Monday, September 12, 2011

Sep |12 | Buscando a Mark Twain y más

Palabra para meditar– SEGURO

Ezequiel 47:5,6
“Midió otros quinientos metros, pero la corriente se había convertido ya en un río que yo no podía cruzar. Había crecido tanto que sólo se podía cruzar a nado. Entonces me preguntó: ¿Lo has visto, hijo de hombre? En seguida me hizo volver a la orilla del río.”

Buscando a Mark Twain y más

A partir de nuestros textos de esta noche, permítanme de alguna manera imitar al gran señor Clemens al probar una idea tal vez sobre exagerando unas cuantas metáforas. En cualquier caso, yo sí creo que los viejos marineros tienen el permiso para balancear las luces, para quitarse la sal de sus hombros y para hacerlo de cualquier manera.

Samuel Clemens tomó su seudónimo de la frase que los sondadores de los botes del río Mississippi gritaban cuando sondeaban las profundidades del río, bajo la quilla del Captains. "Mark one ”(marca uno), por ejemplo, significaba que el fondo del río estaba a tan sólo seis pies por debajo de la quilla.

En 1883, Samuel Clemens escribe lo siguiente en un extracto de La vida en el Mississippi.
‘Los gritos de los sondadores comenzaron a elevarse en la distancia, y los que pasaban la voz los repetían bruscamente en la cubierta de paseo.

'M-a-r-k three!.... M-a-r-k three!.... Quarter-less three! .... Half twain! .... Quarter twain! .... M-a-r-k twain! .... Quarter-less--'

Del grito de “Mark Twain” es de donde Samuel Clemens tomó su famoso seudónimo como escritor. “Mark Twain”, por supuesto, para un capitán de un barco fluvial, quería decir aguas seguras o dos brazas, o para nosotros marineros de agua dulce, doce pies de navegación segura y aguas vaporosas seguras.

Un piloto de río es alguien con un conocimiento experto e íntimo del curso de las aguas que está intentado navegar. Dios Espíritu Santo es nuestro Piloto en este río de nuestras vidas. Él tiene un conocimiento íntimo del tipo preciso de agua, de sus corrientes y remolinos, sus bancos de arena movediza, sus profundidades fluctuantes, sus cambios estacionarios y sus desafíos cotidianos siempre cambiantes, de los objetos peligrosos que están hundidos en ella, de las rocas irregulares y de todas las demás amenazas invisibles y acechantes, que se esconden justo debajo de la superficie de nuestras aguas siempre en movimiento.

Necesitan escuchar a este Dios Espíritu Santo Piloto cuando habla. Necesitan escucharlo cuando navega. De hecho, si estamos atentos a Su presencia, estaremos abiertos a Su acción y estaremos invitados a aprender; porque mientras el Piloto hace Su recorrido por el río, a pesar de todo el vasto e íntimo conocimiento que tiene de él, aun así hace uso de centinelas de diversa especie que llegan y se quedan en nuestras plataformas y agitan lazos con extremos de plomo.

En nuestro bote, entonces, en nuestro barco, tenemos cuatro sondadores principales y útiles; cuatro centinelas enviados por el Espíritu Santo, que haríamos bien en escuchar atentamente.
El primero está en la proa del barco y su nombre es Conciencia. Ahora, dependiendo de cuán sobria esté, por supuesto, será un indicador que hablará de inmediato y gritará fuerte según la profundidad de las aguas en las que estemos navegando. Escuchen a su Conciencia porque la Conciencia gusta de la atención; “después de todo”, piensa ella, “estoy en la mismísima proa de este navío y en serio deberían respetarme”. Y les digo, mis amigos, que si no logra ese respeto de la atención, entonces comienza a bajar su voz, poco a poco, incluso hasta llegar a ser un susurro, y en casos extremos se sabe que se ha vuelto tosca, incluso se ha marchitado en el silencio. Como pueden imaginar, no han sido pocos los capitanes desatentos que han encallado sus navíos e incluso los han hundido mientras la conciencia ha permanecido sentada allí de brazos cruzados y haciendo pucheros . ¡Escucha capitán! Préstale un poco de atención a tu conciencia, dale algo de reconocimiento, dale algo de respeto.

El segundo está a babor. Es un tipo pequeño ¡pero con grandes pulmones!

Desafortunadamente, su estatura entre los otros sondadores hace que a veces no se le tome tan en serio como se debería. De hecho, muchos capitanes maduros han ignorado a este pequeño tipo llamado Sentido Común. No obstante, cuando es escuchado, es sorpresivamente preciso y excepcionalmente efectivo para indicarles la profundidad verdadera del agua que está bajo sus pies. Asegúrense de utilizar plenamente a este pequeño tipo poderoso llamado Sentido Común.

El tercero está a estribor del barco y su nombre es Inteligencia. Este sondeador puede haber tenido que trabajar duro para llegar hasta donde está, pero les digo que sabe mucho más que aquello que se le acredita. Los capitanes pueden ser muy tontos en ocasiones porque olvidan que a su derecha tienen a este tipo sorprendente llamado Inteligencia, que con toda su experiencia y aprendizaje, puede darles realmente una buena interpretación de la corriente que esté pasando bajo sus pies. Me temo que la Inteligencia también está infravalorada.

El cuarto y último sondeador, en la popa del barco, se llama Memoria. A veces se pone un poco inquieto, ¡como todos nosotros los capitanes sabemos bien! Especialmente si percibe alguna de las heridas o desastres pasados surgiendo de la profundidad; quizá por esto no es tan preciso como los otros sondeadores; pero no obstante, como todos los capitanes saben, es bueno tener una voz inquieta detrás ¡para no volverse demasiado creídos!

El Espíritu Santo Piloto nos invita entonces para el día de mañana a escuchar a estos sondeadores, y a asegurarnos en nuestra navegación de escuchar el grito de protección, de escuchar el grito de seguridad, de escuchar el grito de despeje y el grito de a toda máquina. “¡Mark twain!”.

Medita: “Allí me dijo: Estas aguas fluyen hacia la región oriental, descienden hasta el Arabá, y van a dar al Mar Muerto. Cuando desembocan en ese mar, las aguas se vuelven dulces. Por donde corra este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá peces en abundancia porque el agua de este río transformará el agua salada en agua dulce, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá. Junto al río se detendrán los pescadores, desde Engadi hasta Eneglayin, porque allí habrá lugar para secar sus redes. Los peces allí serán tan variados y numerosos como en el mar Mediterráneo.” Ezequiel 47:8-10

Ora: Señor, Tú has dicho que de nuestro seno brotarán ríos de agua viva, y aun más, que de esta corriente se formará un gran río de bienestar cuyos árboles producirán hojas que serán utilizadas para medicina de las naciones. Al navegar por este río de mi vida, este río de Tu vida, este río de nuestra vida, ayúdame a prestar atención al Piloto y a aprender de Él. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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