Saturday, December 7, 2013

Dec | 07 | La magia más profunda

ESPERANZA

Hebreos 12:22-24  
Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.

La magia más profunda

El Magic Kingdom de Walt Disney es una ‘meca’ para esas personas de corazones anhelantes, tanto jóvenes como adultas, aún esperando que algunos de sus deseos se conviertan en realidad y recibir un gran “vengan esos cuatro” con un guante blanco que dice “bien hecho y bien-venido” de parte del hombre-ratón de orejas grandes y maestro de ceremonias: el Ratón Miguelito o Mickey.
En el mundo de Disney, hasta el momento, la necesidad de ganancias y de realizar buenos negocios no han permitido que lo ‘políticamente correcto’ le robe a los niños lo que es, de forma innata, de ellos: la belleza y el valor. Al tiempo que realizamos una caminata por las alegres callecitas, donde cada hora de cada día se ve al bien triunfar sobre el mal, alrededor de nuestros adultos pies caminarán diez mil pequeños piececitos de niños blandiendo algún tipo de espada brillante, exterminando dragones, y de niñas vestidas como la Cenicienta, la Bella Durmiente, la sirenita Ariel o alguna otra hermosa princesa, ¡cada una de ellas esperando ansiosamente la llegada de su príncipe, cada una de ellas, naturalmente, inocentemente y sin reservas, jugando a eso que se les ha transmitido en sus corazones!

Muchos adultos pasean por el Magic Kingdom de Miguelito, sin llevar niños. El único niño que los acompaña es el que todos llevamos dentro, el que añora los veranos idos hace ya mucho, los sueños perdidos, las esperanzas perdidas, los ‘podría haber sido’ también perdidos, la magia perdida, en pocas palabras. Si estos adultos tuvieran la oportunidad, la mayoría de los hombres, aún ahora, llevarían una espada, y todas las mujeres estarían vestidas de blanco expectantes, embellecidas con gloriosos colores, con alhajas de brillante esplendor. ¿Será posible que la Magia del Reino de Miguelito, tanto para los jóvenes como para los viejos, sea el sueño de lo que podría haber sido y la esperanza de lo que aún podría ser?

Ahora, lejos de los fantásticos fuegos artificiales, las pantallas luminosas, los rayos láser danzantes, los castillos y los rostros sonrientes, permítanme llevarlos a otro reino: Es uno que está quebrado y una ciudad allí está cubierta de negro y un predicador, terminado hace mucho, aunque todavía hablando, acertadamente pinta su circunstancia con la más gruesa de las pinceladas, para que nosotros, tan familiarizados con la magia perdida, podamos, al fin, tener un poco de esperanza. Escuchen al viejo príncipe de los predicadores de antaño:
“Caminen las calles a la luz de la luna, si se atreven, y entonces verán pecadores. Miren cuando la noche es oscura, y el viento sopla, y el ladrón está amenazante en la puerta, y verán a los pecadores. Vayan a esas prisiones y caminen por los pabellones, y fíjense en los hombres con grandes y densas cejas, hombres con los que no les gustaría encontrarse en la noche, y habrá pecadores allí. Vayan a los reformatorios, y noten a aquellos que han mostrado una depravación juvenil incontrolable, y verán pecadores allí. Vayan cruzando los mares al lugar donde un hombre roerá un hueso que tiene el nauseabundo olor a carne humana, y allí habrá un pecador. Vayan a donde vayan, no necesitan registrar la tierra para encontrar pecadores, pues ellos son bastante comunes; los podrán encontrar en cada pasaje y calle de cada ciudad, y pueblo, y villa, y aldea. Bueno, ¡es por cada uno de ellos que Jesús murió!”.

La verdad que el ‘Magic Kingdom’ de Miguelito encapsula y vende de manera tan gloriosa, es el deseo y la esperanza dentro de todos nosotros, por mejores cosas, por la renovación, ¡por la redención! Nosotros, la iglesia, al fin de los tiempos, necesitamos aprender de esto y necesitamos reeducarnos sobre lo que significa ser hombres y mujeres, bellas princesas guerreras, castos y encantadores príncipes pertenecientes al Rey eterno, quien nos ha sacado del Reino de oscuridad, huesos roídos y desesperanza, hacia Su glorioso Reino de luz, y también nos ha equipado, nos ha dado confianza, nos ha dado seguridad, nos ha hecho más que vencedores y perseguidores sin descanso de la serpiente escurridiza.

A medida que nos acercamos al final de todas las cosas, el viento que sopla puede estar envolviéndose a sí mismo en la noche oscura, una vez más, y cada vez más fuerte sobre la humanidad, y sí, por cierto, comiéndose a sí mismo, odiando a los hombres y a las mujeres, perdido en la esclavitud del pecado; hoy puede estar inclusive, sentado en el ultraje de los oscuros rincones de los calabozos satánicos, ¡mas miren la escena y vean! ¡Vean en las manos de cada uno, ya que sostienen en su sucio y pequeño puño acopado y tembloroso, algo diferente, algo perdido y algo, aún, esperado y ansiado! Es un conocimiento de cosas mejores que aún lleva consigo un perfume de esperanza que ni siquiera el olor del pecado puede superar en su totalidad. ¿Lo huelen? ¡es un olor a Esperanza!

La esperanza puede ser lo último que muere en Rusia, pero cuando es la última cosa que muere en un ser humano, ese ser humano también morirá.

Nosotros, los que pertenecemos a Cristo, ¡tenemos esta copa de esperanza y conocimiento, llena hasta rebosar! ¡Bebamos hoy de ella en su totalidad y luego mostremos a los desesperados cómo poseerla y cómo beber de ella por ellos mismos!

¡Que Dios nos ayude en esta misión divina, esta conquista en amor para restaurar la magia más profunda a un mundo perdido, solitario y necesitado!

Reflexiona: “En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación. Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo. Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.” Hebreos 6:9-12

Ora: Algún día Mi Padre, mi príncipe Jesús, vendrá. ¡Ayúdame para que me encuentre abundando en una completa redención, luchando en esta, Tu gloriosa historia! Te lo ruego en Su maravilloso nombre. Amén.

 

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