Tuesday, January 29, 2013

Jan | 29 | Pescando en los terrenos comunes de los sepulcros comunes

ATESTIGUA


Hechos 17:28-29
…puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de sus propios poetas han dicho: Porque también somos Sus descendientes.

Pescando en los terrenos comunes de los sepulcros comunes

“Porque también somos Sus descendientes”. Esta es la primera parte de la quinta línea, palabra por palabra, de un poema astronómico de Aratus, ¡un griego, coterráneo del apóstol Pablo, y su predecesor por unos tres siglos! Como referencia de importancia, como un arma de pesca Evangelística, “Porque somos Sus descendientes”, en realidad, no suena como un gancho tan poderoso ¿no es cierto? Pero tal vez era tan conocido en esos tiempos, y una referencia tan citada, que enganchaba la conciencia del lector contemporáneo y removía cualquier otra conexión. ¡Qué bárbaro, Carlitos! Quizá eso sea demasiado etéreo para algunos de nosotros hoy, ¿eh? No obstante, esta es una gran manera de lograr afirmar algo que, aunque bastante común, y de un precepto general y ampliamente aceptado sobre el cual se puede construir una premisa poderosa, no se decía con palabras. Verán, Pablo no está agarrándose de cualquier cosa aquí, él estaba siendo magistral en su evangelización, sí, él estaba siendo como el Maestro cuando dijo: “¡Porque somos Sus descendientes!”

En cuanto a nosotros, en el siglo XXI, bueno, quizá extrañemos la conexión que hay en “¡Porque somos Sus descendientes!” porque nuestra cultura no tiene la poderosa premisa poética incorporada, comprendida y recibida culturalmente en los tiempos de Aratus. Por lo tanto, para nosotros quizá una cita más interesante, un mejor anzuelo en el cual poner nuestra mejor carnada en nuestros días, sería una de un poeta más reciente y reconocido como William McGonagall, ¿no lo creen? Un poeta británico y, posiblemente Cristiano quien, dicho sea de paso, cuenta con el increíble logro de haber vendido más libros que los poetas Browning y Tennyson juntos. ¡Imaginen eso! Quizá entonces, si McGonagall hubiera escrito esta cita, ¡la gente en nuestros días se conectaría más con esa referencia particular, poética y poderosa! ¿No lo creen?... no realmente no, pues, lamentablemente, McGonagall también ostenta el récord “¡único y sin desafiantes, de ser el peor poeta de la historia!” entonces, en retrospectiva, tal vez él no sea la persona ideal para citar, ¡a menos que quieran provocar risa!

Mi punto es el siguiente: quienquiera que haya escrito la línea citada por el Espíritu Santo a través de Pablo, sea él un pagano o un peregrino, sea un especialista en su arte o un extraordinario improvisado, ¡es irrelevante! Porque el Espíritu Santo la tomó, la conceptualizó, la aplicó y la utilizó. Eso es lo que realmente importa. El Espíritu Santo de Dios, hace la diferencia al sacar las palabras de nuestros puntos de referencia culturales, las santifica y, así, las hace útiles para el Maestro, y beneficiosas para toda buena obra.

Ahora, piensen en esto, pues me pregunto cuántas más películas, canciones y sagas, (tan relevantes para el modo de pensar cultural actual), tienen diseminados una cantidad de ganchos espirituales importantes, disponibles para que nosotros mordamos alguna carnada y la utilicemos en la pesca evangelística.

Aunque no somos del mundo, debemos entender al mundo y su cultura, investigarlo y luego sacar todo lo que sea útil para transmitir el mensaje del Evangelio de manera correcta. En otras palabras, ¿por qué no van y miran algunas películas y leen quizá algunos Best Sellers? Pues Dios trabajaba en la cultura antigua y también lo hace en la moderna, pintando cuadros de Su inmanencia y realizando dibujos de Su maravillosa redención. ¿Por qué no unirnos a Él allí?

Reflexiona: “Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, yo agito el mar, y rugen sus olas; el SEÑOR Todopoderoso es mi nombre. He puesto mis palabras en tu boca y te he cubierto con la sombra de mi mano; he establecido los cielos y afirmado la tierra, y he dicho a Sión: Tú eres mi pueblo.” Isaías 51:15-16

Ora: Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh SEÑOR, roca mía y redentor mío; y Señor, dame anzuelos y luego dame la carnada de la gracia que debo poner sobre ellos, para que en este mundo loco, Tú puedas levantar a Tu pueblo de sus sepulcros acuosos y profundamente oscuros. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén. Salmos 19:14a

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