Wednesday, June 22, 2011

Jun | 22 | Moldeado

Palabra para meditar – PREPARADO

1 Reyes 6:7
“En la construcción del templo sólo se emplearon piedras de cantera ya labradas, así que durante las obras no se oyó el ruido de martillos ni de piquetas, ni de ninguna otra herramienta.” (NIV)

Moldeado

Siempre he deseado ser moldeado, ya saben: ser fuerte, musculoso, escultural, tener menos del cinco por ciento de grasa corporal, como una máquina de pelea lista para el trabajo. Sin embargo, pasar la mayor parte de mi tiempo sentado, inclinado y golpeando las llaves, ha hecho que las tiras plásticas que mantienen agarrado mi paquete de seis, se hayan reventado desde hace mucho tiempo dejándome en su lugar un pequeño barrilete. ¡Moldeado de verdad! ¡Ja! Cuanto más viejo soy más me parezco a Winnie the Pooh y sin duda ¡es probable que también termine oliendo como él!

Este cuerpo mío parece tomarse cada vez más tiempo para su mantenimiento diario, y entre más me preocupo yo por él, menos parece que Dios lo hace, porque los terribles gemelos del tiempo y la gravedad, lentamente están tomando el control sobre mí y sus exigencias de cuidados, están resultando cada vez más caras conforme pasan los años.
El día de hoy, Spurgeon hace unos comentarios magníficos sobre nuestro texto para esta noche, diciendo:

Como en la construcción del templo de Salomón “ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro”, porque todo quedó perfectamente dispuesto en el punto exacto que debía ocupar. Asimismo ocurre con el templo que Jesús construye; la preparación ocurre toda en la tierra. Cuando lleguemos al cielo, no habrá allá más que santificar en nosotros, no seremos perfeccionados con aflicciones, ni nos planificarán con sufrimientos. No, aquí es donde debemos ser pulidos, y todo eso lo hará Cristo de antemano; y cuando lo haya hecho, seremos transportados por una mano amorosa a través de los ríos de la muerte y llevados a la Jerusalén celestial, para morar como pilares eternos en el templo de nuestro Señor.

“Bajo su vigilancia y cuidado,
El edificio se levantará,
Majestuoso, fuerte y hermoso,
Más allá de los cielos brillará”.

¡Qué hermoso! Amigos, Dios quiere que seamos santos, moldeados también, pero de una manera que es completamente contraria a nuestros deseos. Dios no se enfrenta hoy con los gemelos de tiempo y gravedad. Ellos todavía no están encerrados sino que más bien merodean por nuestras ‘ciudades’ aterrorizando y acuchillando, amenazando y siempre estando al pendiente. Pero presten atención, porque el amor de Dios hacia nosotros significa que en ocasiones Él cuida nuestros cuerpos a través de la sanidad obrada en ellos. Sí, en ocasiones Él responde nuestras tantísimas oraciones en las que pedimos sanidad, con un “que así sea”. Sin embargo, ¡la mayoría de veces no! La mayor parte del tiempo Dios parece desdeñar nuestras angustias; la mayor parte del tiempo parece que ni siquiera voltea a mirar nuestros cuerpos maltrechos. Respondemos a este desdén aparentemente ofensivo con conclusiones como “fue falta de fe”, “no era el tiempo”, “se necesitan otros dones”, “hay falta de unción”, “fue por incredulidad” y así sucesivamente. A veces, algunas de estas conclusiones pueden ajustarse a la situación, pero en la mayoría de ellas, quiero insistir en esto, es que el Maestro ni siquiera eleva Sus ojos, ni vuelve Su rostro hacia el quebrantamiento físico que le presentamos.

En términos de prioridades, permíteme sugerir que estos edificios defectuosos nuestros, estas tiendas cubiertas de carne, todas a punto de derrumbarse ante nuestros ojos, en la actualidad están de alguna manera en la “lista de deseos” de Su novia. Sí, cada día Él nos cincela formando nuestros corazones, moldeando nuestros espíritus, expandiendo nuestras almas, disponiéndonos para el Reino eterno que todos anhelan que sea revelado. Me pregunto si este trabajo actual de santificación moldeadora es tan minucioso, tan preciso, tan duro, que por eso el Maestro se rehúsa a que lo distraigan de Su trabajo en curso, de Su obra maestra.

Sin duda alguna tú, al igual que yo, podrías seguirle dando lata a Él para que venga y arregle un trabajo de menor calidad; para que venga y remiende algo defectuoso; y en ocasiones, porque nos ama, lo hará. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, evidentemente no lo hace y es porque está ocupado con un trabajo mucho más grande en esta cantera de Su mundo.

Esta ruina presente y andante de nuestros cuerpos, es totalmente inapropiada para alojar Su obra maestra. Para ello nos ha preparado un cuerpo, uno resucitado, una obra maestra moldeada que hermosamente alojará Su preparación actual. Entonces, por favor oren. Pero sobre todo, sean pacientes y tengan fe en que todo sufrimiento tiene un propósito. Tengan fe en esto mis amigos, y con la ayuda del Espíritu Santo, transformen su dolor en esperanza.

Medita: “Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite.” Hebreos 6:1-3

Ora: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y en la vida eterna. Amén. (Credo de los Apóstoles)


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