Tuesday, August 16, 2011

Aug | 16 | La reconciliación de Cristina La Asombrosa

Palabra para meditar – RECONCILIAR


1 Corintios 6:19-20
“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.”


La reconciliación de Cristina La Asombrosa

Yo no diría que es “apuntarme un tanto” el que me consideren el santo patrono de los dementes; ¡ciertamente no me complacería tener este galardón en mi Currículum eterno! No obstante, este honor particular recae sobre una mujer belga del siglo doce, que ha llegado a conocerse como “Cristina La Asombrosa”. Sin duda alguna, como la mayoría de las historias medievales, ha habido, por decirlo así, cierta libertad imaginativa y cierta elaboración quizá no tan elegante dentro de los relatos de su vida y de sus muy salvajes hazañas.

Cristina quedó huérfana a la edad de quince años, y se dedicó a vivir la vida de una pastora contemplativa. No hay duda alguna de que la pobreza, al igual que el misticismo ascético, con la consecuente enfermedad mental y corporal producto de esta combinación, llevó posteriormente a su fallecimiento. No obstante, es después de su muerte que los relatos de su vida se vuelven totalmente extraños. Sí, dije su vida después de su muerte, porque aparentemente fue en su funeral, incluso durante la misa, que voló de su ataúd como un pájaro y se posó en las vigas. Claro que si cualquiera de nosotros se levantara de un ataúd durante una misa, estoy seguro de que ustedes y yo ¡haríamos exactamente lo mismo! Desde este punto de la resurrección en adelante, el registro de la vida de Cristina cobra un sabor muy Católico Romano, pues supuestamente ahora, después de haber pasado algún tiempo tanto en el cielo como en el infierno, y también en el más útil e inventado de los lugares Romanos llamado purgatorio, “Cristina La Asombrosa” decide entonces no quedarse con Dios sino más bien volver a la tierra y sufrir públicamente los fuegos y dolores del Purgatorio frente a las masas medievales asombradas.

Cynthia Large registra que el hedor del pecado humano le resultó tan repugnante, que Cristina decidió posarse en lo más alto de los árboles, en las más pequeñas ramas, y orar con los pájaros. Las aventuras registradas de Cristina van desde lanzarse bajo las ruedas de los molinos, hasta rodar por entre el fuego y sentarse en hornos de panaderos, gritando en agonía por el agua la madera y el calor pulverizadores, o torturada de terror por las llamas abrasadoras, para luego salir completamente ilesa. Ni siquiera hablaremos de sus pechos milagrosos y virginales en esta noche; baste con decir, que al igual que la mayoría de los Santos Católico-Romanos y héroes terrenales, Cristina La Asombrosa sufrió públicamente por los pecados de los demás, cubriendo con ello los méritos que faltaron por cubrirse en el sacrificio de Cristo. Ahora, esta manipulación terrorífica de la conciencia humana por parte de Cristina fue posteriormente convertida, por un extremadamente indulgente hombre apellidado Tetzel, en una magnífica productora de dinero para la Iglesia de Roma durante la era medieval, cuya crasa extravagancia ayudó a gestar el golpe que transformó la cuña de “Sola Fide” (sólo por la fe) en la leña seca de la entonces iglesia visible, separándola, haciendo a un lado a los vivos de los muertos, y con ello creando una denominación Católica Romana y muchas denominaciones Protestantes. En muchos sentidos, creo que la mística loca de Cristina La Asombrosa contribuyó grandemente a esta eventual reforma de la iglesia.

Cristina La Asombrosa fue o una mística o una mujer loca, o posiblemente ambas. Una vida tan llena de relatos aterradores de locura mental, significaron tanto entonces como ahora, que no hay una opinión clara respecto a si tenía una posesión demoníaca o ¡estaba inspirada por Dios! No obstante, hay un suceso registrado y considero que de lo más sorprendente, que bien vale nuestra consideración en esta noche. Una vez más, Cynthia Large escribe: “Tal parece que el alma y el cuerpo de Cristina coexistían difícilmente, como queda demostrado en un suceso narrado por un sacerdote, quien secretamente la siguió un día cuando entraba a la iglesia a orar. El hombre se escondió detrás de una columna y la observó cuando amargamente se arrojaba delante del altar y gritaba ‘¡Oh miserable y desdichado cuerpo! ¿Cuánto tiempo me atormentarás? ¿Por qué retardas mi encuentro con el rostro de Cristo? ¿Cuándo me abandonarás para que mi alma pueda regresar libremente a su Creador?’. La respuesta acusatoria provino de la misma boca: ‘¡Oh alma miserable! ¿Por qué me atormentas de esta manera? ¿Qué es lo que te retiene en mí y qué es lo que amas en mí? ¿Por qué no me permites regresar a la tierra de donde fui sacada?’. Entonces, delante de sus ojos, se produjo una amorosa reconciliación: Cristina tomó sus pies con ambas manos y besó sus plantas con fervor diciendo: ‘¡Oh cuerpo amado! ¿Por qué te he injuriado? ¡Oh, el mejor y más dulce de los cuerpos, soporta con paciencia...!”.

