Sunday, November 3, 2013

Nov | 03 | Las novias de medianoche

CREE

Isaías 34:16a  
Consulten el libro del SEÑOR y lean: Ninguno de estos animales faltará; cada cual tendrá su pareja.

Las novias de medianoche

A través de los años he conversado con una cantidad apreciable de mujeres solteras, muchas de las cuales han sido amigas, que durante mucho tiempo han deseado casarse. Han buscado a Dios fielmente en oración pidiéndole que Él les provea de un compañero para su jornada en esta tierrra. No están llamadas al celibato sino están listas para el amor, en todas sus formas y requerimientos. A través de los años, se han estado guardando para ese amado esposo con el que sueñan que, un día, pase por sus vidas y las rescate de su soledad y frustración. En cada pensamiento, oración y fantasía, en tiempos de feliz esperanza, como también en tiempos de triste desesperación, la canción de Disney “Algún día mi Príncipe vendrá” ha sonado repetidamente en sus mentes y ha danzado en sus corazones.

Los meses de espera se han convertido en años y, para muchas de ellas, los años se han convertido en décadas. Entonces, un día, al salir de su baño perfumado de lilas, la esperanzada princesa, quien ha vivido toda su vida en preparación perpetua, se mirará en el espejo y esta vez escuchará el silbido del tren del tiempo que se le está pasando. Atraídos por la gravedad, sus dones han comenzado a avanzar lentamente hacia el Sur en el viejo y curvado riel, mientras las patas de gallo se han amontado alrededor de sus ojos, alguna vez brillantes, y han pisoteado su arrugada frente y arrastrado sus alegres mejillas hacia abajo. La idea de su príncipe arribando en este momento sigue siendo una idea agradable, o algo así, pero está mezclada con algo de enojo, mucho arrepentimiento y además un poco de temor. ¡Qué le pasa al príncipe que no llega! En tanto que los pensamientos del Padre que lo envía, al que se le ha implorado a diario, ¡parecen cada vez más inescrutables! ¿En qué está Él pensando? ¿Por qué no ha enviado al príncipe?

La vi en Disney World de Florida: Las orejas blancas y brillantes de Mickey Mouse, con el velo de novia haciendo juego, no le sentaban. Ella tenía unas cuantas ‘llantas’ y sus brazos eran más grandes que los bíceps del boxeador Joe Bugner. Sin embargo para mí, eran los pantalones cortos tensionados contra la barriga y las chancletas de piel azotando sonoramente contra los viejos talones callosos, lo que hacía desaparecer la magia del velo brillante para convertirse en en una bobería. Todos sabemos que la parafernalia de la princesa de los dibujos animados fue hecha hace mucho, mucho tiempo con la pequeña niña del vestido largo, danzando frente al el espejo con zapatos centellantes que combinaban con el vestido y un puñado de flores sonrientes, cantando “Algún día mi Príncipe vendrá”. Amigos, las películas románticas y los alegres cantos de esperanza pueden llenar la vida de una niña pequeña precisamente con esperanza, pero no son buenos para una mujer de verdad, no son buenos para una novia que ha sido aparentemente olvidada, cuyas chancletas parecen golpetear. ¿Existirá una respuesta para todas aquellas fieles novias que esperan?

La única respuesta que he encontrado para las novias que esperan en la medianoche de sus vidas es avanzar hacia los horizontes lejanos más allá de las colinas del este. Les aseguro que una mirada de tanto alcance y tanta fe, les dará el toque y el sabor de los justos vientos del fragante futuro de Dios, arreglado en el cielo para ustedes. Creánme cuando les digo que esa mirada hacia el horizonte lejano les traerá sus sueños hasta donde están ustedes y traerá esperanza a sus corazones rotos. En su frustración por tanto lamento por eso que tanto han implorado y rogado al Padre, no hagan a un lado estos sueños y esperanzas como si fueran caprichos sin sentido y burlones, oh no, sea lo que sea que hagan, no quiten de su ‘mesa’ estas delicias reconfortantes “¿Cuáles delicias reconfortantes?” escucho a algunas de ustedes decir, “¿Qué delicia reconfortante hay cuando mi tiempo aquí está casi terminado, y mi belleza está casi marchita?”

Seguramente, esta verdad permanece para siempre: “no es bueno que el hombre esté solo”. Mi mera conjetura (ya que las Escrituras no dicen nada sobre esto) y mi firme creencia es que en el Reino que se avecina, (aunque quizá no haya matrimonio y dar en matrimonio), habrá algo mejor y algo mucho más maravilloso de lo que jamás se hayan imaginado. Novia que estás a la espera, ¡es Jesús el que te ha llenado de esta esperanza de un alma gemela y de un magnífico príncipe que vendrá! ¡Jesús te ha dado este deseo, aun esta gran necesidad, y no es para burlarse de ti, no es para lastimarte, sino es para bendecirte! Él es tu todo en todo, eso es seguro, no hay dudas al respecto (¡amén y amén!), y entonces me pregunto si, al ser Él eso para ti, te ha provisto de un Príncipe de Dios ¿a quién sólo abrazarás en Su Glorioso Reino venidero? Me pregunto. Eso creo. ¿Bueno, por qué no?

Si tu esperanza perdida te ha llevado a cometer actos desesperados, que te han dejado triste o lastimada, indiferente o cínica, entonces, quiero alentarte a mirar una vez más hacia Su trono de gracia y hacia las colinas del este de todas Sus promesas, donde encontrarás de Él un canto aún mejor para cantar.

Iglesia de Cristo, que estás desesperada por Su aparición, alza tus ojos a los montes, pues tú tampoco haz sido olvidada y lo mejor está aún por venir; y de hecho vendrá muy pronto y, ¡hey! ¡Su recompensa viene con Él!

Reflexiona: El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes. Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: "¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!" Mateo 25:1-6

Ora: Dios fiel, que haces verdaderos todos mis sueños, acerca Tus horizontes lejanos a mi corazón una vez más. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén.

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