Thursday, January 24, 2013

Jan | 24 | Dedos flotantes

AFLICCIÓN

Daniel 5:5
En ese momento, en la sala del palacio apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca de la pared.
 

Dedos flotantes

Publius Aelius Adriano, (76-138 DC), emperador romano desde 117 DC, nació en un día como hoy en España. Adoptado por su pariente el Emperador Trajano, a quien más tarde sucedió, Adriano abandonó las conquistas de Trajano en la Mesopotamia y adoptó una política defensiva, la cual incluyó la construcción de una gran muralla a través de Gran Bretaña. Esa fortificación romana, llamada la ‘Muralla de Adriano’ fue levantada para marcar el límite norte de Inglaterra y, finalmente fue abandonada alrededor del año 383 DC. Sus ruinas corren por 185 kilómetros desde Wallsend, en el río Tyne, hasta Maryport, en la Cumbria Occidental. Los arqueólogos nos dicen que en algunas partes, la muralla fue cubierta con una capa blanca de yeso brillante. Esta magnífica línea de defensa de costa a costa, la cual servía para protegerse de los Pictos en las tierras bajas de Escocia, se extiende directamente hacia el Norte, y ha permanecido en ruinas por más de dos mil años, pero aún sigue allí. ¡Imagínense!

¡Yo me pregunto si estos mismos dedos flotantes mencionados en el Libro de Daniel escribieron las mismas palabras del resto de nuestro versículo para hoy, en otro momento, quizá en las brillantes paredes blanqueadas de Adriano! Esas palabras, por supuesto, eran: “¡Mene Mene Tekel Uparsín’: Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto de peso”! Si este es el caso, entonces el emperador Adriano nunca los vio y, al igual que tantos de nosotros, ¡ni siquiera supo de su existencia! Las personas, las comunidades, las naciones y todos los imperios de nuestros días deberían tomar muy seriamente estas palabras escritas por los dedos flotantes, porque al igual que los romanos pecadores y caídos de entonces alguna vez hicieron, nosotros, los afligidos ciudadanos de imperios a punto de derrumbarse, también ahora, legalmente tanto aprobamos como promovemos las más abominables de las perversiones. ¿Por qué no habría de estar la escritura en la pared también para nosotros? ¿Pueden verla? ¿Pueden ver la escritura en nuestra pared hoy? ¿En tu pared?

A medida que nuestras naciones abandonan cada vez más la herencia Judeo-Cristiana y aprueban el asesinato de tantos niños no nacidos, tanto que los números de niños muertos por dicha práctica son tan grandes, que ellos mismos constituirían una nación, díganme queridos amigos, ¿cómo es que este pasado Domingo, en el que se celebró un día a la Santidad de la Vida en muchos lugares, pudimos escapar a la escritura grabada en las paredes de nuestra herencia, sí, nosotros los asesinos en masa de una tan vasta nación de bebés?

No crean que nosotros las llamadas naciones Cristianas, estamos exentas del juicio de Dios. No crean que porque hemos sido usados por Dios en el pasado esto servirá de excusa para nuestra rebelión presente y terrible en Su contra. No se equivoquen, aun los ‘instrumentos de Dios’, sean personas o naciones, no están más allá del fuego de Su ira.

La escritura está en la pared para nosotros y la paciencia de Dios se está agotando. El arrepentimiento individual y nacional es nuestra única esperanza. ¡Enseñémoslo, prediquémoslo y proclamémoslo antes de que sea demasiado tarde, pues amigos, si miran, si se atreven a mirar nuestro yeso brillante y blanqueado que corre todo a lo largo y ancho de nuestra nación en ruinas, entonces también ustedes verán que la escritura sobre el juicio que se avecina está proclamada con fuego y en grande, a lo largo de nuestras paredes que se están derrumbando!

Reflexiona: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado y oraren y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.” 2ª Crónicas 7:14

Ora: Señor, para nosotros es la vergüenza de la cara; para nuestros Presidentes, nuestros Primeros Ministros, nuestros Príncipes y nuestros Padres es la vergüenza de la cara porque hemos pecado contra ti. Al Señor nuestro Dios pertenecen la misericordia y el perdón. Aún cuando nos hemos rebelado contra Ti y Tú eres justificado en Tu ira, oh Dios, te pedimos tengas misericordia de nosotros y vuelvas nuestros corazones hacia ti una vez más. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén. (de Daniel 9:8-9)

 

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