Saturday, June 18, 2011

Jun | 18 | ¡ Santos helicópteros! O escapando de las trampas de las tristezas circundantes

Palabra para meditar – AYUDAR

2 Samuel 22:5-7
“Las olas de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al Señor; llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo;¡mi clamor llegó a sus oídos!.

¡ Santos helicópteros! O escapando de las trampas de las tristezas circundantes


La angustia por las olas e inundaciones, las tristezas y las trampas que lo rodearon y que enfrentó fueron, según la biografía personal del Rey David, en el resumen de su propia vida, las aguas comunes de su angustia desesperada.

En el Salmo 18 y en los siguientes versículos del texto de esta noche, que se encuentran justo después de 2ª de Samuel 22:8, David se describe a sí mismo como un hombre arrojado al mar, incluso perdido en el mar, aislado, solitario, agobiado, sumergido bajo kilómetros de agua, rodeado por otros diez mil kilómetros de mar abierto, sin nada a qué aferrarse, con sus piernas congeladas pataleando hasta el agotamiento, luchando por mantenerse a flote en las aguas gélidas que lo azotaban y que contínuamente se levantaban amenazantes como montañas por encima de su cabeza en lucha, siempre listas a caerle encima con toda la furia en ellas contenida. Solo y ahogándose en un mar vasto y hostil, David no podía hacer nada, y quiero decir, absolutamente nada, aparte de flotar en el agua, mantener sus narices de fuera, mirar hacia el cielo y abrir su boca para gritar desesperadamente: “¡Dios, ayúdame!”.

Lo que viene después de esta, la más simple y pura de todas las oraciones de ruego, no es nada menos que la descripción de un rescate por parte de un helicóptero de la guardia costera del Mar Norte. David dice que sus súplicas a Dios estilo “ven a salvar mi pobre pellejo”, fueron escuchadas en la sala de control de rescates del templo de Dios y de inmediato se despachó la salvación para rescatarlo de estas mismas aguas oscuras que lo consumían. David justificó su rescate en el helicóptero santo porque sus propias manos estaban limpias. El estaba del lado de Dios, ¿no?, y por esto fue que la misericordia llegó volando ante su ruego desesperado.

El mejor lugar en el que podemos estar, es del lado de Dios. Incluso si los torrentes de aguas oscuras llegaran sobre nosotros, el lado en que deberían encontrarnos es este, pues sigue siendo un lado sólido y firme, un lado lleno de expectativa. Sí, en tiempos de inundaciones estar en el lado correcto, el lado de Dios, es estar en el mejor de los lugares. ¡Si te mantienes en el lado de Dios, que es el lado correcto, sin lugar a dudas puedes esperar siempre un rescate! .
En todos tus días por venir, tanto en convicción, como en confesión, en contricción y en tus tiempos de comunión íntima, mantente del lado correcto, del lado de Dios, para que cuando vengan sobre ti los torrentes oscuros, como seguramente llegarán, entonces en medio de las aguas puedas llamar y esperar confiado el helicóptero santo de Su liberación rápida y segura.

Medita: “Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo.” 2ª Samuel 22:17

Ora: ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.” Salmos 18:1-3

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