Génesis 14:16
Así recuperó todos los bienes, y también rescató a su sobrino Lot, junto con sus posesiones, las mujeres y la demás gente.
Golpeando al grande y malvado ladrón

Fue David, el joven de fe, quien con una onda y una piedra derribó a ese mismo Goliat y le cortó su cínica cabeza. Posteriormente en Siclag, los Amalecitas, ese símbolo de maldad y odio contra el pueblo de Dios, vinieron y le robaron todo a David y a sus guerreros. Mujeres, niños, bienes, ganado, todo, ¡y a lo que quedó le prendieron fuego! Las Escrituras narran que los seguidores de David alzaron sus voces y lloraron hasta no poder más. Además, algunos de estos querían apedrear a David, culpándolo por todo lo que les había sucedido.
He sido Pastor por suficiente tiempo como para saber que nosotros podemos ser iguales a los guerreros de David. Sí, todos nosotros somos capaces de tener los mismos pensamientos, los mismos sentimientos y actitudes hacia Dios, después de haber encendido las mismas piras de dolor, desesperación, desaliento, e ira en nuestros propios corazones. Hasta diría que nosotros tenemos el mismo corazón homicida que ellos tenían hacia el gran David, cuando contemplamos las ruinas humeantes de sueños y deseos que nos han sido robados. Da miedo, pero es verdad. Podemos ser así.
Amigos, ¡Basta de culpar a Dios! ¡Basta de ser tan débiles! ¡Basta!
¿Sabías tú que el Gran David quiere que tú, junto a Él, persigas al grande y malvado ladrón y que recuperes, reclames, restaures, y redimas, junto con Él, todo lo que te ha sido robado? ¡Todo! ¿Crees eso? Pues debes creerlo, y ¡debes creerlo hoy! Sé como un Rottweiler, ¡ensarta y clava tus dientes en esa gran verdad! Sé como un Terrier, ¡no lo dejes ir, atrapa y arranca de un tirón lo que te han robado! Ah, y ya que estás allí, ¡dale de mi parte una buena patada por atrás al ladrón! ¡Atrápalo tigre!
Reflexiona: “Persíguelos —le respondió el Señor—. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos.” 1a. Samuel 30:8
“Nada les faltó del botín, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni ninguna otra cosa de lo que les habían quitado.” 1a. Samuel 30:19
Ora: Señor, yo creo. Ayuda a mi incredulidad. Hoy junto a Ti, me levantaré y comenzaré la batalla de recuperación, el proceso de recuperación de todo lo que me ha sido robado a mí y a los míos. Con tu ayuda, querido Jesús, esto será hecho. ¡Amén!

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