Proverbios 18:19a
Más resiste el hermano ofendido, que una ciudad amurallada.
Herido y con dolor

La gente que es herida de esta manera es a menudo tan consumida con su dolor y con su verguenza, ¡que es prácticamente imposible que se abran a escuchar! Recuerden que la verdad, aunque es una cosa hermosa, dicha sin la gracia es como una espada afilada y no debe ser manejada por gente 'inexperta', especialmente por los no experimentados en cuestiones de dolor.
En el huerto de Getsemaní, cuando Jesús fue arrestado, Pedro con amor protector e ira apasionada, había sacado su espada y en el calor del momento dio un viro fugaz hacia la cabeza de Malco y le cortó su oreja. Recordarán también, amigos, que a pesar de que Jesús sin lugar a dudas se encontraba exhausto por los acontecimientos de esa noche larga y tortuosa, y temeroso del gran dolor que estaba todavía por caer sobre él, “pidió tiempo” para arreglar el lío de su amado Pedro. Jesús tomó un tiempo en medio de la oscuridad y los gritos, para buscar la oreja de Malco y para fijarla de nuevo a un lado de su cabeza. La pasión y la verdad habían causado una herida, que ahora la gracia y la verdad sanarían ¡y Malco no lo olvidaría jamás! ¿Ven esto? ¿Lo entienden?
No debemos aspirar a ser como Pedro o Pablo, como Elías o como Débora ni como ningún otro gran personaje Bíblico. ¡No! Debemos desear ser como Cristo, quien es tan lleno de gracia y verdad, que utilizó su último momento de libertad para amar y sanar a un hombre que fue enviado a arrestarle. La gracia y la verdad son mejores abogados que las heridas y el dolor. Siempre lo han sido.
Reflexiona: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado Su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14
Ora: Dios de Gracia, Padre amoroso, permite que el día de hoy tu gracia fluya como aceite a otros, a través de mí. Amén.

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