Lucas 15:25
Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas. (VRV)
Divinidad danzante
Me hace sudar, ¿lo sabes? Me refiero bailar en público. Algo mortal le sucedió a mi ritmo hace mucho tiempo estando debajo de un globo de discoteca en el pabellón de una iglesia de algún lugar lejano y ahora se encuentra atrofiado. Así que, cuando se trata de bodas y noches de diversión que incluyen bailes…ay, mamá. Tráigan el desodorante.

En esa película hay una escena particularmente asombrosa que es muy interesante. El bailador gordo llamado Dave (quien siguió trabajando como protagonista en la comedia de la CBC, Still Standing (Sigo en pie) lucha de forma graciosa contra la mentira de que “la gordura es un problema feminista” al sentirse completamente avergonzado de su rechoncha figura. Este representa maravillosamente al hombre desempleado, demasiado gordo, que ha perdido su dignidad, su devoción y su apetito sexual. En la escena más triste, Dave llorando le pregunta a su esposa: “¿Quién querría ver a un gordo bailando? Su tierna, amante y anhelante esposa le dice: “Yo, yo querría, Dave. Yo”.
El pecado nos ha robado el gozo a muchos de nosotros y ha convertido nuestro baile en lamento. El fariseísmo le ha hecho lo mismo a muchísimos más de nosotros. Sin embargo, ¡nuestro extravagante Dios está celebrando una fiesta! Ahora mismo hay regocijo entre los ángeles por cada pecador que se arrepiente. ¿De qué otra forma se regocija Dios sino con risas, cantos y bailes? Yo me pregunto si el rey David algún día le habrá dicho a Dios lo siguiente: “¿Quién querría verme a mí, un asesino, adúltero, engañador, mentiroso, un hombre quebrantado y caído? ¿Quién querría verme bailando? Y me pregunto si Dios tierna, amante y anhelantemente le dice: “Yo, yo querría, David. Yo”.
Medita: Amigos, quizás Lee Ann Womack en su canción “Baile” les da una exhortación a las almas atrofiadas de hoy. “Prométeme que le darás una oportunidad a la fe. Y cuando puedas elegir entre quedarte sentado o bailar (pequeña pausa) ¡Baila! Espero que bailes!
Ora: Señor. Cambia de verdad mi lamento en baile ante tu misericordioso, santo, triunfante y siempre alegre trono. ¡Amén!

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