Thursday, July 11, 2013

Jul | 11 | Felizmente perseguido

ESPERANZA

Apocalipsis 22:17
El Espíritu y la novia dicen: ¡Ven!; y el que escuche diga: ¡Ven! El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.

Felizmente perseguido


Ya saben que las palabras, especialmente las finales, las últimas, 'persiguen' a las personas.
Toda madre recuerda las últimas palabras que le dijera a su hijo en el momento de salir a la escuela, al mundo o a la guerra, para nunca más volver.

Muchos hombres aún se aferran a las palabras que desearían haber dicho a sus seres queridos, a sus madres fallecidas, a sus hijos en dificultades, a sus dulces y amadas hijas... “Antes de que se fuera, me gustaría haberle dicho tan sólo cómo... tan sólo cuánto... que perdono... que está bien... que...”. Es que las palabras, especialmente las finales, las últimas, 'persiguen' a las personas.

Así que hoy, me siento felizmente perseguido por las palabras finales de mi Salvador. Son palabras preparadas, empacadas como manzanas de oro en marcos de plata, y con el paso de los días que me acercan más a mi final, e incluso al final de todas las cosas tal como las conocemos, me doy cuenta de que las uso con más frecuencia y de que contemplo con detenimiento las profundidades de la esperanza apresurada que llevan.

Estas palabras finales de Jesús, son para mí, sin duda, y para todos nosotros. Cuando la batalla se pone difícil, son como un sonido de trompeta llamando por refuerzos inmediatos. Cuando la soledad nos abruma, se convierten en Sus brazos amorosos, que nos cobijan. Cuando el hambre abre nuestra boca y la sed reseca nuestra lengua, son aguas vertidas del pozo de Belén, y proporcionadas por el más poderoso de los hombres vivientes. Cuando lo mundano estropea mi alegría, estas palabras le hacen cosquillas a mi alma y arrancan una sonrisa; cuando las exigencias del día destruyen mi paz, estas palabras vienen y traen calma a los mares embravecidos; cuando aquello que no es más que herrumbre y putrefacción aparece para brillar como oro, estas palabras descubren el desierto y me muestran la arena que se cuela por entre las baratijas de este mundo pasajero e incoloro. Sí... estas palabras son para mí, sin duda, y para todos nosotros.

Ya saben que las palabras, especialmente las finales, las últimas, ‘persiguen’ a las personas. Hoy, amigos, siéntanse felizmente perseguidos con las palabras de su Señor...

Reflexiona: “Ciertamente vengo en breve”.

Ora: Amén; sí, ven, Señor Jesús. (Apocalipsis 22:20)


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