Thursday, November 10, 2011

Nov | 10 | Sobre Gurkhas y pepinillos en vinagre

Palabra para meditar – ORA

2 Samuel 21:15-17a
“Los filisteos reanudaron la guerra contra Israel, y David salió con sus oficiales para hacerles frente. Pero David se quedó agotado, así que intentó matarlo un gigante llamado Isbibenob, que iba armado con una espada nueva y una lanza de bronce que pesaba más de tres kilos. Sin embargo, Abisai hijo de Sarvia fue en su ayuda e hirió al filisteo y lo mató.”

Sobre Gurkhas y pepinillos en vinagre

Un pepinillo en vinagre es un pequeño vegetal dulce, muy apropiado para una generación que gusta de las hamburguesas.

Anoche en el centro comunitario, un concejal de la localidad de alrededor de setenta años, llegó para dar su apoyo a la nueva iniciativa. Este veterano de una sola pierna a sus setenta y tantos años había estado levantado y trabajando durante las últimas 12 horas de ese día preparando una petición para un viejo colega Gurkha que estaba enfermo, solitario, en la indigencia, abandonado por el Gobierno del país por el cual había luchado, y con una urgente necesidad de una pensión. Al viejo soldado todavía le esperaba un viaje de seis kilómetros y medio hasta su casa en su vehículo eléctrico para inválidos, en la oscuridad y la lluvia. Este vehículo estaba estacionado al lado de la puerta, bajo la luz, por si acaso los muchachos de la localidad lo vandalizaban, lo destrozaban o se lo robaban.

Me estoy preparando para una serie de sermones titulada: “La guerra, ¿para qué sirve?” Mi respuesta será bíblica y por ende no será “¡para nada en absoluto!” Haciendo entonces un poco de investigación sobre este tema, estoy leyendo el relato sobre la Segunda Guerra Mundial, hecho por el General Mayor Sir John Kennedy, titulado El Negocio de la Guerra. Este hombre sirvió en el Ministerio de Guerra por todo el tiempo que duró la Segunda Guerra Mundial, siendo responsable de todos los planes y operaciones ante el Jefe del Estado Mayor Imperial. Es una lectura fascinante sobre los entretelones, los preparativos y las ambiciones del Imperio Británico alrededor de ese período en particular, hace sólo 60 años, o en otras palabras, hace sólo dos generaciones. Esta mañana estaba conversando sobre esa época con una mujer de no más de setenta años y le comenté que esta Inglaterra en la que vivimos ahora, no tiene virtualmente similitud alguna con la que estoy leyendo, y que sospechaba que las personas que sacrificaron tanto durante esos tiempos terribles, aun sus propias vidas por la defensa y continuidad de nuestra libertad, nuestra cultura y nuestro país, no habrían puesto todo en juego tan diligentemente, por un estado como este. Ella estuvo de acuerdo conmigo. Sea cual sea la manera en que veamos a este tan lamentable estado de las cosas, debemos decir que la libertad por la cual esas generaciones de guerreros pelearon con tanto valor ha sido, en la paz que le siguió, desperdiciada, malgastada y perdida. La evidencia inmensamente triste de esto se ve claramente en una encuesta realizada a la generación actual más joven, ¡quienes piensan que Winston Churchill es, o un mito o un perro que mueve su cabeza y vende seguros! ¿Cómo llegamos a esta posición tan deplorable? Bueno, me parece que aunque ganamos la guerra, tristemente y definitivamente, perdimos la paz. ¡Y ahí lo tenemos!

Lo que pensamos era el fin de la guerra, era solamente el fin de una expresión de la guerra, pues de hecho, continuó a un ritmo más vicioso que antes, y el blanco de los cohetes V3 de destrucción y aniquilación masiva fueron nuestros valores Cristianos, incluyendo los valores personales, éticos, institucionales, personales y sociales. Para aquellos que lo pueden ver, el daño que se nos hizo luego de que las hostilidades físicas concluyeran, es mucho mayor que cualquier daño hecho a nosotros durante el bombardeo aéreo.

Hablando humanamente, he de decirles que todo está perdido. Pues la iglesia es, en este momento, como un veterano con una sola pierna preparando una petición por un amigo enfermo, tratando de encontrar el camino a casa en la fría y oscura noche lluviosa, temblando de pensar que las ruedas de hule de su carro para inválidos puedan sufrir una pinchadura por los afilados e ignorantes dientes de jóvenes insensatos, envalentonados por la droga y políticamente correctos.
“Pero Dios...” Sí. “Pero Dios”. Son estas dos palabras las que hacen que me levante en la mañana. “Pero Dios...” Hagamos nosotros, los líderes, formas prácticas de oración en esta sentencia de muerte presente, para que estas dos maravillosas palabras se expresen de manera redentora. Cortemos las cabezas de los ‘perros’ en nuestra sociedad enferma y oremos para que Dios levante ante nosotros guerreros espirituales, otros Churchills, listos a pelear la buena batalla una vez más, a cualquier precio. Ahora entonces, es el tiempo para nosotros de orar y suplicar, para que esas tropas del Imperio del Hijo, quienes nacieron en el Nuevo Mundo por los esfuerzos sangrientos de los soldados de la antigüedad, pueblo misionero ido ya hace mucho de estas islas, con todo su poder y fuerza vengan en auxilio, rescate y liberación de lo pasado.
Un Gurkha es un soldado. Feroz, formidable, fanático.

Medita: “…Defenderemos nuestra Isla, a cualquier precio, combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles, combatiremos en las colinas; no nos rendiremos jamás, y aun si, cosa que ni por un minuto creo, esta Isla, o una gran parte de ella, fuera subyugada y sufriera hambruna, entonces nuestro Imperio más allá de los mares, armado y protegido por la Flota Británica, llevaría la contienda hasta que, en el tiempo de Dios, el Nuevo Mundo, con todo su poder y fortaleza, inicie el rescate y la liberación del Viejo Mundo”. (Winston Churchill)

Ora: Señor, que de las semillas sembradas por los santos de la antigüedad, quienes desde esta isla llevaron Tu Palabra hacia el extranjero, recibamos nosotros de regreso el fruto del alimento y la liberación espirituales. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

 

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