Colosenses 3:16
“Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y cantos espirituales a Dios, con gratitud de corazón.”
Chocolate, iglesias y Cristo

Ahora bien, si ustedes piensan que el hecho de no poder acceder a una buena educación debido a la falta de posibilidades financieras es duro, ¡entonces imaginen un mundo en el cual debido a sus creencias religiosas no se les permitiera acceder a ninguna clase de educación superior, ni tampoco ingresar en ninguna profesión, como medicina o abogacía! Esto era de hecho lo que sucedía en la Inglaterra del siglo XIX para cualquier miembro del movimiento de Cuáqueros, el cual fue fundado por George Fox más de doscientos años antes, pero que a diferencia de entonces, hoy ha pasado a representar la fe, la integridad, la igualdad y la simplicidad.
Los Cuáqueros, alguna vez una maravillosa secta Cristiana, a quienes el gobierno les negaba estos simples derechos, como no contaban con muchas oportunidades deportivas lucrativas en aquellos tiempos, siguieron las únicas opciones disponibles para ellos, que eran, ¡el crear buenos negocios privados! Muchas de estas buenas y amables personas se convirtieron en los mejores empresarios que jamás existieran en Inglaterra. Algo es seguro, muchas de las acciones de las en ese entonces incipientes compañías, aún hoy muestran valores altos en los mercados bursátiles globales. Uno de esos empresarios fue un Cuáquero llamado John Cadbury, el inventor del más fino chocolate que jamás se fabricara en este planeta. De hecho, ¿no fue el mismo Pablo quien habló de ‘los misterios del chocolate, en los cuales incluso los ángeles deseaban ahondar?’ Quizá no, ¡pero debió haberlo hecho!
John Cadbury, al ver la Inglaterra del siglo XIX, vio la adicción al alcohol como la fuente principal de la pobreza entre la gente. Como pertenecía al movimiento de los conservadores decidió intervenir socialmente, e inventó una bebida que se convertiría en el substituto del alcohol. Estos substitutos fueron el cacao caliente y el chocolate caliente y, debo confesar, ¡que me he convertido en adicto a ambos desde el momento en que los probé!
John Cadbury tuvo siete hijos, y fueron Richard y George quienes continuaron cimentando el negocio, y lo trasladaron a un suburbio de Birmingham, Inglaterra, llamado Bourne Brook. En este lugar, hicieron nuevamente cambios revolucionarios en su producto, su producción y más importante que cualquier otra cosa, ¡su fuerza de trabajo! Aquí, ellos dieron nacimiento a un pueblo modelo, a una ‘Villa’, un lugar para vivir, tan extraordinario para su época que Bournebrook se convirtió en Bourneville, y la riqueza que manaba de ella alcanzaría al mundo entero y al decir esto, mis amigos, en alguna manera me quedo corto.
Aquí, en ‘La Villa’, en la oscuridad de Inglaterra, se produjo una brillante y sorprendente revolución en las viviendas de la comunidad, en términos de respeto mutuo, salarios elevados, programas de pensión, excelentes condiciones de vida, huertas de vegetales orgánicos, lugares para realizar deportes, para recreación, reflexión y restauración. Era bastante simple: Cristo, en la familia Cadbury, trajo estas condiciones de ‘cielo en la tierra’ a las oscuras fábricas industriales de Inglaterra. Hoy en día, Bourneville puede que sea el único pueblo en el Reino Unido que no tiene cantinas, pero sí tiene tres cosas que todos necesitamos, y esas son: chocolate, iglesias y a Cristo.
Esta noche entonces, permítanme dejarlos con tres pedacitos de la bondad del chocolate oscuro, para que los consuman y los consideren:
Primero, que las circunstancias en tu vida que parezcan injustas o inexplicables pueden, de hecho, estarte llevando en la dirección de oportunidades que te dejarán no solamente buenas finanzas, sino te darán y darán a otros vida. ¡Esto es algo magnífico! ¡Aún dando avena Quaker puedes terminar alimentando a un mundo hambriento!
Segundo, que tu relación con Cristo significa poco para este mundo, y más aun para el cielo, si no tiene piernas para caminar y alimentar a los pobres, para cambiar al mundo y glorificar al Dios de los cielos. El Evangelio siempre ha sido un Evangelio de las masas.
Tercero, que la onda Cadbury de buenas obras, una vez moldeada en el mar de la humanidad, aún sigue viajando y cambiando el mundo, y quizá a la ‘galaxia’, como la conocemos hoy. La bondad tiene un efecto de repercusión, el cual pasa de generación en generación.
Queridos amigos, ¿qué ‘ondas’ de cremosa bondad están ustedes derramando sobre este tan necesitado mar por el cual navegamos juntos?
Medita: “Morena soy, pero hermosa, hijas de Jerusalen; morena como las carpas de Cedar, hermosa como los pabellones de Salomón.” Cantares 1:5
Ora: Señor, haz que todos nuestros trabajos en todos lados, sean ricos, como lo es el chocolate oscuro, y hermosos para Tí. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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