Monday, April 22, 2013

Apr | 22 | Amor sucio

CONFIANZA

1 Juan 2:17
Y el mundo pasa y sus deseos;

Amor sucio

La filosofía de Fagin suena muy cierta. "En esta vida sólo una cosa cuenta, ¡tener grandes cantidades en nuestra cuenta...en el banco!" Después de todo, ¿no estás contento con tu cara o tu cuerpo? El dinero lo arreglará. ¿Necesitas un lugar dónde vivir? El dinero lo arreglará. ¿Necesitas transporte, alivio de las deudas, un edificio grande para una congregación creciente, necesitas pacificar a una emproblemada nación pequeña o comprar una joya de corte hermoso para una celebración? Bueno, el dinero lo arreglará, porque ¡el dinero arregla la mayoría de las cosas, amigos! ¡Oh, sí que lo hace!

Todos sabemos que es el dinero lo que hace que este mundo gire y no el amor. El prestigio, el respeto, dispositivos de seguridad de todo tipo y en muy variadas formas, como el seguro médico, el seguro de vida, las prestaciones de jubilación, lo que te imagines, ¡todos se consiguen con dinero! Así que consigue dinero y recuerda, si estás repleto de toda esa hermosa cosa verde y no sabes qué hacer con ella, entonces ¿puedo citar a Fagin una vez más? "Robin Hood, ¡qué gran ladrón! Regalaba lo que tomaba. La Caridad es buena, únete a mis obras de caridad."

En realidad, el dinero es grandioso: Trae una cierta libertad consigo mismo. Pregúntale a cualquier grupo de arte y te dirá cómo el dinero de los clientes y patrocinadores les da la libertad de trabajar. Después de todo, sin patrocinadores filantrópicos el resto del país no podría llegar a la bolsa de valores por ¡caerse sobre los artistas hambrientos que mueren con amor fraternal sobre los pavimentos y aceras de nuestras ciudades! Ah, el dinero, ¿no te encanta? Esa llave para abrir puertas cerradas, esa libertad, esa provisión, esa felicidad que viene con el tener dinero. Me gusta el aspecto del lucro, ¿a tí no? Por supuesto que te gusta. El dinero tiene un poder extraño ¿no lo crees? Porque aunque tengo a Dios viviendo en mi corazón, yo sé que soy un hombre diferente, un hombre mejor, más tranquilo y más seguro, cuando tengo unos cuantos cientos de dólares en mi bolsillo trasero y, tú sabes, eso me preocupa grandemente, ¡por la paz que me trae el dinero y la pomposidad plástica que viene con el tener algún dinero en mi bolsillo trasero! Incluso el poder de Su Dorada presencia parece ser mayor cuando se expresa en verde. ¡Suena tenebroso! Hablando espiritualmente, tal vez ¿estaríamos mejor sin él?

No hay, sin embargo, santidad en la pobreza así como no hay maldad en las riquezas. Sin embargo, seamos sinceros, la aparente libertad, seguridad, puertas abiertas y poder que el dinero trae consigo, le da al dinero un tirón magnético excepcionalmente fuerte. ¿Quién no lo ha sentido? Sin embargo, así como la gravedad distorsiona la luz, así el amor al dinero y el atractivo peligro de ese tipo de libertad fiscal, ese tipo de fortaleza financiera de nuestro futuro terrenal, distorsiona tanto nuestra visión de la eternidad como nos aleja de la confianza en el Padre. En muchas ocasiones, Jesús vio el poder vinculante del dinero en aquellos poseídos por él y Sus tiernas instrucciones para aquellos encarcelados por sus riquezas o el deseo por ellas eran sencillas, "¡Renuncien a ellas, dénlas a otros!"

En tan exigente proclamación, me parece que Jesús nos mostró no sólo el bastión gigante de la incredulidad, sino también la atadura de poseer grandes posesiones y lo hizo tanto en las ilustraciones de los camellos como en las de los ojos de las agujas. Díganme amigos, ¿en cuántas jorobas verdes están montados hoy?

Reflexiona: "Ya que el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal, por el cual algunos se extraviaron de la fe debido a su codicia y fueron traspasados por muchos dolores." 1a Timoteo 6:9-10

Ora: Oh mi Padre, estoy tentado a no confiar en Ti y en Tu bondad. Al construir mis graneros de madera, en la colocación de la paja (mi futuro) y en el guardar todos mis rastrojos, temo que no estoy haciendo más que construir simplemente, para mí mismo, una gran fogata ardiente para calentar mis manos tanto ahora como en mis últimos días. Por favor, perdóname, Oh Señor, y ayúdame a poner mi esperanza en Ti, porque Oh, Padre, estoy tentado a no confiar en Ti y en Tu bondad hacia mí. Tu pequeño hijo. Amén.

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