Friday, March 22, 2013

Mar | 22 | La cuarta respuesta

ESPERANZA

Isaías 49:20
“Todavía te dirán al oído los hijos de los que fuiste privada:"Aquél lugar es muy estrecho para mí; hazme sitio para que yo more aquí .”(Biblia de las Américas).

La cuarta respuesta

Cuando oramos, usualmente decimos que Dios nos da una de tres respuestas: Sí, no, o ¡espera! No obstante, recientemente alguien me sugirió que había una cuarta respuesta, la cual es bastante buena en realidad, y es ésta: “Tengo algo mejor para ti”.

Las Escrituras dicen, con toda claridad, que Dios está más inclinado a bendecir que a no hacerlo. De hecho, por todo lo que he visto y oído, no hay duda de que Dios es, en esencia, muy bueno. No bueno del tipo de ‘¡Él es un buen chico!’, sino más bien, ¡un Ser que es absolutamente, sorprendentemente, esencialmente y prolíficamente bueno! Ahora, combinen Su bondad con Su gracia y lo que obtienen es, incluso en las circunstancias más oscuras, ¡la posibilidad real de ver la victoria surgiendo del desastre, de ver brillar la luz del sol después de la lluvia, de ver las cosas transformadas, redimidas, reconstruidas, reconstituidas y hasta resucitadas! El gran ladrón viene a robar, matar y destruir. ¡El gran Dador, no obstante, viene para prodigar amor, en una medida buena, apretada, remecida y rebosando con vida abundante!

Necesitamos creerlo, aunque es difícil hacerlo cuando uno enfrenta la tierra destruída después de una tormenta; cuando uno mira el mar después de que un naufragio terrible ha ocurrido en nuestras playas en otro tiempo tranquilas; o cuando uno se mira en el espejo después de la quimioterapia; o cuando miramos al futuro después de haber despedido con llanto a alguien en el cementerio. Es difícil ¿no es cierto? Sí, sí lo es. Esta clase de esperanza viva y de fe en medio de circunstancias que dan evidencia de todo lo contrario a esa esperanza, se encuentra sólo en los labios y los corazones de las personas que tienen sus raíces en el carácter mismo de nuestro Dios bondadoso y lleno de gracia.

Así que toma un momento ahora mismo para escuchar la respuesta de tu corazón cuando te pregunto: “¿Quién es Dios para ti hoy? ¿Una inferencia? ¿Una deducción? ¿Una persona de la cual has escuchado por otros, que tampoco Lo conocen en realidad? ¿Quién es Dios para ti hoy? ¿Un ideal? ¿Una fuerza impersonal adornada con una nube de ambigüedad?” Si en tu corazón retumba el eco de una afirmación a cualquiera de estas preguntas, entonces permíteme que te responda con un muy contundente ¡NO! ¡No mi amigo! ¡Dios es una persona y una muy buena persona, más aún y por supuesto, el más bueno de todos! Así que puedes esperar Su bondad, aunque debes ser tú el que la añore y la busque. Y esta bondad no vendrá a ti porque te la merezcas, sino por quien Dios es y por lo que Su hijo, Jesús tu Salvador, ha hecho por ti. Verdaderamente entonces, todos los que creemos en Él podemos decir con esperanza, incluso en el más oscuro de nuestros días: “¡Hoy es el día de salvación!” Sin embargo, solamente pueden decir esto los que verdaderamente Lo conocen. Por eso te pregunto, ¿lo conoces tú, amigo? ¿Realmente lo conoces?

Medita: “¡Venid, volvámonos al SEÑOR. Pues Él nos ha herido, y nos sanará; nos ha lastimado, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días, al tercer día nos levantará y viviremos delante de El. Esforcémonos entonces por conocer al SEÑOR. Su salida es tan cierta como la aurora, y Él vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra.” Oseas 6:1-3 (Biblia de las Américas).

“Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.” Isaías 49:26b


Ora: Sé bueno conmigo hoy, mi glorioso Padre Celestial. Quita la telaraña que en ocasiones me rodea, y me hace inclinarme hacia la búsqueda de necedades, y ven y haz mi alma sensible a Ti; ven y enciende mi espíritu; ¡ven y avívame Señor! Ven y atraviesa mis pasturas y sopla sobre mí, Tú el que pones y mueves montañas; ¡ven y revélate a mí hoy, Señor! ¡Que llegue yo a ser una oveja de Tu prado, que sabe cómo reconocer Tu voz! ¡Dame hoy aquello que es mejor! Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.



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