Mateo 7:6
No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen.
Perros, cerdos y quiasmos cataclísmicos!

A-------------àNo des lo santo a los perros
B-------------------------------àNi tires las perlas a los cerdos
C------------------------------------------àNo sea que
B--------------------------------àlas pisoteen
A -------------àY se vuelvan contra ustedes y los despedacen
¡Bien! Incluso es interesante, pero ¿y qué? Bueno, me permiten sugerir que el compartir tal instrucción en forma poética está ahí ¡para ayudarnos a recordarla! En otras palabras, Jesús está diciendo: “Esto es importante. ¡No lo olviden!
Existe una terrible conexión aquí entonces, porque el hecho impresionante es que Dios habla de ciertas personas ¡refiriéndose a ellas como cerdos y como perros!
Dios habla de ciertas personas quienes han regresado a su vómito y comido de él, o quienes han sido lavados y luego han vuelto a mirar atrás, como opositores del Evangelio, abusadores, amargados, murmuradores, quejumbrosos, peleoneros, hambrientos, ignorantes y peligrosos perros. “No olviden esto,” dice Jesús.
Noten también que Dios ve que nosotros poseemos cosas que son santas y preciosamente hermosas. Pensamientos, enseñanzas, ideas, cuerpos, posesiones...de hecho ¡todo lo que ha sido dedicado a El y a Su reino, son cosas Santas! Buenas obras, obras amables, muestras de afecto, gentileza y todos los otros frutos y dones del Espíritu, son hermosos y preciosos para El. Jesús está claramente diciéndonos aquí, “No den estas cosas a los perros ni las tiren delante de los cerdos.”
Los cerdos y los perros vienen en varias formas y tamaños. Viven bajo ciertos patrones, huelen de cierta forma y son ambos peligrosos tanto para los aventadores de perlas como para el dador de cosas santas. Creo que Jesús, en este contexto, nos está mostrando que estos “perro-cerdos” son los ciegos religiosos y farisaicos hipócritas quienes tienen vigas en sus ojos y piensan que son mejores que el resto de la humanidad.
Estos perro-cerdos, huelen bien por fuera, se ven guapos y refinados en sus flamantes trajes, sin embargo sus corazones están llenos del lodo amargo del hato de cerdos y de la tierra sucia de la perrera. Me pregunto si Jesús estará diciendo: “No los molesten; ni siquiera se enreden con ellos porque ellos los harán pedazos, así como lo hicieron con Juan y como lo harán conmigo y con Esteban, así que déjenlos solos.”
He visto iglesias Cristianas quienes honran a sus perro-cerdos, los talquean, los visten en trajes caros, y los ponen a cargo de otros a quienes influencian. He estado sonriente, sentado en bancas con mis pies dentro de la comida para cerdos; he estado en reuniones de miembros y sido testigo de la murmuración sucia y egoista, y he sentido el ministerio filoso de la tierra de los caninos. He visto sangre esparcida sobre paredes blanqueadas y he oido el clamor de los más pequeños cayendo a un lado de los pomposos y gordos cerdos rosas y los lobos envueltos en ropas de ovejas. ¡Es terriblemente avergonzante!
Este quiasmo cataclísmico, esta forma poética, enmarca para nosotros la tremenda importancia de este mensaje. Recuerden esto el día de hoy.
Reflexiona: “Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.” Salmos 22:16-18
Ora: Señor, ¿quien es suficientemente sabio en sí mismo para saber cuándo hablar y cuándo estar callado? ¿para saber cuándo abrazar y cuando cesar de abrazar? ¿cuándo dar y cuándo detener? Señor, guíame en estas cosas para que no me lastime a mí mismo o que peque contra Ti. Amén.

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