en cuanto a la clase de vaso imperfecto que Dios todavía considera utilizar. Luego, sólo unos cuantos versículos más adelante, las maquinaciones políticas de Pablo ¡le traerán un sinfín de problemas! Pero en este punto hay que notar que la bofetada en el rostro va seguida de una respuesta instantánea de pelea por parte de Pablo, representada en una fuerte amenaza verbal, y luego de una rápida maldición posterior representada en el deseo de que la gran mano de Dios abofeteara el rostro de la aparente fuente de su humillación y dolor actuales, es decir, del mismo sumo sacerdote. La mejor prueba de la santificación de un hombre siempre ha sido que primero se le acuse falsamente y luego que se le abofetee en público. Nuestra respuesta ante semejante trato siempre revelará hasta qué punto hemos llegado, cuán lejos hemos avanzado en nuestra santificación.

Si conoces a alguien que exhibe un tipo de actitud que sugiere “me he vuelto más santo que tú y tengo mucho que enseñarte”, permíteme invitarte a que te acerques a él y le des una pequeña bofetada. Si es sabio, descubrirá que su respuesta a semejante trato es muy instructiva para él. ¡Me pregunto si sería bueno que los ‘abofeteadores secretos’ fueran contratados por la mayoría de los comités de selección, y que como parte de su trabajo, fueran también a abofetear al Pastor por lo menos dos veces al año! Me parece que es una idea que merece consideración, especialmente si el Pastor aún no se ha alejado completamente del seminario.

Si has estado por estos lados lo suficiente, sin duda alguna ya has tenido una de esas conversaciones condenatorias; tal vez has recibido una de esas cartas cortantes que cuestionan tu corazón, tu moral, tu llamamiento, tu integridad… Si todavía no te ha llegado, pues sólo espera un poco… ¡está en camino! Tal vez la siguiente enseñanza te sea de ayuda cuando eso suceda.
Hablé con un hombre a quien le había pasado esto y él me dijo que después de su respuesta Paulina a la bofetada en el rostro, una buena caminata para conversar con Dios y liberar la adrenalina, le había traído una revelación serena, y luego un buen tiempo de risa, porque se dio cuenta completamente que lo que se había dicho de él de hecho distaba mucho de la verdad en cuanto a lo malo que él era en realidad. De hecho no estaba preparado para ser parte de ningún llamamiento santo, sino que estaba ahí únicamente por la gracia de Dios. Y no obstante más que eso, si lo que había en su corazón se hubiera manifestado mucho más externamente de lo que se había manifestado, para entonces sería la única persona que aún estuviera encerrada en Alcatraz. “Si supieran cuán malo realmente fui”, dijo, “ni se me acercarían”. El hecho de que él fuera mucho peor de lo que el abofeteador secreto había dicho, y que aun así Dios lo amara y lo utilizara, sencillamente lo había hecho reír.

Pablo sabía que él era mejor que aquellos que lo habían abofeteado. También sabía que él era tan malo, si no peor, que ellos.

Si la intensidad de tus acciones, el rumbo de tus elecciones, el blanco de tu lengua feroz, sí… si tu propio corazón va a ser juzgado por los demás, entonces, seguramente, cada acusación será verdadera… y algo más: Una vez que nos demos cuenta de que la ridícula respuesta de autoprotección ante la pequeña bofeteada en el rostro de este abofeteador secreto es nada, en comparación con los impulsos escondidos y rabiosos y las acciones de nuestro corazón, entonces nos daremos cuenta que esa comprensión, esa revelación, terminará en risa. Estoy seguro de que todos nosotros somos mucho, pero mucho peores de lo que cualquiera pueda percibir jamás. Si tú no crees serlo, mi amigo, ¡te profetizo que una bofetada viene en camino! Ahora ten cuidado.

Medita: “Ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.” Romanos 7:17b-25

Ora: Señor, gracias por el regalo de los abofeteadores secretos. Ayúdame a tomar nota de la suciedad que la bofetada arrancará de las entrañas de mi alma y que veré reflejada en mi mejilla roja, brillante y que arde. Amén.

Friday, June 3, 2011

Jun | 03 | Las aguas del testimonio

MOJADO

1 Corintios 1:12-17
“Me refiero a que unos dicen: Yo sigo a Pablo; otros afirman: Yo, a Apolos; otros: Yo, a Cefas; y otros: Yo, a Cristo.¡Cómo! ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O es que fueron bautizados en el nombre de Pablo? Gracias a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo, de modo que nadie puede decir que fue bautizado en mi nombre. Bueno, también bauticé a la familia de Estéfanas; fuera de éstos, no recuerdo haber bautizado a ningún otro. Pues Cristo no me envió a bautizar sino a predicar el evangelio, y eso sin discursos de sabiduría humana, para que la cruz de Cristo no perdiera su eficacia.”

