Friday, September 30, 2011

Sep | 30 | Los gansos llegaron esta noche.

Palabra para meditar– CAVAR

Job 28:7
“...Senda que nunca la conoció ningún ave, ni ojo de buitre la vió”. (RV1960)
El ruidoso cuestionamiento de los pájaros ciegos


Los gansos llegaron esta noche.

En Norteamérica, la transición entre las estaciones del verano y el invierno se anuncia con avisos cacofónicos, por medio de la llegada de esos pájaros graznadores con alas rizadas en las puntas quienes, como ganadores parlanchines en un club de lotería para ancianas, se deslizan elegantemente por las barandillas invisibles del aire, y ocupan su lugar en sillas de agua, frías y plateadas cuando el sol se pone. Los gansos canadienses han llegado a la ciudad, trayendo consigo su mensaje anual en sus picos bulliciosos.

Se dice que los cielos de la tierra prometida a menudo se veían oscurecidos por el humo ascendente de millones de ofrendas expiatorias quemadas. Por supuesto, todos los menudos de esta carnicería diaria se arrojaban a un lado, convirtiendo a Israel en un buffet contínuo de esos de “come todo lo que puedas” las 24 horas del día, para las aves rapaces de garras filudas que escarbaban en el aire buscando sangre. Los otros pájaros, las variedades vegetarianas de las aves de corral, las palomas democráticas con destinos pacíficos, incluso hasta el día de hoy, evitan, rechazan y desprecian a todos los halcones marcados con rojo, por la sangre. Estas dos aves no se mezclan. Estas dos aves no se hablan, no hacen tratos, no tienen ninguna camaradería real, sino que desde dos perspectivas aéreas distintas, sencillamente siguen haciendo sus trabajos, observando en detalle a sus destinos y a su ‘comida’, incluso desde las alturas de los cielos agitados; las aves rapaces siempre contemplan con su enfoque de zoom, a su presa que se encuentra corriendo por la tierra, o nadando entre las aguas, quizá recostada y esperando a ser recogida como hierba, de sobre las rocas planas, vestida con un verde brillante, escondida bajo la superficie danzante de muchos arroyos alegres. Estas aves siempre ven sus cenas desde lejos.

Verán, la mayoría de aves, tanto con visión monocular como binocular, tienen ojos más planos que los ojos humanos y es esa condición la que les permite a las aves de ambas perspectivas, incluso al halcón y a la paloma, tener un área de enfoque mucho más amplia; mientras que nosotros, individuos más redondeados y humanos, enfocamos un área mucho, mucho más pequeña. En otras palabras, ¡las aves ven mucho mejor que nosotros! No obstante, nuestro versículo de esta noche dice que incluso para estas aves con mejor visión y de mayor alcance, hay caminos preciosos...bajo la tierra ardiente, llena de tesoros de rubí, que les permanecen ocultos, incluso ante su visión más desarrollada.

Algunos de nosotros cazaremos sobre la superficie de nuestra alma; algunos de nosotros escarbaremos la basura y nos alimentaremos de los menudillos del sacrificio de otros hombres; algunos de nosotros jugaremos una vida de ‘lotería’, metiendo ocasionalmente nuestras cabezas bajo la superficie de destellos brillantes, para apacentar en la hierba y recoger la cosecha invisible de las rocas cubiertas de invierno, que yacen tiritando en la oscuridad. Sin embargo, algunos de nosotros dejaremos de agarrar y de apacentar, de meternos ocasionalmente en lo profundo, e iremos a escavar para encontrarnos un tesoro debajo de la superficie de la tierra. Sí, algunos de nosotros escavaremos buscando la victoria, aunque no podamos verla desde arriba. Sí, algunos de nosotros nos convertiremos en buscadores de tesoros.

En esta noche llegaron los gansos, trayendo un mensaje en sus picos graznadores: “el tiempo pasa”, dicen. “Otro año se ha ido”, dicen. “Muéstrennos los tesoros que sólo ustedes pueden encontrar”, dicen. “Muéstrennos los ardientes zafiros los cuales nosotros nunca podemos ver; muéstrennos la plata de grandes vetas, y el brillo del oro amarillo como el sol; muéstrennos”, dicen, “muéstrennos todos los tesoros de la oscuridad que han recogido muy por debajo de la tierra rodeada de aire, en este largo año que pasó”.

Así que mi amigo, a medida que el otoño empieza a tomar el control, y el invierno ya llega con sus faldones rojos y naranjas, piensa, ¿qué caminos escondidos has buscado en este año? ¿Qué tesoros has recogido de los rincones de tu mente, de las cavernas de tu alma y de las profundidades de tu espíritu? ¿Qué tesoros has encontrado al explorar en el centro mismo de tu ser? ¿Qué tesoro oculto has encontrado escondido debajo de tu tierra? ¿Qué has obtenido de tus minas, y qué has destilado en el fuego purificador de los hornos?

Medita: “Hay minas de donde se saca la plata, y crisoles donde se refina el oro. El hierro se extrae de la tierra; el cobre se separa de la escoria. El minero ha puesto fin a las tinieblas: hurga en los rincones más apartados, busca piedras en la más densa oscuridad. Lejos de la gente cava túneles en lugares nunca hollados; lejos de la gente se balancea en el aire. Extrae su sustento de la tierra, cuyas entrañas se transforman como por fuego. De sus rocas se obtienen zafiros, y en el polvo se encuentra oro. No hay ave rapaz que conozca ese escondrijo ni ojo de halcón que lo haya descubierto.” Job 28:1-7

Ora: Señor, condúceme a las minas, condúceme a trabajar, condúceme a senderos ocultos, condúceme a todos los tesoros secretos, escondidos bajo mi tierra. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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