Monday, November 28, 2011

Nov | 28 | Entre los pilares de la protección

Palabra para meditar – PROTECCIÓN

Génesis 49:10
“El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero Rey, quien merece la obediencia de los pueblos.”

Entre los pilares de la protección



¡Los bebés! Son admirables, ¿no es cierto? El otro día observé a un padre primerizo levantar a su joven hijo del suelo. El bebé recién había comenzado a sentarse por sí mismo y también a usar su mano para tomar cosas. ¡Todo lo que tomaba, por supuesto, era llevado a su fuente primaria de investigación en este mundo: Su boca! El perro de la casa estaba intrigado por el pequeño gritón de color rosado, y se deleitó haciendo círculos a su alrededor, colocando su hocico justo por encima de la naricita del pequeño y lamiendo las migas de galletita alrededor de su pequeña boquita. El bebé pensó que esto era simplemente fantástico y en un par de ocasiones, tomó al perrito por sus grandes orejas y no lo soltó. Una vez que el padre observó lo que estaba sucediendo, levantó a su hijo del centro del suelo y luego se sentó nuevamente, colocando a su amado hijo en el suelo, justo delante de él, entre sus piernas. El pequeño niño permaneció sentado allí, completamente protegido por las poderosas canillas de su amoroso padre, quien miró hacia abajo al pequeño bulto sentado entre los dos gigantescos secuoyas.

Nuestro versículo de esta noche muestra a nuestro Padre celestial como este papá terrenal: Vigilante, cuidadoso y protector. La iglesia de Dios se sienta como un niño entre Sus canillas protectoras y les digo también, si ese diablo viene olfateando como perro, listo para lamer las migas de galletitas de alrededor de tí, bueno, ¡va a recibir un buen golpe en el hocico!

Finalmente, por supuesto, la tribu de Judá fue facultada por Dios para ser las piernas de tronco de la protección de esa promesa de Siloh, el Mesías prometido. ¡Hasta su llegada, por supuesto! Hasta ese momento, ellos tenían el derecho de eliminar a todas las personas de quienes se pensara que eran asesinos y embusteros. En los tiempos de Cristo, sin embargo, el consejo gobernante del Sanedrín, quienes antes tenían la autoridad de decidir sobre la aplicación de la pena de muerte a cualquier hombre, había sido despojado de ese derecho por los Romanos. De hecho, en términos de protección no tenían ningún poder. El cayado de la tribu de Judá, este ‘jus gladii’, este derecho de la espada, este derecho a imponer la pena de muerte, ¡les había sido arrebatado! Sí, ya no poseían la capacidad última y suprema de dar y aplicar la ley. Todos los poderes reales y legales habían sido removidos de Judá. Augustin Lemann, en su libro ‘Jesús ante el Sanedrín’, informa sobre una declaración del ‘Rabino Rachmon’ del Talmud, que decía que: “Cuando los miembros del Sanedrín se encontraron despojados del derecho sobre la vida y la muerte, una consternación generalizada se apoderó de ellos; cubrieron sus cabezas con cenizas y sus cuerpos con sacos, exclamando: “¡Aflicción a nosotros pues el cetro se ha ido de Judá y el Mesías no ha venido!”.

Mientras tanto, en el pequeño pueblo de Galilea, ‘Siloh’ estaba quitando con la pala el aserrín del suelo del taller de su padre, el carpintero.

Recuerden esta noche entonces, que Dios siempre preserva Sus promesas y siempre cumple Su Palabra.

Medita: “Descendencia de Rubén, primogénito de Israel. Rubén era el primogénito, pero en la genealogía no fue reconocido como tal por haber profanado el lecho de su padre. Su derecho de primogenitura pasó a los hijos de José hijo de Israel. Y aunque es verdad que Judá fue más poderoso que sus hermanos, y hasta llegó a ser jefe de ellos, la primogenitura pasó a José, Los hijos de Rubén, primogénito de Israel, fueron Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.” 1ª Crónicas 5:1-3

Ora: Padre, colócame entre Tus poderosas piernas; colócame entre la seguridad de “Boaz y Jaquín”, esos pilares tan maravillosos. Cumple todas Tus promesas en mi vida. Sé paz para mi alma mientras espero y sé mi protección por todas partes. En el nombre de Jesús, te lo pido. ¡Amén!




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