Wednesday, August 31, 2011

Aug | 31 | Palabras profundas

Palabra para meditar – PODER

Juan 6:63
“El Espíritu es el que da vida; la para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”(VRV)

Palabras profundas

Recuerdo haber hablado con otro ministro cuyo amigo desde la preparatoria, estaba demonizado a un grado tan extremo y posesivo, que podía decirse que estaba poseído. En sus momentos más lúcidos, este mismo hombre poseído decía que él sabía cuando otras personas con las que se encontraba estaban endemoniadas, porque aquello que lo poseía a él, se comunicaba con aquello que las poseía a ellas. En otras palabras, era consciente de que las tinieblas que había en él se comunicaban con las tinieblas que había en ellas.

Créanlo o no, existe aquí un principio espiritual al que nosotros, hijos de la Luz realmente debemos aferrarnos. Nosotros, como hijos e hijas de la Luz podemos y debemos comunicarnos con todos los demás hijos de la luz. No estoy hablando de comunicación social, o de eso a lo que con poca sinceridad nos referimos como “confraternizando” los unos con los otros. Estoy hablando de tres de las formas de comunicación más poco utilizadas pero más poderosas que jamás se podrían usar en la parte superior de esta tierra y en la parte inferior del cielo. Tengo que decirles también que hay tres niveles del poder, dador de vida, asociados con estos tres modos de la comunicación dadora de vida. Permítanme empezar por lo último.

Primero, los tres niveles de comunicación son los siguientes:

El nivel uno de comunicación, es cerebral. Va de una boca a un oído y aterriza en un cerebro. Puedes compartir algo de la Palabra de Dios, un versículo, un texto, una percepción, y está bien, es poderoso y es bueno, pero sólo ha sido lanzado desde la mente a través de la boca, hacia un oído, y se ha alojado en la mente de otra persona. Es fácil comunicar a este nivel cerebral, y relativamente fácil recibir el mensaje y meditar. Es el nivel uno de la comunicación.

El nivel dos de la comunicación es más profundo en su fuente porque es una comunicación del alma, es emocional en contenido y contexto, va de un corazón a otro. La transmisión de una comunicación así, requiere apertura de parte del comunicador, y cierta transparencia, cierta autenticidad y cierta vulnerabilidad; pero su contenido se recibe a un nivel que se siente, ¡y por lo tanto a un nivel verdaderamente conocido y comprendido! Este es el poderoso nivel dos de la comunicación.

El nivel tres de la comunicación es el más profundo de los niveles, es gutural tanto en su transmisión como en su recepción; es espiritual, es autoritario, es declarativo, cambia la vida. Es excepcionalmente poderoso. Es comunicación a un nivel dimensional completamente diferente, es comunicación del espíritu, es lo profundo llamando a lo profundo.

¿En qué nivel de comunicación han estado comunicándose principalmente en este día? ¿Qué tan profundo pueden llegar?

Ahora, si estos son los tres niveles de la comunicación para los hijos de la luz, permítanme ahora compartir con ustedes los tres modos de la comunicación.

El modo uno de comunicación es la afirmación. Es justo y propio, es necesario y vital que todos participemos en este modo de comunicación afirmativa. Este modo asume la forma de un reconocimiento de lo que es la otra persona, de su existencia, de su llamado, de sus dones, de su unción, de sus buenas decisiones, de sus correctas instrucciones. Necesitamos, en un nivel gutural, en un profundo nivel espiritual, reconocer y honrar el ser mismo, la posición, la condición de persona y el lugar de unos y otros en Cristo. Imaginen el poder de esto, imaginen la afirmación de la condición humana y de la posición de otros miembros del cuerpo.

El modo dos de la comunicación es la transmisión. Es justo y propio, es necesario y vital que todos participemos de este modo de comunicación transmisora. Este modo asume la forma de pronunciar palabras de poder, palabras de estímulo para cambiar de dirección, palabras de sabiduría, palabras de conocimiento, palabras de fortaleza, consuelo, amor, palabras que se tragarán la soledad y alimentarán una familia que está como un ejército sobre el cual van a caer las puertas del infierno, partiéndolo en dos. Imaginen el poder de esto, imaginen la capacidad para transmitir todo lo que es necesario para que unos y otros se levanten victoriosamente.

El modo tres de la comunicación es la declaración. No sólo es justo y propio, necesario y vital que todos participemos de este modo de comunicación declarativa, sino que, ¡oh, Dios! es algo que hace muchísima falta en la iglesia de los tiempos modernos. Oh… ¡cómo necesitamos poner en práctica la capacidad de sacar vida de la muerte, la capacidad de, en fe, ¡declarar las cosas que aún no vemos ni experimentamos en la vida de otra persona! Ahora, no estoy hablando de una actividad divina de llamar a la vida las cosas que no son, sino más bien, de llamar a la luz las cosas que están escondidas, llamar a la vista las cosas que han estado perdidas, poner atención a aquellas cosas que han sido ignoradas, abandonadas, poco utilizadas, llamar al campo de batalla a las múltiples bendiciones que dan vida, que cambian la vida, que el Padre tiene para nosotros en Cristo Jesús nuestro Señor, para que puedan manifestarse y operar justo en los corazones y en el espíritu mismo de los hijos de Su amor.

Entonces dime amigo: ¿cómo han estado tus capacidades comunicativas el día de hoy? Mañana, quiero desafiarte a que pases al modo tres y al nivel tres de la comunicación, con los otros santos. Ahora es el tiempo para permitir que nuestras palabras nos transformen unos a otros, transformen el mundo, nos moldeen mutuamente, moldeen al mundo. ¡Ahora es el tiempo de comunicarnos con efectividad!

Medita: “Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque ¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo? Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.” 1ª. Corintios 2:13-16

Ora: Señor, dame palabras de poder. Señor, dame palabras de vida. Señor, dame palabras de formación y de cambio, palabras de resurrección y de vida; Señor, unge mis labios con palabras de vida y con luz danzante; unge mis labios con el sonido de muchas voces, con el torrente y estruendo de las cascadas, las certezas sólidas de Tu llamado profundo a lo profundo. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!



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