Sunday, August 4, 2013

Aug | 04 | Babeando y nuestro destino como dentina

LLAMADO

1 Corintios 12:21 
El ojo no puede decirle a la mano: No te necesito. Ni puede la cabeza decirles a los pies: No los necesito.

Babeando y nuestro destino como dentina


Bueno, ha sucedido mucho antes de lo esperado, pero he comenzado a babear. No todo el tiempo, pero inevitablemente, por supuesto, en los momentos más públicos y por lo tanto más penosos. De repente me percato de un hilillo de baba en mi barbilla. ¡Es muy penoso en verdad!
Gracias a Dios, he logrado comprender el problema y pienso que con un poco de entrenamiento puedo limitar las situaciones embarazosas. El asunto es que tengo colocado un puente fijo en la parte frontal de mi boca, del cual me siento orgulloso. ¡Es magnifico! ¡Puedo comer helado sin sentir dolor, morder manzanas y comer costillas a la velocidad de un glotón! La sensación de presión todavía permanece, pero es obvio que la sensibilidad y el sentido de alerta que mis dientes naturales me daban han desaparecido. De ahí que en ocasiones babeo mucho, ¡pues simplemente no siento como antes cuando se sale! ¿Quién iba a pensar que un par de terminaciones nerviosas naturales cubiertas de esmalte pudieran ser un instrumento anti-babeo tan importante?

¿Saben a dónde me dirijo con esto, no es así? Pero es cierto, y como es algo que se olvida tan fácilmente, vale la pena recordarlo. Vamos a plantearlo igual que el asunto de mis dientes, sin rodeos: si usted es un miembro activo en la iglesia que expresa con fuerza sus opiniones no debe menospreciar aquellos miembros más tranquilos que no obstante proporcionan sensibilidad y conciencia a nuestras declaraciones, ¡pues sus amables oraciones y sus dulces consejos evitarán que usted luzca como un tonto que babea! Por consiguiente, permítame decirle que si usted sabe que es sólo “un pequeño diente” en una boca grande, entonces tenga la certeza de que Dios lo ha colocado precisamente allí ¡para cumplir su función como dentina! Usted puede estar al lado de un gran molar que tritura el alimento a diario, pero créame, él necesita de usted.

Para finalizar hoy, quiero decirle unas palabras a aquellos que se sienten tan intrascendentes a la sombra de todo aquello que la boca puede estar declarando – y en verdad tanto así que quizás sientan deseos de levantarse y marcharse. Por favor no se vayan, pues ustedes son una parte muy importante del cuerpo. Continúen dando su apoyo al decir lo que piensan, pues todos sabemos que en definitiva ¡nadie toma realmente en serio a un tonto que babea! ¡Continúen siendo sensibles! Continúen frenando el babeo, y ¡ah!, a propósito, ¡muchas gracias!

Reflexiona: “El ojo no puede decirle a la mano: No te necesito. Ni puede la cabeza decirles a los pies: No los necesito. Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables.” 1ª Corintios 12:21-22

Ora: Hoy Señor, donde me encuentro, muéstrame mi valor y lo necesario que soy para el cuerpo de Tu iglesia, amén.




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