Las aguas del testimonio


Soy un hombre de inmersiones totales, pero si quieres apenas rociar o humedecer la cabeza del bebé como reconocimiento de una relación de pacto, pues puedo soportarlo. Aunque preferiría mucho más verte como Yul Brynner en el papel del viejo Taras Bulba, agarrando a tu hijo recién nacido y sumergiéndolo inmediatamente de cabeza en cualquier arroyo de aguas heladas, antes de alzarlo por encima de tu cabeza como ofrenda al Dios Altísimo. Menos palabrería. Más sinceridad.

Ya desde hace un tiempo, el rito del bautismo ha sido llevado a cabo por la persona debidamente ordenada, por aquellos sensatos de mente y de juicio, por el profeta con alzacuellos o bata negra, que lleva un traje de caucho debajo de su bata de predicador y al que le resulta difícil mantener el equilibrio en el bautisterio, casi incapaz de ayudarse a sí mismo a flotar y a recostarse como un viejo y maloliente pez muerto a causa de la presión del agua contra su trasero ¡y que es ocasionada por la gran burbuja de aire formada dentro de sus botines de hule! Sí, eso le pasó a un amigo mío y les digo que parecía borracho mientras intentaba realizar el bautismo. ¡Qué risa! Por poco mojo mis pantalones. Si eres cristiano, puedes bautizar a tus propios hijos en donde quieras. Incluso sin botines de hule.
Sin embargo, el bautismo es ciertamente un tiempo especial. Un tiempo en el que obedecemos el mandato de nuestro Señor Jesús de mostrar en el exterior lo que ha ocurrido en el interior. Es decir, nuestra plena y completa asociación con Su muerte, Su sepultura y Su resurrección. En lo que se refiere a todo esto, hoy sólo deseo dejarlos con un buen número de consideraciones ‘mojadas’.

Creo que el “cuándo” de tu bautismo sólo está precedido por un punto en el tiempo, que es cuando crees en el Señor Jesucristo y eres salvo. Sólo deberías bautizarte después de esto, y yo diría que tan pronto te sea posible después de esto.

Creo que la persona que debe realizar el bautismo es la que te haya llevado a Cristo. Si tú quieres y si ella quiere. Si no, entonces debe ser alguien distinto que tú mismo escojas como mentor, como buen amigo, como “padrino” por así decirlo. Si no puedes encontrar a nadie así, entonces estoy seguro de que el pastor del lugar lo hará. No obstante, recuerda que ese ministerio está en manos del sacerdocio Real del que todos somos parte.

Creo que no necesitas tener audiencia para esto y creo también que no es necesario convertirlo en un gran acontecimiento evangelístico; aunque puede ser... es decir, ¿por qué no? Pero no tiene que ser. Pueden ser sólo tú y la persona que te bautiza. Un testigo fiel, un amigo de toda la vida que te recuerde, que camine contigo, que esté a tu lado, que te instruya, que ore contigo y cuando sea necesario, que te dé un estirón de orejas. Debe existir un gran vínculo de honor, responsabilidad, y compromiso mutuo, entre quien bautiza y la persona que es bautizada.

Creo que si uno obedece y sigue el mandato que el Señor ha dado con respecto al bautismo, entonces le aguarda una bendición; bendición que debe buscarse, esperarse y en la que se debe confiar.

Sí, yo creo que debes bautizarte.

Medita: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:18-20

Ora: Señor, hazme nadar en las aguas de la obediencia, en las aguas de la bendición y en las aguas del testimonio. ¡Amén!

 

Thursday, June 2, 2011

Jun | 02 | Del pico del águila

Palabra para meditar – DESCUBIERTO

Salmos 141:2

“Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino.”

Del pico del águila

Cuando el Imperio Británico empezaba a suspender operaciones, un día como hoy en el año de 1953, parecería ser que el último de los monarcas británicos bien amados, más recientemente respetados y más distinguidos, se coronaba como Reina de los pueblos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la Unión de Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, y otras Posesiones y Territorios del Imperio en caída. La coronación de Su Majestad la Reina Isabel II se realizó un día como hoy en la Abadía de San Pedro en Westminster.

La forma y el orden del servicio celebrado en esa ceremonia son tan imponentes, como lo fue en ese día su Real Majestad. A partir de ese texto propicio para la ceremonia Real, se puede sacar mucho para nuestra edificación. Sin embargo, es de la 7ª parte del servicio, titulada “la Unción”, que en esta noche podemos nosotros mismos obtener instrucción y unción del cielo. Digo del cielo porque la mismísima vasija, el águila dorada de cuyo pico caen las gotas de óleo para la unción de los monarcas, “La Ampolla”, como se le llama, aparentemente había sido entregada desde el cielo, a través de las manos de María, al mismo Tomás Becket. Después de entregarla y mientras recogía la firma de Becket por el mencionado paquete celestial, María afirmó también que todos los reyes ungidos con ese óleo se convertirían en “campeones de la Iglesia”.

