Thursday, January 9, 2014

Jan | 09 | ¡Es tiempo de colgar nuestros abrigos!

LUCHA

¡Es tiempo de colgar nuestros abrigos!

Filipenses 2:12-16
Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre –no sólo en mi presencia sino mucho más ahora en mi ausencia- cuiden su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida. Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano. NVI

Soy un ‘Fundamentalista’ y soy ‘Evangélico’, y esta doble y altamente descriptiva nomenclatura no puede, hoy en día, ser pronunciada por muchos sin el acompañamiento como mínimo, de una expectoración burlona. En ocasiones siento que dos trozos de papel han sido fijados a mi espalda. El trozo que se encuentra entre mis hombros dice: “¡Ignorante, Fanático y Simplista Creyente de la Biblia!” y el otro, en la parte baja de mi espalda, solamente dice: “¡Patéame!”

No soy un hombre inteligente ni culto. Soy un literato mediocre y un observador de la humanidad y de los cristianos, y de la iglesia cristiana en particular y he notado de manera bastante pragmática que nuestra comprensión (estudio) y experiencia de Dios (vida), las cuales conforman nuestra Teología práctica diaria, pueden ser vistas a través de los cuatro cristales de una ventana opaca y etiquetada como: Evangélica, Católica, Liberal y Carismática, o como lo afirmara John Wesley: Escrituras, Tradición, Razón y Experiencia. Estos cuatro cristales de mi ventana opaca son ‘el Cuadrilátero de Wesley’, el cual no solamente es prescriptivo sobre cómo ha de ser modelada nuestra comprensión y experiencia de Dios, sino en realidad es descriptivo sobre cómo, en general, ¡casi todos alcanzan su experiencia de comprender y experimentar a Dios!

Ahora bien, ese bisturí de doble filo de ‘dividir adecuadamente la Palabra de verdad’ elegido de manera tan poco inteligente, ha sido siempre, principal y mayormente, ‘tradición’ y ‘razón’. Y al referirme a la tradición creo que no solamente incluye la enseñanza de los primeros padres de la iglesia y de los grandes reformadores de la misma, sino también incluye nuestra propia historia cultural e influencias como nuestra familia y, más importante aún, esas aparentes ‘nuevas tradiciones’ turbulentas que manchan los cristales de nuestra ventana y ponen más lodo sobre ese cuádruple orificio de luz en lugar de quitar el polvo. En otras palabras, la ‘tradición’ es también aquello de lo que se habla y lo que se propone hoy.

La aparente nueva trinidad de tradiciones (quizá debiéramos usar las palabras ‘última’ o ‘resurgente’ pues, ¿hay algo realmente nuevo?) de cristianismo que acepta la homosexualidad, de condiciones respecto a la eternidad del infierno y del universalismo en cuanto a la salvación de todas las personas -al igual que los barcos de fuego de Drake- ha navegado hacia la anclada y dormida armada Evangélica bajo la insignia rosa del post modernismo y el Cristianismo terapéutico, y ocasionó entre nosotros una flama tal que el cristal de la ventana de la Sola Scriptura, ese prisma elemental de todos los hombres radicales, parece haberse fracturado con rajaduras largas y progresivas como telas de araña, y está listo para desintegrarse y caer hecho pedazos desde la efervescencia de su panel despintado. Son tiempos difíciles. Pero, ¿no lo han sido siempre?

Permítanme sugerir que si la ‘tradición’ es el plano horizontal de la percha sobre la cual podría colgar el pantalón de mi traje, y la ‘razón’ y la ‘experiencia’ son las dos diagonales unidas sobre las cuales podría deslizar mi chaqueta, entonces ese cuarto plano, atornillado desde el ápice de mi triangulo, es el firme gancho que cuelga todas mis prendas en el guardarropa del Dios Altísimo, y ese gancho son las Escrituras, sin las cuales toda nuestra ropa yacería sucia sobre el piso.

La tradición, la razón y la experiencia, aun cuando forman parte integral de todos nuestros días de colgar ropa, deben estar debajo y conectarse a las Escrituras; deben tomar forma a través de ellas, ser sostenidas por ellas y su veracidad ha de ser juzgada por ellas. Hay tres pre-requisitos para contrarrestar el error y una única solución para ello: el tiempo, el diálogo, una mesa, y una Biblia abierta. Amigos míos, estos no son tiempos para una retirada silenciosa sino más bien son tiempos de dialogar, de discutir, de unir esfuerzos; son tiempos de portarse

Reflexiona:- Queridos hermanos, he deseado intensamente escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, y ahora siento la necesidad de hacerlo para rogarles que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos. Judas 1:3 NVIE

Ora: -  Padre, abre nuestros corazones, abre nuestras mentes, abre nuestras biblias, abre nuestras bocas. Amén y que así sea.

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