Saturday, September 10, 2011

Sep | 10 | El día del Big Bang y la Palabra del Gran Libro 10-

Palabra para meditar– PODER

Hechos 17:23-29
“Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: A UN DIOS DESCONOCIDO. Pues bien, eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: De él somos descendientes. Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano.“


El día del Big Bang y la Palabra del Gran Libro

En la mañana de este día del año 2008, 300 pies por debajo de la ciudad de Crozet en Francia, los 27 kms. de túneles circulares del Gran Colisionador de Hadrones (GCH), se encendieron y empezaron a colisionar partículas justo por debajo de la velocidad de la luz, chocándolas entre sí en un intento por reproducir la energía residual presente en lo que muchos consideran es la causa del big bang, o de cuando toda la masa de este cosmos presente fue producida a partir de una cantidad de masa infinitamente pequeña, lo que en efecto, no tenía dimensiones en absoluto. De hecho, con respecto a las cosas espacio-temporales en las que existimos, ¡no era nada! Es una teoría interesante.

Joel Achenbach, al escribir para National Geographic, produjo un artículo de lo más sorprendente sobre este mismo asunto. Comentando sobre los miles de millones de dólares tanto invertidos como que se seguían invirtiendo en el proyecto, dijo: “El número exacto (de dólares gastados) es inaprensible; la ciencia podrá ser precisa, pero la contabilidad, aparentemente obedece al Principio de la Incertidumbre”. Entonces ¿por qué es que la humanidad se ha gastado semejantes sumas de dinero en este proyecto? Con seguridad es porque tenemos la necesidad de entender lo que nos rodea. A diferencia de los reinos animal, vegetal y de los insectos, nosotros los humanos tenemos la necesidad real de llegar a una priopercepción cosmológica completa de nuestro universo. En otras palabras, necesitamos saber porqué y dónde estamos en el espacio y en el tiempo, y para saberlo, necesitamos saber primeramente qué son el espacio y el tiempo. Las preguntas de “¿qué es este lugar en el que vivimos?” y “¿qué hago yo aquí?”, son las preguntas que siempre inquietan al corazón humano, que actualmente se apresuran a encontrar su respuesta en los grandiosos doctores-genio que ejercen en medio de las artes oscuras de la física de partículas. No, nosotros los humanos no estamos simplemente buscando avances tecnológicos en términos militares y comerciales, ni estamos buscando simplemente la prosperidad comercial en una nueva ola de productos avanzados para el consumidor; ¡No!... ¡estamos buscando respuestas al sentido de la vida!

La búsqueda casi metafísica de 2008 en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) no está en el barro, sino que más bien ¡es para el barro! El físico teórico John Ellis brinda una descripción de su campo de investigación cuando dice que las diferentes partículas fundamentales “son como una multitud de personas corriendo entre el barro. Algunas partículas, como los quarks, tienen ‘botas’ grandes que quedan cubiertas con mucho barro; otras, como los electrones, tienen zapatos pequeños que apenas si recogen algo de barro. Los fotones no usan zapatos... sencillamente se deslizan por encima del barro sin recoger ni un poco. Y el Campo de Higgs es el barro”. Sí, eso es lo que están buscando, el Campo de Higgs, que puede observarse por la presencia del Bosón de Higgs, o la Partícula de Higgs, cuya existencia proposicional fue planteada por Peter Higgs ¡hace más de 40 años! Una vez más, Joel Achenbach elucida con gran claridad acerca de este campo de barro cuando dice que “la mayoría de los físicos creen que debe haber un Campo de Higgs que se extiende por todo el espacio y que la Partícula de Higgs sería la portadora del campo e interactuaría con otras partículas, más o menos como un caballero Jedi en la Guerra de las Galaxias quien es el portador de la ‘fuerza’. La Higgs es una parte crucial del modelo estándar de la física de partículas, pero nadie la ha encontrado nunca”. León Lederman, ganador del Premio Nobel de Física, fue quien dobló esta partícula particular. ¡La partícula de Dios! ¡El barro que lo une todo!

Permítanme sugerir en esta noche que los físicos teóricos están buscando en una biblioteca gigante de léxico o tal vez, en un enorme diccionario de palabras, y están buscando en particular esa palabra clave, esa sola palabra que une todo lo demás, que da cohesión, simetría, sentido y magnificencia al Cosmos mismo en el que vivimos. Permítanme decir que el poder de esa misma palabra hablada está tan conectado con la palabra misma y tan conectado con el hablante, que ese poder expresivo, la palabra y el hablante, en efecto son uno solo. Estos físicos, en sus propios términos religiosos, están buscando lo que para ellos es un Dios desconocido, pero que para nosotros, los Cristianos, ¡es el conocido y revelado Cristo el Señor, Hacedor del cielo y de la tierra!

Medita: “El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa.” Hebreos 1:3

Ora:- ¡JESÚS!
 

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