Monday, August 15, 2011

Aug | 15 | No más lamentos de Macbeth

Palabra para meditar – ENFOQUE


Eclesiastés 1:1-2
“Éstas son las palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dice el Predicador; vanidad de vanidades, ¡todo es vanidad!”(VRV)
 
No más lamentos de Macbeth

Mañana, y mañana, y mañana
se arrastra con paso mezquino día tras día
hasta la sílaba final del tiempo escrito,
y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos
hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama!
La vida es una sombra que camina, un pobre actor
que en escena se arrebata y contonea
y nunca más se le oye. Es un cuento
que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia,
que no significa nada...


Por supuesto esto viene de la pluma del mismo Vate, Sr. William Shakespeare, Macbeth¸ acto V, escena V. Aquí, el Rey Macbeth, presa del abatimiento, estima en nada su vida, y al hacerlo, por supuesto, estima en nada la vida de cualquier otro. Por supuesto es de lo más evocador de las líneas de nuestro texto bíblico de esta noche, que a su vez han sido extraídas del diario del hombre más rico, más sabio y con todo, más indulgente consigo mismo que haya existido: el mismísimo rey Salomón.

La edad avanza en ti sin que te des cuenta. Joven, te lo digo una vez más, la edad avanza en ti sin que te des cuenta. A pesar de todas tus cremas, las arrugas van a aparecer como gusanos indeseados, que se arrastran y se menean en la superficie ondulada de lo que ahora es tu piel suave y tersa. A pesar de los años que pases intentando ahuyentar a los pájaros de tu frente, aun así las patas de gallo dejarán sus pisadas alrededor de tus ojos y con todo jamás te ayudarán quitando con su pico las cataratas ahumadas de decoloración de los que alguna vez fueran lentes claros de fina belleza plasmada. Efectivamente y a pesar de todos esas decenas de miles de abdominales, tu estómago, tu barriguita de pingüino, sin que tú lo sepas, secretamente ha hecho un pacto con la gravedad y se enamorará de tu cinturón, por lo que cariñosa y gustosamente desplegará su piel rosada sobre el cuero café de éste. A pesar del sonido seductor de esta última oración, ¡envejecer sencillamente no es tan sexy!

¿Les dije que la edad avanza sin que nos demos cuenta? Bueno, igual pasa con la enfermedad, los incidentes, los accidentes y muchas otras cosas. Hay días, (quizás así ha sido el de hoy para ustedes, y si no, entonces tan sólo esperen un rato, porque con certeza llegarán), sí, hay días miserables como los de Macbeth, días que hacen que la vida no parezca más que una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye; que hacen que la vida parezca un cuento que cuenta un idiota, sencillamente un sonido que pasa, lleno de ruido y de furia, que al final, en lo que a ustedes respecta, ¡no significa nada! Esos días miserables como los de Macbeth nos llegan a todos eventualmente, pero Dios ayuda a la persona que los vive día tras día, durante todo el largo y oscuro día.

No hay sino dos maneras en las que puedes detener la llegada a tu vida de estos días como el de Macbeth, y son “temer a Dios y enfocarte”. Primero que todo, miremos lo de enfocarse.
Enfocarse. En esta noche, cuenta tus días. Quizá sólo te estén destinados setenta años, y entonces ¿cuántos pueden quedarte? No cuentes ovejas en esta noche, cuenta tus días. Sí, enfócate. Ahora que sabes cuántos pueden restarte, asegúrate de elegir disfrutar cada momento, vivir en cada momento el ahora, porque el pasado ya fue pero el momento ahora sobre el que podrás construir tu presente y tu futuro, si Dios lo concede, es sencillamente una extrapolación fantasma que se construye sólo sobre lo que puedas hacer en el ahora. Disfruta el ahora. Vive el ahora. Elige el ahora.

Segundo, asegúrate de Temer a Dios. Sí, cuenta tus días y enfócate en tu tiempo limitado, en tu destino final, en tus dones y tu llamado, y en el ritmo vivo de tu corazón, pero hazlo todo a la vista de un Dios Santo.

El apóstol Pablo avanzó con confianza hacia su futuro. ¿Y tú? El que diga un discurso de despedida en tu funeral, ¿lo dirá de tal manera que tu vida será vista como nada más que un cuento de la vida de un tonto, lleno de ruido y de furia, que nunca hizo nada? Si en tus sueños Dios te permitiera escuchar ese discurso en esta noche, ¿sentirás que has trabajado como una mujer durante su trabajo de parto y simplemente has dado a luz al viento?

En esta noche quiero que te imagines recostado en tu ataúd e imagines que finalmente has llegado al frente de la iglesia, con tus ojos cerrados, pero con la tapa de tu ataúd y tus oídos bien abiertos y escuchando. ¿Qué dirá la persona que haga el discurso, acerca de tu vida, tus amores, tus logros, tu impacto, sí, el impacto que hiciste en este mundo alguna vez maravilloso e iluminado de azul por el que caminaste?

Quizá mañana sea tiempo de que el cometa comience a cambiar de curso. ¿Quizás? Porque esta noche es tiempo tanto para el Temor como para el Enfoque. Deshagámonos de todas esas mañanas Macbethsianas y de esas noches mortales de una vez por todas. Temor y enfoque, mis amigos, temor y enfoque, esa es la clave.

Medita: “Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.” 2ª Timoteo 4:6-8

Ora: Señor, que en esta noche pueda cambiar todo abatimiento que tenga en mí, por los dones de la fe, la esperanza, el temor y el enfoque, para que todas mis lamentos estilo Macbeth se desvanezcan. Te lo pido en nombre de Jesús. Amén.




No comments:

Post a Comment