Thursday, September 1, 2011

Sep | 01 | Usando la vaina

Palabra para meditar– CONTROL

Efesios 4:26-27
“Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo.”

Usando la vaina

“Guarda tu espada, le dijo Jesús…’” Mateo 26:52. ¡Topos! Esa es la palabra griega utilizada en este versículo del Evangelio según San Mateo, ¡topos! Es una palabra versátil, traducida en muchas partes ¡sencillamente como “lugar”! El contexto es bastante obvio aquí en Mateo, y por lo tanto, como se refiere directamente al lugar en el que uno guardaría la espada, la deducción evidente es la de la “vaina”.

Durante el paso de los siglos, muchos escritores se han referido al cuerpo como la “vaina del alma”, o la “vaina del espíritu”. El cuerpo no es más que el espacio de almacenamiento exterior de aquello que es verdaderamente importante. La vaina puede ser sencilla o estar decorada con joyas, puede ser de cuero, madera o metal, o de cualquier otro material de mayor o menor valor; el punto es que el material del que está hecha o la manera en la que está decorada en su exterior, es sencillamente irrelevante porque no es más que una vaina, la casa protectora de aquello que es verdaderamente importante.

Ahora bien, comenzando con nuestro versículo de esta noche, permítanme conectar algunos puntos que pienso que están allí. Verán, nuestro versículo para esta noche dice “no den lugar al diablo”, “no den ‘topos’ al diablo”, “no den su ‘vaina’ al diablo”, “no den su cuerpo, ni parte de su cuerpo, al diablo”. Me gustaría en este punto enlazar este uso de la palabra ‘lugar’, directamente para significar específicamente la vaina de la espada, o más bien, el cuerpo para el alma y el espíritu. Se me ocurre pensar que es una gran manera de ver nuestros cuerpos: como vainas para nuestra propia espada eterna de doble filo, la espada del alma y del espíritu. ¿Me están entendiendo hasta ahora? ¡Bien!

Desafortunadamente consideramos que nuestra vaina ¡es tan importante como nuestra arma! Sí, en efecto y de hecho, manejamos nuestra vaina como el arma; no, más que eso, ¡permitimos que la vaina maneje al arma! ¿Lo están entendiendo? Lo tenemos al revés: deberíamos estar utilizando el cuerpo como el siervo protector del alma y del espíritu; deberíamos estar en control de nuestras vainas. De hecho, pienso que las Escrituras en general dicen claramente: “Asegúrense de que sólo sea su espada la que descanse en su vaina. No le den al diablo un asidero, no le concedan un contrato de arrendamiento, ni acceso, ni uso, ni utilización a corto plazo de su vaina ni de ninguna parte de ella, de ninguna forma, ¡por ningún período de tiempo!”

Tal vez si empezamos a ver nuestros cuerpos como simples vainas para aquello que es lo más importante, eso nos ayude a tomar mayor control de lo temporal y a honrar más lo que es permanente. Tu cuerpo, tu vaina, y cualquier y toda manifestación de sus miembros, no debe ser habitada ni contaminada por el diablo en ninguna forma.

Díganme, ¿qué han estado haciendo con su vaina hoy? ¿Quién la ha estado usando?

Medita: “¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia. Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido de corazón a la enseñanza que les fue transmitida. En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia. Hablo en términos humanos, por las limitaciones de su naturaleza humana. Antes ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad.” Romanos 6:16-19

Ora: Señor, te rindo a Ti todo lo que soy; oh mi Dios, ven y toma plena posesión de aquello que adquiriste con Tu sangre. Señor, te entrego todo de mí, cada parte de mi ser, cada cuarto y cada rincón de mi casa espiritual y de la vaina que es mi morada. ¡Amén!


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