La Ampolla, escondida y luego perdida en Francia por un par de siglos, fue finalmente “redescubierta” a través de un sueño concedido a un hombre santo. Su posterior uso como propaganda para la reclamación de las tierras perdidas entonces en aquella hermosa tierra de Francia, hizo que su utilización en la ceremonia de coronación fuera de un valor inestimable para cualquier monarca británico que buscara la justificación celestial para la conquista temporal de cualquier pedazo de tierra, ¡especialmente si era de tierra francesa!

La importancia de La Ampolla se hizo evidente cuando al usarse por primera vez durante la coronación de Enrique II, recibió su propio carro para la procesión. De hecho, aunque estaba cubierta con una tela de Damasco, fue transportada por una figura no menos importante como lo era el mismísimo sacristán de la Abadía de Marmoutier, siendo llevada a la Abadía de Westminster por un corcel blanco inmaculado.

Dejando a un lado la leyenda y la propaganda, es a esta misma Ampolla, a este pico de águila que destila óleo, al que volcamos nuestra atención, porque en la ceremonia de la unción de Isabel, el Arzobispo con una mano en La Ampolla y con otra en la Reina consagrada, dice:
Fortalécela, oh Señor, con el Espíritu Santo consolador;

Confírmala y establécela con tu Espíritu libre y espléndido,
El Espíritu de sabiduría y gobierno,
El Espíritu de consejo y de fortaleza espiritual,
El Espíritu de ciencia y de verdadera piedad,
Y llénala, oh Dios, con el Espíritu de tu santo temor,
Ahora y por siempre;
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ahora llegamos a la parte importante, a la parte instructiva, a la manzana de oro ardiente, enmarcada en plata brillante, porque justo antes de que el Arzobispo unja las manos, el pecho y la cabeza de ella con el signo de la cruz, lo cual se hace con el óleo celestial de la unción, se realiza algo de enorme y vital importancia. Está escrito en el orden litúrgico del servicio del día, tal como aparece a continuación:

Entre tanto, la Reina levantándose de sus oraciones, habiendo sido despojada de su manto carmesí por el Gran Lord Chambelán, asistida por la Dama de Compañía y descubierta, irá delante del Altar, apoyada y acompañada como antes.

“Levantándose de sus devociones, despojada, asistida, descubierta, apoyada hasta llegar delante del altar”. En esta noche les digo que no hay mejor manera, probablemente ninguna otra manera correcta, en la que un Príncipe o un mendigo, pueda comenzar cualquier tarea que el cielo le haya encomendado hacer.

¿Se dan cuenta de esto? ¿Alguna vez lo han pensado? ¿Han comenzado a entregarse a la voluntad de Dios en esto? ¿Atentos a Su voz, dispuestos a recibir la gran comisión que Él tiene para ustedes? ¿Ya dejaron a un lado su manto carmesí y se han acercado al altar del poder soberano de los Cielos, desnudos, apoyados, ayudados, necesitados? Si no lo han hecho, si todo lo que han hecho es agarrar un montón de papeles coloridos, títulos universitarios, y sonreído con regocijo delante de los fotógrafos con sus flashes, mientras contemplan en lo alto los birretes negros que caen desde el cielo azul, entonces que Dios los ayude, y que Dios tenga misericordia de cualquier congregación a la que los hombres los hayan mandado a ustedes a pastorear y a dirigir, porque siempre serán unos tontos en la iglesia y nunca verdaderos “campeones de La Iglesia”.

La humildad pública y la necesidad desnuda y expresada delante del altar del Señor, siempre precede a la gota de óleo que cae del pico del águila; siempre precede a una regla exitosa, e insisto: siempre. Sin ellas jamás conocerán, ni tampoco podrán asumir una presencia legítima, poderosa y con autoridad dentro de la iglesia de Jesucristo.

Medita: “Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: ¡Viva el rey Salomón! Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.” 1ª Reyes 1:39-40

Ora: Señor, envía el águila de tu comisión celestial y haz que podamos sentir sus garras afiladas como si fueran una corona de espinas: Traspasa nuestra cabeza, quiebra nuestro cráneo y atraviesa nuestra mente, y luego, oh Rey, cuando volvamos nuestra mirada a Tu cielo en busca de alivio, derrama de su pico el óleo de tu comisión sobre nuestras cabezas. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.

Wednesday, June 1, 2011

Jun | 01 | Sobre la raíz y el fruto, y sobre el regocijo en medio de la rabia

Palabra para meditar – PAZ

Filipenses 1:15-18
“Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio. Aquéllos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión. ¿Qué importa? Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro; es más, seguiré alegrándome.”

