Wednesday, August 3, 2011

Aug | 03 | Hic sunt dracones o hic sunt remuneror

Palabra para meditar – VALOR

Números 13:33
“¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.”

Hic sunt dracones o hic sunt remuneror

Una noche estaba viendo un programa de televisión que hablaba de la próxima misión espacial tripulada que animaría a la NASA a dejar su actual fascinación por la órbita baja terrestre. Se llamaba Directo a Marte.

El Dr. Robert Zubrin parece ser el principal proponente -y el único que queda- de una misión inicial de bajo costo para ir a Marte. Por encima de todo, Zubrin es el proponente apasionado de lo que considera, es un viaje de necesidad humana. Como la NASA recientemente y sin ninguna cortesía ha rechazado sus ideas y en su lugar ha decidido volver a la Luna para el año 2020, es evidente que Zubrin tiene muy poco respeto por lo que él considera ¡falta de visión y de coraje por parte de la NASA! De hecho, cuando comentaba aquello a lo que la NASA se refería como “los peligros desconocidos e incalculables” de semejante misión a Marte, Zubrin hizo referencia a la práctica de los primeros cartógrafos, o sea, de aquellos fabricantes de mapas, que cuando de manera similar tenían incertidumbre frente a lo que estaba más allá de su conocimiento y comprensión, escribían “Hic Sunt Dracones”, o “¡aquí hay dragones!”. “La NASA”, decía Zubrin con cierto desdén, “¡sencillamente está llenando sus mapas de dragones!”.

Dios tiene el hábito claramente incómodo de animarnos a emprender la aventura hacia lo desconocido. Dios, como un entusiasta intergaláctico de la fe, siempre nos está pidiendo que lo complazcamos con nuestra caminata de fe, porque “sin ella”, dice, “sencillamente no pueden complacerme”. Ahora, el problema de caminar por fe, es que nunca se vuelve más sencillo. Sí, una vez que nos sentimos cómodos con nuestra caminata de fe, una vez que creemos en Dios y vemos que nos apoya, Él parece hacer de la siguiente proeza de fe ¡algo mucho más exigente, desafiante, arriesgado y peligroso! Desafortunadamente, con nuestro cansancio llega el temor a la pérdida, y por nuestro temor a la pérdida, escribimos en nuestros mapas “hic sunt dracones”, y luego, por sabiduría por supuesto, nos rehusamos a movernos de nuestro lugar. Sí, al marcar nuestros mapas con dragones, destruimos nuestras propias misiones por fe de colonizar todas nuestras tierras prometidas. Díganme, ¿se han convertido ustedes en un gato asustado, en vez de en un león rugiente? Miau... ¡Qué posición tan lamentable! Mejor sería morir intentado, que podrirse temblando. Al menos hay mayor honor y respeto propio en ese tipo de proeza. ¡Ojalá nos deshiciéramos de todos los mininos que hay en las iglesias! Sí, de hecho, ¡ojalá nuestro estómago estuviera lleno de fuego y no de bolas de pelos! ¡Dios mío! ¿Dónde están los hombres que solían correr a encontrarse con sus Goliats?

Medita: “Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después habrá de ser soltado por algún tiempo.” Apocalipsis 20:2-3

Ora: Señor, libéranos del temor agobiante y comprometedor. Por las veces en que hemos escrito en los mapas de Tu llamado “hic sunt dracones”, perdónanos, por favor, y provéenos de un gran borrador para deshacer las mentiras diabólicas y escribir en su lugar, “hic sunt remuneror” - ¡habrá recompensas! Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

 

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