Saturday, January 26, 2013

Jan | 26 | ¡El Cristo del caos!

HABLA

Hechos 2: 5, 6
Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra. Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma.

¡El Cristo del caos!

Gerard Manley Hopkins escribió, “Cada trabajador tiene un uso para cada objeto que fabrica. Más aun Dios: el trueno habla de Su terror, el león es como Su fuerza, la miel como Su dulzura. Ellos dan cuenta de Él, ellos le dan gloria”.

Tengan la certeza de que este sonido del que hablamos ayer sobre un viento recio y poderoso, no sólo llenó la casa completa con su sonido, ¡sino también a todos los discípulos! Todos ellos estaban llenos de este sonido y, por eso, cuando abrieron sus bocas, automáticamente respiraron este mismo vendaval de Dios que ahora brotaba de sus bocas en una multitud de idiomas diferentes, “¡dejando estupefactos a quienes los oían!” Este otro sonido era para la gloria de Dios, y contaba de Sus magníficas obras dejando a muchos, (¡a muchísimos!) ¡en total confusión!

Ahora escuchen, estos que oían no estaban confundidos al estilo de “me rasco la cabeza”. No. ¡Esta palabra, confusión, en cualquier otra parte es traducida como ‘alboroto’! ¡Es más parecido a un motín! Escuchen la misma palabra, nuevamente, en Hechos 21:31- Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. ¡Alborotada! ¿Comprenden lo que digo?

Entonces, el versículo está diciendo que cuando el viento de Dios sopló su sonido, brotando de los boquiabiertos discípulos que hablaban en ‘lenguas’, agitó una tormenta tan grande que “¡las multitudes se amotinaron, en una forma desenfrenada!” ¡Hombre! ¡Estaba sucediendo allí! El viento de Dios, surgiendo de las bocas de los discípulos proclamantes, agitó toda el área en un tumulto glorioso, llevando al devoto a una distracción delirante, aturdidora y confusa, desafiando y avergonzando al “mafioso” de la clases religiosas. ¡Siempre ha sido así! ¡Aleluya!

La predicación militante, la alabanza que cambia corazones y la proclamación profética, siempre resultarán en dos cosas: en alboroto o en avivamiento, y al principio, a menudo es difícil decir cuál es cuál. El orden de Dios no debe ser visto como desplegado en hileras de tumbas de granito ¿saben? ¡No señor! ¡El orden de Dios está impreso en las garras de profunda distracción del león rugiente!
Me parece que nuestro Dios de orden puede causar caos entre las órdenes de pecadores religiosos. ¡Sólo fíjense! Cuando Jesús camina por la religión hecha por el hombre Él voltea mesas, azota espaldas, patea a unos cuantos y luego, amorosamente, ¡se acerca al leproso! ¡Qué cosas!, ¿no es cierto, amigos? ¡Es todo tan tremendo! Porque cuando Jesús llora, Él lo hace fuerte y por mucho tiempo y abiertamente por los perdidos. ¡Jesús es un hombre salvaje, enfrenta a los hipócritas y luego, escupe en los ojos de los hombres para que puedan ver. ¡Jesús confunde, Jesús confronta, Jesús confirma, trae convicción y convierte! ¡Él reina y hace maravillas, gritando Su amor tanto en el alboroto como en el avivamiento!

Mi advertencia para todos ustedes hoy es la siguiente: Por favor, tengan presente que cuando invitan a Jesús a su fiesta, Él nunca se comporta bien. (¡Gracias a Dios!)

Reflexiona: “Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas. En el cielo y en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y columnas de humo.” Joel 2:28-30

Ora: Oh Cristo del caos, ven y vuelca hoy mi muy cuidado mundo el cual no me ha permitido alcanzar almas y tiene apagado al Espíritu Santo. Amén y amén!

 

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