Sobre la raíz y el fruto, y sobre el regocijo en medio de la rabia


Uno de mis autores y libros favoritos es el de “The Safest Place On Earth” (El lugar más seguro de la Tierra) de Larry Crabb. El título refleja un deseo práctico y piadoso de lo que debiera ser la iglesia, en lugar de ser esa caricatura decepcionante que actualmente es. Entre más leo el Nuevo Testamento, más me doy cuenta de lo tonto que son las ovejas perdidas y malolientes, y más recibo patadas atrás cuando me inclino para ayudar a otros, y más creo, al menos de este lado del cielo, que la iglesia es por lo general, ¡uno de los lugares más peligrosos del planeta! ¿Cómo puede ser posible que nos regocijemos en medio de una comunidad tan desordenada, tan llena de navajas afiladas y dientes devoradores y mordaces?

Incluso si la proclamación del Evangelio está llena de envidia, o se da por ambiciones personales o está plagada de rivalidad con el único propósito de añadirle más sufrimiento a un viejo apóstol solitario, encadenado y golpeado, nuestro versículo de esta noche nos proporciona un ejemplo sorprendente de regocijo en medio de la rabia. Así que para aquellos de ustedes que se sientan confusos ante la locura de la multitud de la iglesia, aquí les tengo en esta noche tres vacunas contra la rabia.

La primera vacuna contra la rabia es el reconocimiento pleno de que, por lo que podemos ver en nuestro versículo para esta noche, ¡fueron los cristianos quienes pusieron en práctica esta proclamación del Evangelio particularmente vil! Pablo no dice que esta práctica vil sale de la boca y del corazón de los no creyentes, y por lo tanto “es comprensible”, y por lo tanto “es más fácil de soportar”. ¡No! Pablo reconoce que estos son creyentes; creyentes envidiosos, egoístas, ambiciosos que están ahí para hacerle daño; y mis amigos: si creen que ya no están por ahí el día de hoy, ¡pues sólo mándenme un mensaje para que los ponga en contacto con un buen número de ellos! Me pregunto si la tan grandemente alabada y deseada “Oficina General del Pastor Principal” ha contribuído (más que cualquier otra práctica protestante en la historia) ejemplificando y proliferando esta actitud autoprotectora, autoabastecedora, autoengrandecedora, envidiosa y enfocada en alcanzar una carrera. El problema siempre ha estado con nosotros, pero las estructuras de nuestra iglesia actual secundan en gran medida esta práctica abominable de la predicación envidiosa del Evangelio. Cambiemos la estructura, salvemos la práctica y quizá podamos, de alguna manera, ayudar a resolver el problema. Tal vez.
La segunda vacuna contra la rabia que sacamos de este versículo, es que, a pesar de que Pablo sufría y de que estaba lastimado, aun así se regocijaba en la proliferación del Evangelio, a pesar de las razones malintencionadas que movían su proclamación en ese entonces. ¡Eso es extraordinario! Su corazón vivía para sembrar la semilla de la fe en los oídos de los no creyentes. Su corazón vivía para la predicación del Evangelio a cualquier persona y a todos, y para él, aunque estuviera siendo anunciado por lenguas cizañosas de asnos rebuznando, de igual manera estaba siendo anunciado. ¡Eso lo hacía regocijarse! ¡Qué gran enfoque! ¡Qué maravilloso tener esa actitud!

Esto nos lleva a nuestra última vacuna contra la rabia que ofrece este versículo, y que es el reconocimiento de la bondad de Dios en el poder maravilloso del Evangelio proclamado. Sí, incluso si la raíz de la proclamación es mala, el fruto de la proclamación puede ser bueno. Esto no sólo es maravilloso sino que da cuenta de tantas bendiciones aparentes ¡provenientes de las fuentes menos esperadas! ¡Parece ser que Dios hará Su voluntad y atraerá a Su Iglesia hacia Sí mismo, a pesar de todo, y sin importar el cómo y el a través de quién!

Vale la pena decir que a partir de nuestro texto podemos ver que el fruto de la proclamación no necesariamente refleja la fuente (ya sea la persona o la forma) del anuncio. Amigo cristiano, toma nota de esto en esta noche, y si puedes, ¡regocíjate!

Medita: “Alégrense siempre en el Señor. Otra vez digo: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:4-7

Ora: Señor, concédeme esta manera de enfocar mi vida, esta claridad de pensamiento, esta capacidad práctica para la oración y la súplica; y luego te ruego que derrames sobre mí, en ríos de oro mi Señor, la paz que todo lo sobrepasa de tus promesas en Jesucristo, nuestro Señor. Te lo pido en Su nombre glorioso. Amén