Sunday, April 3, 2011

Apr | 03 | Bondad en los huesos del hombre demente

Palabra para meditar – RECORDAR

1 Samuel 31:11-13
“Cuando los habitantes de Jabes de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl, los más valientes de ellos caminaron toda la noche hacia Betsán, tomaron los cuerpos de Saúl y de sus hijos y, luego de bajarlos del muro, regresaron a Jabes. Allí los incineraron, y luego tomaron los huesos y los enterraron a la sombra de un árbol en Jabes. Después de eso, guardaron siete días de ayuno.” .

Bondad en los huesos del hombre demente


En 1ª Samuel 11, leemos cómo Nahas amonita subió y acampó contra Jabes de Galaad. Los hombres de Jabes no estaban preparados para una lucha ese día, porque sabían que eran mucho menores en número y no podrían ganar y como hombres, habían obviamente perdido su voluntad, su fuerza, y su valor, así que buscaron la paz y humildemente se acercaron a Nahas y le preguntaron acerca de sus condiciones. Nahas inmediatamente les dijo: “Haré un pacto con ustedes, pero con una condición: que les saque a cada uno de ustedes el ojo derecho. Así dejaré desgracia a todo Israel.” 1ª Samuel 11:2. ¡Qué buen hombre! Algunas veces el enemigo preferirá dejarnos ciegos a matarnos. Y si no lo crees, mira a Sansón.

Fue Saúl quien eventualmente oyó de su situación, se unió a Israel, cabalgó para salvarlos y los liberó de tan grande calamidad, y los hombres de Jabes, milagrosamente encontraron su valor, recuperaron su fuerza y su dignidad y encontraron el respeto que habían perdido como hombres. Así que, de acuerdo a nuestro texto de esta noche, ¿quién más debía ser agradecido y cabalgar valientemente esa noche detrás de las líneas enemigas para recoger los restos mortales de su demente pero alguna vez magnífico libertador? Claro, nadie más sino los ya libres y extremadamente agradecidos hombres, ahora con una visión de 20/20, de Jabes de Galaad.

Esta jornada en la que nos encontramos queridos amigos, es al mismo tiempo, gloriosa y peligrosa, pero de este lado del cielo, es casi siempre peligrosa. Las decisiones equivocadas que tomemos, pueden representar un punto de apoyo para el enemigo, quien luego puede (y de hecho lo ha hecho con tantos otros), destrozar la vida de aquellos quienes en algún momento habían comenzado a marchar muy bien. Sí. Mientras avanzamos en nuestros propios caminos, veremos en nuestros inciertos horizontes, los cascos de los náufragos que alguna vez fueron para Dios como la vela brillante del barco! Si hemos de convertirnos en un apoyo para aquellos que han tenido naufragios lamentables, si hemos de convertirnos en un brazo fuerte para ayudarles a encallar, entonces comencemos por nunca olvidar las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros, a través de esos mismos santos, quienes cuando estaban sanos y fuertes espiritualmente también nos libraron de muy grandes males, y sin quienes el diablo nos hubiera dejado medio ciegos. Cuando veamos el quebrantamiento de ellos, digamos: “Ahí estaríamos nosotros...si no fuera por la misericordia de Dios.” Así que no condene ni maldiga a sus líderes caídos, sino tenga misericordia y rescátelos, porque sin duda, ellos le hicieron un gran bien a usted, en el pasado.

La carne podrida de Saúl y de sus hijos fué incinerada y luego sus huesos quemados fueron sepultados con todo el honor y los ritos debidos, en las tierras privadas de su propia redención. Hagamos lo mismo. Separemos la carne podrida por el pecado, de lo que queda de nuestros héroes caídos y mantengamos su estructura esencial, el tuétano de lo que alguna vez fue bueno y justo y enterrémoslo debajo de los árboles del huerto de nuestra redención porque, con todo, ellos todavía pueden ayudar a la raíz de nuestro propio y contínuo crecimiento espiritual. El que tiene oídos para oir, que oiga.

Medita: “Moisés se llevó consigo los restos de José, según éste se lo había pedido a los israelitas bajo juramento. Éstas habían sido las palabras de José, ‘Pueden contar ustedes con que Dios vendrá en su ayuda. Cuando eso suceda, llévense de aquí mis restos’” Éxodo 13:19 .

Ora: Señor, hacemos duelo por nuestros compañeros caídos, cuyo pecado, por la razón que sea, ha sido, de este lado del cielo, irreparable. Vamos a rescatar sus huesos y recordar los días antiguos de su gloria y esperamos en la redención gloriosa que vendrá sobre ellos. Sí, sabemos que, al igual que nuestros ojos
vieron tu salvación, también verán la redención de todos ellos. Amén.


No comments:

Post a Comment