Sunday, July 28, 2013

Jul | 28 | Dulzura siempre

SANIDAD

Salmos 104:14,15a
Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento: el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida.

Dulzura siempre


Bueno, finalmente sucedió. En un servicio de comunión, una iglesia de la ahora conservadora Convención Bautista del Sur le ofreció a la congregación dos copas: una alcohólica, la otra de puro jugo. Esta nueva iglesia emergente del siglo veinte, se cree más bíblica al ofrecer una alternativa con alcohol en el momento de la comunión. En Inglaterra, la parte del mundo de donde soy, esto no es ni siquiera un problema, pero en Kentucky, que ha sido llamado la “Hebilla en el Cinturón de la Biblia”, esto sin duda fue todo un paso.

Créanme cuando les digo que mi familia ha sido más que consumida en lo que se refiere a los problemas serios que surgen del alcoholismo. Sin embargo, culturalmente, y más importante, bíblicamente, yo no encuentro ningún fundamento para prohibir el alcohol en ningún contexto, pero sí encuentro muchas advertencias y mandatos en contra de la embriaguez, porque la embriaguez, mis amigos, es un gatillo preparado y cargado en una fría arma de metal, presionada contra nuestra propia boca abierta.

Ahora, cuanto más pienso en las razones para la embriaguez, y la embriaguez constante, más llego a pensar en el dolor de personas desesperadas que necesitan anestesiarse contra el sufrimiento que llevan, y por un instante, sin importar nada, deben olvidar, deben aliviar el dolor. Brad Paisley y Alison Crouch lo resumen bien en su canció “Canción de cuna del whiskey”

Los rumores volaron pero nadie sabía lo mucho que se culpaba a sí misma
Durante años y años intentó ocultar el whisky en su aliento
Finalmente se bebió poco a poco su dolor,
Pero nunca pudo emborracharse lo suficiente para sacarlo a él de su mente
Hasta que llegó la noche
Puso esa botella contra su cabeza y apretó el gatillo
Y finalmente se bebió su recuerdo
La vida es corta pero esta vez fue más grande
Que la fuerza que tenía para levantarse de sus rodillas
La encontramos con el rostro sumido en la almohada
Aferrada a su foto con desesperación
La pusimos junto a él, bajo el sauce
Y los ángeles cantaron la canción de cuna del whisky

La embriaguez anestésica es un gran problema, especialmente entre las mujeres, y más especialmente entre las mujeres que están solas en sus casas. El problema es suficientemente grande como para decirles a algunos de los que incluso leen estas palabras hoy: “amigo, si estás atrapado en este círculo paralizador, Jesús tu sanador, puede sanar tu dolor, puede quitar la mancha más oscura, puede restaurar desde lo más pequeño hasta lo más, más grande”. Verán, como en la mayoría de cosas, el sexo, el dinero y el alcohol no son el problema. ¡El problema es lo que se hace con ellos!

Así que si hoy estás preso en una trampa de embriaguez, entonces debes empezar a encontrar un deseo más profundo que reemplace el deseo destructivo que tienes en tu corazón y en tus manos justo ahora; y ese deseo más profundo, amigo, debe ser Jesús. El alcoholismo es un asunto muy serio que no se enfrenta con mantras mágicos, sino que eres tú mismo junto con el poder del Dios Todopoderoso. Como una forma de empezar e ir hacia este descubrimiento, déjame sugerirte que te pongas hoy de rodillas, hermano, hermana; tomes de Su gracia, lo estreches a Él contra tus labios, y bebas de Su ayuda hasta el fondo. Cada vez que la botella te llame, vuélvete a tu Padre y di las siguientes palabras:

Reflexiona: “Dejen que me bese con los besos de tu boca... ¡porque tu amor es mejor que el vino!” Cantares 1:2

Ora: Señor, perdóname por las veces en que haya puesto en mis labios una botella en vez de las bendiciones de Tu dulzura. Perdóname por las veces en que haya buscado otra solución para ‘aliviar’ el producto de mis malas decisiones, y para las heridas que me haya dejado este mundo caído, y luego las haya empujado muy lejos y muy adentro de mi alma, sólo para dejarlas pudrir, como heces endurecidas en el centro de mi ser. Huelo mal, Señor, y sufro. Jesús, hoy te pido que me beses con los besos de Tu boca y soples sanidad para mi espíritu. Concédeme deseos mejores, Señor, y un enema de amor para el alivio de mi autodefensa lastimada e hinchada. Jesús, hoy pongo Tu nombre en mis labios; permíteme saber que tú eres siempre una dulzura para mi alma. Amén.


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