Thursday, March 7, 2013

Mar | 07 | Sangre y violencia: Esos dos viejos candidatos presidenciales

TEMOR

1 Samuel 15:3
“Así que ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca; no les tengas compasión. Mátalos a todos, hombres y mujeres, niños y recién nacidos, toros y ovejas, camellos y asnos.”

Sangre y violencia: Esos dos viejos candidatos presidenciales

En la tarde del 13 de febrero de 1945, la madre de Lothar Metzger lo cubrió con mantas mojadas mientras huían de su hogar en llamas en busca de un refugio más seguro. Miles de toneladas de bombas incendiarias, cargadas con versiones tempranas de Napalm, habían sobrecalentado el aire a más de 980 grados centígrados, succionando el oxígeno de los pulmones de personas miserablemente aterrorizadas, amontonadas en los refugios húmedos por orina, debajo de la tierra temblorosa. ¡El terrible fuego sobre sus cabezas, inclinadas en oración, aspiraba a los refugiados que huían desesperados, en medio de gritos, quebrados y sangrantes, directo hacia el rojo infierno donde la ferocidad del fuego los devoraba vivos! Más tarde, luego de la lluvia de metal, y avanzada ya la mañana gris y calurosa, el olor del petróleo y de la piel humana crujiente llenaba el aire y flotaba alrededor de los cuerpos quemados, encogidos por el fuego y desnudos, de lo que tan sólo unas pocas horas antes, habían sido madres, hermanos y hermanas felices.

El bombardeo de Dresde, sus justificativos y repercusiones, son simplemente un ejemplo de cómo una guerra, una vez ejecutada de manera decidida y justificada es, a la postre, seriamente cuestionada. El mismo Churchill, quien alguna vez y de manera incondicional había estado a favor de la Operación Trueno, hizo comentarios a los jefes de Estado Mayor británicos diciendo que “la destrucción de Dresde permanece como un serio cuestionamiento sobre la conducta de los Aliados durante el bombardeo”. Tal parece que no solamente aquél que está cubierto de cicatrices y atemorizado debe examinar el asunto de la guerra, sino también el que es humano y está en su sano juicio, sin olvidar el contexto de carne quemada, ojos derretidos, niños desmembrados, cabello humeante, tierra contaminada y el horror de ver anormalidades fetales monstruosas y contínuas.

Sí, cuando la guerra da lugar al nacimiento de horrores que persisten en generaciones por venir, deja de ser un tema a ser examinado a la distancia por los teólogos de la torre de marfil y los historiadores de cabellos blancos, y más bien debe ser viviseccionado, revisado y comprendido por nosotros, los hombres comunes, como aquellos que miran con temor los confines actuales y por ahora limitados, de la guerra moderna, de un canibalismo nuclear del tipo del horrible Hannibal Lecter. Porque en este momento, ¡él está andando a tientas con la llave del Medio Oriente que ahora posee, en un intento de quitarse la correa y liberar su hambre sobre una multitud que observa aterrorizada! Solamente cuando participemos de este temor, estaremos armados y listos para mirar bien a este monstruo que es la guerra.

¿Ya sienten miedo? Eso espero, porque es con temor y temblor que hemos de acercarnos a la lectura del versículo de hoy. Este versículo nos lleva sólo a una conclusión posible y es que Dios mismo se involucra en la guerra. Él es un Dios que, indiscutible e inquietantemente, llama a las naciones para que rindan cuentas por sus actos.

El ‘Bombardero’ Harris, el ahora tan difamado ejecutor de las antiguas políticas del gabinete de guerra del Reino Unido, hablando en relación con las campañas de bombardeos de áreas enteras en la zona de guerra de la 2ª Guerra Mundial, dijo: “Los nazis comenzaron esta guerra con la ilusión infantil de que ellos iban a bombardear a todos los demás y que nadie los iba a bombardear a ellos. En Roterdam, Londres, Varsovia y media docena de otros lugares, implementaron esta teoría bastante inocente. Ellos sembraron vientos y ahora van a cosechar tempestades”.

“Ellos sembraron vientos y ahora van a cosechar tempestades”. ¡Que declaración tan atemorizante! Por eso, nosotros también debemos ser cuidadosos para reconocer al Dios que toma venganza y juzga al conflicto armado mundial, y a quien las Escrituras describen de manera precisa, clara y atemorizante. Nosotros debemos andar con cuidado de no sembrar vientos, a fin de no seguir los pasos de otras naciones e imperios que nos precedieron y cosechar las tempestades justas del Dios que hace venganza, quien en Su furia más terrible, hace trizas a las nubes!

Nuestras acciones han elegido a la sangre y a la violencia como Presidente y Vicepresidente de nuestra nación...¡puede ser que pronto asuman sus funciones!

Reflexiona: “Besen al Hijo, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en Él buscan refugio!” Salmos 2:12

Ora: Señor, no permitas que seamos engañados, pues sabemos que Tu juicio ya está preparado y que su retraso y el brillo del sol de estos días no desvanecen su pronto arribo. Oh Señor, ten misericordia de nosotros, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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