Wednesday, May 14, 2014

May | 14 | Cicuta en los sembrados

MUERTE

Cicuta en los sembrados

LEAD Juan 3:1, 2
LHabía entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Éste fue de noche a visitar a Jesús. –Rabí –le dijo-, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él. NVI Cicuta en los sembrados

La Conium Maculatum, o Cicuta Venenosa, mata a sus víctimas mientras éstas permanecen aún conscientes; un entumecimiento frío sube por las extremidades del cuerpo y lentamente sigue su camino hasta alcanzar el centro del sistema nervioso central para, finalmente, hacer colapsar los pulmones y provocar un ahogo en seco en medio de un horror no falto de lucidez, mientras el cerebro ve el mundo desvanecerse ante su rostro ahora paralizado y golpeado por el terror. Esta planta se salpica de manchas color púrpura alrededor del tiempo de la Pascua y según la creencia popular, es la misma que crecía bajo la cruz de la maldición y que fuera salpicada con la sangre Real color púrpura de Cristo.

Mucho tiempo atrás, Moisés había recibido instrucciones de Dios de reclutar a setenta varones entre los ancianos de Israel para que lo asistieran en la aplicación de justicia al pueblo (Números 11:16,17). No estamos seguros de si esta reunión de jueces se reinstaló, solo sabemos que estaba allí nuevamente, pero ahora sazonada con la sal y pimienta de los Saduceos y Fariseos. Así es, este alto tribunal en la tierra, este concilio regente, esta sesión conjunta, este Sanedrín de los sacerdotes supremos, escribas y ancianos junto con el Sumo Sacerdote que oficiaba como presidente en ejercicio y llevaba el número a setenta y uno, de acuerdo con la opinión de algunos, se reunía principalmente en la sala del templo que tenía por nombre ‘Gazith’ y que se encontraba cerca del Lugar Santísimo, para que Dios pudiera vigilar los juicios que ellos emitían.

Nicodemo estaba entre los setenta y, para no validar públicamente que el ministerio de Jesús era ordenado por Dios, fue comisionado por los mismos para visitar a Jesús de noche, en esa misma noche en que en su declaración de apertura él mismo valida el juicio eterno e irrecusable de Dios que pronto caería sobre ellos y sobre la nación a la cual representaban, diciendo: “..Sabemos que eres un maestro que ha venido de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él”.

Se dice sobre los dictámenes del Sanedrín que eran tan perversos y tan contrarios a las leyes de Dios que, por el decir de algunos después de la crucifixión de Cristo y cuarenta años antes de la destrucción de Israel, los que lo conformaban se alejaron de los disgustados ojos de Dios, (así es, se alejaron del ‘Gazith’ para instalarse en alguna otra parte, ¡y jamás regresar!). Sea esto cierto o no, es un hecho que cuando cualquier suprema magistratura remueve al Dios Todopoderoso del lugar de verdadera Majestad, de la posición de árbitro final para todas las decisiones capitales de vida o muerte y remueve las diez palabras que verdaderamente miden todo juicio sobre lo que es correcto y lo que no lo es, entonces, esa nación está sembrando cicuta en el surco, está mezclando cicuta con la ensalada del pueblo y está cosechando muerte de debajo de una cruz que era considerada maldición, en vez de vida. Las extremidades entumecidas de nuestras naciones fueron testigo de la amplia aceptación de las leyes homicidas sobre el aborto y del lento incremento de la aceptación de la eutanasia. Así es, hemos ido desde la eliminación de la pena capital a la aceptación pacífica del genocidio extranjero y esto hace que me pregunte si en 40 años, esta otra Jerusalén levantada sobre las verdes montañas de Inglaterra ¿será también eliminada de la faz de la tierra?

Reflexiona:- Tal vez dirán: “No hemos temido al SEÑOR, y por eso no tenemos rey. Pero aún si lo tuviéramos, ¿qué podría hacer por nosotros?” Hablan sólo por hablar; juran en falso y hacen tratos; ¡por eso florecen los pleitos como la mala yerba en el campo! Oseas 10:3,4 NVI

Ora: -  Oh aun en la noche, aun esta noche, que nuestros gobernantes se acerquen a Jesús. Señor, ten misericordia de nuestra tierra y extirpa de raíz el veneno progresivo de esta rebelión de cicuta que bien hemos masticado, y vuélvenos una vez más hacia Ti. Amén y que así sea.

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