A mí me gusta mucho este relato y realmente creo que en él, la señorita Cristina La Asombrosa nos dice algo a todos nosotros en estos días tan peculiares del siglo veintiuno.
A pesar del culto masivo de la veneración occidental del cuerpo, aún hay una coexistencia muy difícil entre el cuerpo y el alma, en la mayoría de las personas. De hecho, yo llegaría incluso a decir que si vemos y verdaderamente observamos, gran cantidad de almas torturadas de una forma u otra, también torturan su propio cuerpo. Por ejemplo, en esta noche me acuesto sintiendo el tejido cicatrizado de una antigua vasectomía, pasando mis dedos por otra línea cicatrizada de una reparación en una hernia umbilical, mientras descanso un hombro una vez dislocado en unos músculos abdominales ahora estropeados, que incluso ahora ceden el paso a otra hernia en esta ocasión ventral, y pensando en el daño, mi respiración se hace un poco dificultosa pues el aire lucha por atravesar unas fosas reparadas en dos ocasiones con rinoplastias. Podría hacer una lista de mucha más evidencia del decaimiento corporal debido a la edad y a los estragos del pecado, pero más inquietante que todo, podría hacer una lista con la evidencia de autolesiones físicas, y permanentes en el alma.

La obesidad, las adicciones y una multitud de otras tantas autoaversiones corporales, con todas las dolencias físicas que las acompañan, pueden verse en todo lo que nos rodea, y más especialmente en nosotros mismos. Con el tiempo, estoy seguro de que para todos nosotros ha habido una coexistencia difícil entre el cuerpo y el alma, que para muchos de nosotros y especialmente para las damas, se ha convertido en una aversión repugnante, silenciosa y fea del cuerpo que Dios mismo nos ha dado. Para contrarrestar la devastación de tal autoaversión, creo que muchos de nosotros también debemos adoptar y poner en práctica la acción de una reconciliación de cuerpo y alma, tal como la observó aquel sacerdote que estaba escondido; sí... esa misma reconciliación entre el cuerpo y el alma que se produjo en Cristina La Asombrosa, en Cristina, la santa patrona de los locos y enfermos mentales.

Me pregunto si en caso de que nuestros cuerpos pudieran expresarse esta noche, no nos gritarían en medio de su necesidad que les proporcionáramos un cuidado más considerado y nos preocupáramos más amorosamente por ellos. Si no nos pedirían a gritos en esta noche un dominio más fuerte y el ser honrados. Si no nos pedirían a gritos en esta noche un amor más verdadero, un respeto más real y una atención correcta y justa.

A mi parecer, algunos de ustedes tienen que pedirle disculpas a su cuerpo en esta noche. Algunos de ustedes tal vez tengan que hacer algo de limpieza en su casa física, algunas reparaciones e incluso tal vez, darle un buen mantenimiento. No tengo dudas de que muchos de ustedes tienen una gran necesidad de reconciliación dentro de sus casas totalmente divididas. Sí, algunos de ustedes tienen que llorar sobre sus propios pies en esta noche, tienen que besarlos y estrecharlos contra sí. Sí, muchos de ustedes necesitan de una reconciliación justa con ustedes mismos, incluso en esta misma noche.

El que tenga oídos para oír, que oiga.

Medita: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.” 1a. Corintios 3:16-17

Ora: Señor, ayúdame a hacer de mi cuerpo un compañero para Tu servicio y no un esclavo golpeado para los deseos locos. Señor, perdona por favor el abuso de este Tu templo, el desprecio que he sentido hacia mí mismo y el desastre que he traído sobre mí. Señor, te pido en esta noche por una reconciliación sanadora que me haga pleno; que mi cuerpo, alma y espíritu sean uno, incluso así como Tú lo eres con el Padre y el Espíritu Santo bendito, uno en propósito, uno en deseo y uno en dirección. Te lo pido en Tu glorioso nombre. Amén.


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