Friday, January 24, 2014

Jan | 24 | La polvareda de Habacuc y cómo mantener a raya a los lobos nocturnos

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La polvareda de Habacuc y cómo mantener a raya a los lobos nocturnos

Habacuc 1:8E
Sus caballos son más veloces que leopardos, más feroces que lobos nocturnos. Su caballería se lanza a todo galope; sus jinetes vienen de muy lejos. ¡Caen como buitres sobre su presa! NVI 

Habacuc tenía la expectativa de que desde la copa de sus árboles de esperanza escucharía los sonidos de avivamiento. En lugar de esto, todo lo que podía oír era el sonido del metal de las espadas. Ahora bien, Dios no da a Habacuc una explicación simple de lo que está haciendo, más bien le da una revelación continua de Su soberanía entre las naciones, comenzando con una punzante descripción de esa espada devastadora de juicio que eran los caldeos, esa terrible “tormenta” del desierto que se avecinaba arrasándolo todo a su paso e infiltrándose en todas partes. Pareciera como si Dios ahora levantara una espesa nube de polvo en la mente de Su profeta y con la caída envolvente de esa polvareda formara imágenes animalísticas de horror ¡para que el profeta se asegurara de tomar nota de ello!

La primera figura es la de un leopardo, esas panteras leoninas de fuertes cabezas y cráneos muy macizos si los comparamos con su cuerpo; estos Pit Bulls del reino felino, estas máquinas nocturnas y sigilosas capaces de triturar cualquier bestia, de devorarlo todo y de consumir todo lo que cazan. Estos leopardos de patas ligeras alcanzan una velocidad de 57 km/h y parecen volar con sus mandíbulas abiertas para caer sobre la presa desprevenida, apareciendo de pronto como de la nada. Ten la certeza, querido amigo, que también el diablo puede aparecer en tu vida diaria ‘como de la nada’. Por lo tanto, no te sorprendas de su llegada inesperada, más bien, ¡prepárate!

El bufante transporte de los caldeos, es tan veloz como esas máquinas asesinas que parecieran dar saltos dimensionales. Así pues, al haber sido forjados para la batalla, estos cazadores hambrientos son representados ahora como más feroces y más voraces, más iracundos y desesperadamente más osados que los hambrientos lobos nocturnos cegados por la furia de todo un día de hambre. No se equivoquen, los lobos nocturnos, en su furia descontrolada, con seguridad los devorarían ¡y en la mañana no se encontraría ni un solo hueso entero! (Sofonías 3:3). Una de las razones por las cuales existe ‘Susurros Nocturnos’ es para prevenirte, querido lector, sobre el terror de estos lobos nocturnos. Durante la noche es cuando el diablo está más listo que nunca para tomarte y despedazarte. Dicho esto, permíteme que hoy te prevenga sobre ello.

La llegada de la noche es para el guerrero cristiano un momento de relativa debilidad. El día ha consumido todos nuestros recursos de resistencia. El diablo ha sido vencido, la victoria adorna nuestro paso, nuestro escudo es sostenido en lo alto, nuestra espada ha sido veloz para el exterminio, pero ahora el día se aleja y la oscuridad se aproxima; es la hora de la renovación, del alimento y del descanso; sí, es el momento de regresar a nuestra ciudad, al redil del Gran Pastor y al sueño de los justos. Este camino, este momento, esta tranquila vuelta hacia el verdadero hogar en nuestros corazones se ve interrumpida por los aullidos de los lobos nocturnos: el Remordimiento; el Autoengaño; el Creerse merecedor de algo; el Desprecio de uno Mismo; la Soledad; el Temor Injustificado; la Preocupación; la Depresión; la Duda; la Desilusión; la Traición; la Ira; las Falsas Enseñanzas; la Opresión; la Posesión y las Mentiras son solo unos pocos nombres de los monstruos que arrojan saliva y aúllan en esta jauría nocturna del diablo. Y puedes estar seguro de que al final de tu día victorioso, ellos te siguen al redil de las ovejas, siempre listos para devorarte. ¡Prepárate para protegerte!

Al anochecer protejámonos dejando que la memoria del sacrificio de Cristo permanezca en nosotros. Por tanto, deja que Su pan esté en nuestra boca y Su dulce vino en nuestros labios. Que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros, y que Su alabanza esté de contínuo en nuestra boca, que la copa de gratitud esté en nuestra mano izquierda y la espada del Espíritu en la derecha. Dios es bueno. Declarémoslo: “¡Dios es bueno!” Y en nuestras horas de sueño Él permanece despierto y trabaja por nosotros para traer bendición a nuestras vidas al amanecer de nuestro día. Así nosotros, a pesar de los aullidos del exterior, nos acostaremos en paz y dormiremos tranquilos, sabiendo que podemos habitar seguros.

Cuando la polvareda de la noche cubra nuestras buenas obras del día, cuidémonos de los lobos nocturnos que habitan por el camino hacia nuestro descanso nocturno. Para ti cristiano, no hay momento de mayor peligro que el anochecer de un día cuando has peleado la buena batalla. Que este Salmo de David te haga meditar al acostarte:

Reflexiona:- Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado Tu poder y Tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche. A la sombra de Tus alas cantaré, porque Tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; Tu mano derecha me sostiene. Salmos 63:1-8 NVI

Ora: -  Oh mi Dios, escúchame cuando hablo a tus oídos esta noche. Oh Dios de mi justicia, hoy hiciste un lugar para mi cuando estuve en aflicción. Aun en la derrota Tú has estado conmigo y en la victoria te he alabado. Ahora, cuando las sombras de la noche se aproximan, ten misericordia de mi y atiende mi oración. SEÑOR yo sé que me escuchas cuando a ti clamo. Aún estoy maravillado. Estoy completo en Ti, y soy santo en Ti. Mi corazón está tranquilo y testifico hacia mi y hacia el cielo que en Ti confío. Quédate conmigo esta noche y cuando pase por el valle oscuro, permite que la luz de Tu maravilloso rostro permanezca en mi corazón y en mi mente. Conforme a Tu voluntad la mañana llegará para mí, oh Dios, y con ello, Tu aliento que me da fuerzas, revestido de Tu bondad. Por eso esta noche descansaré, pues Tu prepararás para mi otro día victorioso para conocerte. Amén y que así sea.

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