Friday, June 10, 2011

Jun | 10 | Las caras de tres mujeres en la ventana

Palabra para meditar – EXAMINAR

2  Samuel 6:16
“Sucedió que, al entrar el arca del Señor a la Ciudad de David, Mical hija de Saúl se asomó a la ventana; y cuando vio que el rey David estaba saltando y bailando delante del Señor, sintió por él un profundo desprecio.”

Las caras de tres mujeres en la ventana

El ministro reformado zwingliano, Pastor y “primer predicador” de la iglesia de San Pedro en Zurich, no fue otro que Johann Kaspar Lavater (1741-1801). Teólogo, nacionalista suizo, escritor, político, predicador, poeta y científico, también ha recibido el crédito de ser el padre de la fisionomía que, en resumen, es el discernimiento de las cualidades interiores por medio del examen exterior del conjunto de rasgos faciales.

Los trabajos de Lavater sobre la fisionomía fueron tan exitosos que siguieron influyendo a los novelistas descriptivos mucho después de su muerte, siendo un ejemplo sobresaliente de ello los trabajos descriptivos del rostro de Charles Dickens. En nuestro tiempo por supuesto, todo el trabajo de orígenes griegos es considerado una obra pseudo-científica sin sentido. No obstante, todos sabemos que los ojos son efectivamente las ventanas del alma y con mucha frecuencia nuestros rasgos verdaderos, nuestro semblante constante, casi siempre demuestran ser un testigo fiel de nuestro estado del alma.
La Biblia habla de tres mujeres que se ven mirando por la ventana, y con seguridad no hay mejor lugar para observar los rasgos fijos y estables de un rostro. No hay espejos, no hay espectadores, sólo el rostro en la ventana. Por indicación del texto bíblico, creo que podemos observar las ventanas del alma, por medio de esos mismísimos marcos faciales insertados en plata pura para que todo el mundo los vea. ¡Tal vez el Pastor Lavater tenía razón!

Las tres mujeres que estaban en la ventana en el texto de la Biblia son respectivamente: la madre de Sísara, Mical la hija de Saúl y esposa del rey que danzaba desenfrenadamente, David, y finalmente Jezabel (ver Jueces 5:28-30; 2ª Samuel 6:16 y 2ª Reyes 9:30-31). Juntas, estos tres frescos de la realeza femenina caída, se combinan para ofrecer una imagen de desilusión desesperada, de seducción y de despreciable destrucción. En sus rostros no muestran nada aparte de fatalidad fetal, porque el hijo de su destrucción ya ha nacido en sus mejillas, porque han abandonado al único y verdadero Dios, han despreciado Su propósito, seducido a Su pueblo y asesinado a Sus profetas.

No hay misoginia en mis observaciones; no, de hecho son sólo eso: observaciones. En esta noche piensa que tal vez, y digo tal vez, parte de nuestro mundo interior pueda ser observado en nuestra sombra exterior. En ocasiones, por lo tanto, un buen vistazo a nuestra apariencia constante puede ser un diagnóstico más fiel de nuestra condición real, que las palabras de cualquier hombre terrenal.

Tal vez en esta noche, si te atreves, es tiempo de darte un buen vistazo en el espejo y luego, con la ayuda de Dios, tomar acciones correctivas, porque muy a menudo, nuestra “fisio” nos dice mucho, mucho más de lo que nos ha interesado saber.

Medita: “Por la ventana se asoma la madre de Sísara; tras la celosía clama a gritos: ¿Por qué se demora su carro en venir?¿Por qué se atrasa el estruendo de sus carros? Las más sabias de sus damas le responden; y ella se repite a sí misma: "Seguramente se están repartiendo el botín arrebatado al enemigo: una muchacha o dos para cada guerrero; telas de colores como botín para Sísara; una tela, dos telas, de colores bordadas para mi cuello. ¡Todo esto como botín!” Jueces 5:28-30

Ora: Señor, ayúdame a examinarme de manera adecuada. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.


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