Thursday, June 27, 2013

Jun | 27 | La segunda cosa más difícil de hacer

PERDONAR

Lucas 15:18-19
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”

La segunda cosa más difícil de hacer

Fue necesaria una combinación de pobreza y chiquero para que el hijo pródigo regresase al hogar. Fueron necesarios el profeta Natán y nueve meses de miedo para quebrantar el corazón y las rodillas del adúltero y asesino rey David. El paso del tiempo y la muerte de un ser querido siempre clavan sus garfios en los corazones de los hijos pródigos para ayudar a que éstos regresen.

Un poema escrito en el dialecto de Derbyshire, sobre un hijo pródigo que entra a toda prisa en el hospital local para ver a su padre antes de que éste muera, dice así:

He venido a verte, papá
Vine a verte el día de hoy
Quiero sentir que estoy contigo
Porque hubo antes gran distancia entre nosotros


He venido a verte, papá
Porque casi no hemos hablado
Y he extrañado mucho tus palabras
Y tu tierno abrazo

He venido a verte, papá
Porque sólo tengo un padre
Y yo soy tu hijo de sangre
Sí, soy tu amado hijo.

He venido a verte, papá
Antes de que te marches
He venido a decirte: ‘Lo siento, papá’
Quisiera que te quedases.

Ojalá nunca me hubiera ido
Ojalá nunca te hubiera dejado
Desearía que mis ojos hubieran sido buenos
Y que mis labios hubieran sido más dulces.

He venido a verte, papá
Antes que sea demasiado tarde
Para decirte que te amo
Que he dejado las cosas que tú odiabas.

He venido a verte, papá
Porque quiero estar cerca
Y acariciar tu cabello gris
Y escuchar tu corazón latir.

Lo más difícil puede ser perdonar al pecador persistente, pero lo segundo más difícil es pedir perdón a otros. ¿Qué tenemos que hacer, amigos? ¿Qué tenemos que hacer para alcanzar la bendición de tener un corazón conforme al de Dios? Lo que debes hacer si quieres ser sanado, y si quieres ser restaurado, es buscar el perdón de aquellos a los que has herido, ofendido o defraudado. ¡Hazlo hoy mismo!

Reflexiona: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y Su palabra no habita en nosotros.” 1ª. Juan 1:9-10

Ora: Ten misericordia de mí, oh Dios, de acuerdo a Tu bondad; de acuerdo a Tus innumerables y muchas misericordias, borra mis transgresiones. Lávame completamente de mi iniquidad y límpiame de mi pecado. Amén y amén.




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