Tuesday, December 3, 2013

Dec | 03 | Enfermedad terminal

PREPÁRATE

Filipenses 1:21-24   
“Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Ahora bien, si seguir viviendo en este mundo representa para mí un trabajo fructífero, ¿qué escogeré? ¡No lo sé! Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor...”

Enfermedad terminal


En el año 2004 Steven Spielberg hizo equipo con el actor norteamericano Tom Hanks por tercera vez para producir una película llamada ‘La Terminal’. La historia gira en torno a un inmigrante ficticio de Europa, un tal Víctor Nagorski, cuyo país sufre una revolución mientras él está viajando. Al arribar a Nueva York, Nagorsky ya no tiene país y por ello, tampoco una forma legal de ingresar a los Estados Unidos. Así que, por nueve meses, ¡Víctor establece su residencia en la Terminal 1 del Aeropuerto John F. Kennedy!

Ustedes pueden pensar que esto es demasiado descabellado para ser cierto, excepto por el hecho de que está basado en la historia real de Merhan Karimi Nasseri, un inmigrante iraní quien hasta ese momento, y aún después de filmada la película de ‘La Terminal’ en el año 2004, había estado viviendo en el Aeropuerto Charles De Gaulle en Paris, desde el 26 de Agosto de 1988. La portavoz del Aeropuerto Charles De Gaulle, Danielle Yzerman, comentó sobre la larga e ininterrumpida estadía de Nasseri: “Un aeropuerto es como un lugar entre la tierra y el cielo, y él ha encontrado un hogar aquí”. ¿Que encontró un hogar allí? Efectivamente, pues verán, luego de haber vivido en esa extraña burbuja por tantos años, Nasseri se volvió sin darse cuenta, completamente loco. Triste, pero cierto.

Me pregunto si los Cristianos verdaderos, que viven gloriosamente en este mundo presente, aún haciéndolo con incansable atención y un compromiso persistente con todo su ser, a su hogar del cielo, han arribado a un estado de locura similar, una enfermedad por decirlo así, en el nombre del cielo. Sí, una enfermedad, porque todos estamos en una línea de tiempo terminal y nuestra salud mental, física, psicológica y espiritual depende en gran medida, de la aceptación de dónde nos encontramos en esa línea de tiempo en este momento. Nosotros los Cristianos, vivimos en la tierra pero nuestros ojos y nuestros corazones están en las cosas de arriba. ¡Sí, nosotros los que anhelamos el Cielo, no obstante debemos estar completamente presentes en el presente para vivir con sensatez! Bien, ¿cómo podremos hacer esto? ¿Cómo pueden, los que en este preciso momento están sentados con Cristo en los lugares celestiales, vivir bien a su vez, en las dimensiones espirituales actuales entre el cielo y la tierra? Bueno, permítanme intentar el explicar cómo podemos hacer esto al contrastar a la juventud con la madurez.

La juventud Cristiana debe ser portadora de un apasionante sentido del destino. Hay una carrera por correr, hay un curso por completar y hay una lucha en la cual vencer. El cielo es nuestra esperanza y nuestra meta y los destinos de esta vida y de esta era han, bajo la guía del Espíritu Santo de Dios, asumido una forma más sólida para nosotros. Somos jóvenes y tenemos algo por realizar, algo por alcanzar en este mundo con nuestras vidas. El cielo estará bien para cuando estemos muertos, pero por ahora ¡queremos vivir! Así continúan las divagaciones de la juventud, y este pensamiento es el que está en mi mente (¡lógicamente!). ¡Quién quiere ir al cielo cuando hay tanto por hacer aquí!

Por otro lado, la madurez Cristiana debe contener en sí misma un apasionante sentido de conclusión. La carrera está llegando a su fin, las batallas se han peleado, y tenemos las cicatrices para probarlo, y por sobre todo esto, nuestra recompensa nos espera y lo sabemos. Bajo la guía del Espíritu Santo de Dios nuestra futura vida ha tomado para sí misma una forma más sólida aún, una atracción de otro tipo, una expectativa en esperanza. Es mucho mejor estar con Cristo, y lo sabemos, y ahora comenzamos a desearlo y a anhelarlo más aún. ¿Quién quiere esta tierra vieja y cansada y este cuerpo lleno de años y achacoso cuando toda la felicidad de nuestro hogar en el cielo nos llama al más glorioso de los descansos?

El ser joven y desear únicamente las puertas del cielo puede ser un indicio de alguna enfermedad espiritual, una enfermedad ‘terminal’, si lo prefieren. En consecuencia, el ser maduro y desear permanecer aquí, en ‘la terminal’, puede ser una señal de deformidad espiritual, de inmadurez espiritual, de oveja vieja queriendo vestirse como corderito. ¡Simplemente no es natural!

Así es que a los jóvenes les digo: Pónganse de rodillas y pídanle a Dios que les revele el glorioso destino terrenal que Él tiene para ustedes. El camino que Él desea que ustedes tomen, las batallas que han de luchar, los gigantes que han de exterminar, los reinos que han de poseer. Pónganse de rodillas y pídanle que les muestre todo esto. Pues, si no tienen el sentido de su llamado, su propósito o su destino, están enfermos y necesitan consejo espiritual, necesitan ayuda, sanidad y liberación. ¡Pónganse de rodillas!

A los maduros les digo: Si no sienten una gran expectativa de aquello que rápidamente viene sobre ustedes, entonces están incapacitados y deformes”. Sí, si ya son mayores entonces deben estar listos y su deseo por el cielo debiera haber aumentado, no disminuido. Sólo la tristeza de saber que han dejado la tarea inconclusa puede quitarles esta feliz expectativa. Si a ustedes les ha sido quitada esta expectativa celestial entonces Dios les dice hoy: “¡Levántense! ¡Sean sanos! ¡Yo puedo devolverles todos los años que la langosta les ha comido! ¡Yo puedo hacer que su final sea mejor y más próspero que su comienzo! ¡Yo quiero que tengan éxito en esta vida y en la vida que viene! Yo quiero que anhelen escuchar esa dichosa y gloriosa frase: “¡Bien hecho! siervo bueno y fiel!” Amigos, si hay aliento en sus cuerpos ¡entonces aún no es demasiado tarde para alcanzar grandes cosas para Dios, aquí y ahora, mientras al mismo tiempo ustedes desean y buscan el cielo!

Amigos, ustedes saben en qué lugar de la línea de tiempo están hoy, así que déjenme preguntarles: “¿Están incapacitados o deformes? ¿O están capacitados e informados?” Para ‘poseer’ su presente en una forma total, deben apreciar y vivir dentro de la línea de tiempo en que se encuentran. Si no están poseyendo su presente, entonces me pregunto si ¿tendrán ustedes alguna clase de enfermedad terminal?

Reflexiona: “...nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como Su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a Sí mismo todas las cosas.” Filipenses 3:19-21

Ora: Señor, ayúdame a permanecer en Ti, de tal forma que mientras resido entre mi nuevo hogar en el cielo y esta vieja tierra, pueda vivir bien aquí y pueda tener tal confianza en agradarte a Ti, de modo tal que no me avergüence cuando Tú me llames. Amén.

 

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