Saturday, November 12, 2011

Nov | 12 | De escupitajos suicidas y las verdaderas señales de la salvación

Palabra para meditar – PERSEVERA

1 Samuel 19:18-23
“Huyó, pues, David, y escapó, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y él y Samuel se fueron y moraron en Naiot. Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David está en Naiot en Ramá. Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron. Cuando lo supo Saúl, envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos también profetizaron. Entonces él mismo fue a Ramá; y llegando al gran pozo que está en Secú, preguntó diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y uno respondió: He aquí están en Naiot en Ramá. Y fue a Naiot en Ramá; y también vino sobre él el Espíritu de Dios, y siguió andando y profetizando hasta que llegó a Naiot en Ramá.” (Reina Valera 1960)


De escupitajos suicidas y las verdaderas señales de la salvación

En caso de que ustedes no lo sepan, el nombre colectivo para una reunión de profetas es de hecho “una escuela de profetas”. Por favor, noten en nuestro versículo de esta noche que parece no haber ningún lugar geográfico llamado Naiot que se conozca en la actualidad. Sin embargo, como la palabra hebrea aquí significa “morada” algunos creen que es probable que Naiot fuera en realidad, el nombre de la residencia o colegio de esta escuela de profetas, en Ramá, o quizá justo en las afueras. Las grandes cisternas de agua que se encontraban en el lugar, creo pueden ser vistas como metáforas de la reunión de ese mismo espíritu de profecía que se encontraba, como una nube envolvente, en ese lugar. Tanto así, que las personas que entraban en esa nube salían de ella con la aptitud, la capacidad y el don de hablar las palabras de Dios. La vieja pregunta “¿Está Saúl entre los profetas?” resucita aquí por la manifestación de este don a él en particular. Mi respuesta a esa pregunta es un rotundo ¡no!

Hubo un hombre enviado por Jesús que también se reunió en un grupo colectivo: la asamblea de los apóstoles. Este hombre fue enviado a sanar a los enfermos, a resucitar a los muertos, y al hacer esto, vivió por fe, disfrutando la vida de un ministro itinerante, comiendo frugalmente y agradecidamente, y sí, bendiciendo a las personas y predicando con entusiasmo la llegada del Reino de Dios. (Mateo 10:1-13). Su nombre era Judas y él vendió a su Maestro por treinta monedas de plata.

He vivido lo suficiente para ver a un número considerable de bien amados, aplaudidos por toda la nación y respetados predicadores, maestros y los así llamados, hacedores de milagros, terminar en el paredón. Sí, he visto su escupitajo suicida mojar la mejilla de Cristo. Amigos, esta noche les digo que, aunque todo el mundo Cristiano preferiría por vergüenza olvidar estos símbolos de nuestra propia y culpable ingenuidad, estos terribles desastres son sin embargo de gran importancia para nosotros, pues ellos nos enseñan que ni el tener dones, ni el tener unción son señales de una verdadera salvación. No, sólo hay dos señales reales de esto: El Fruto del Espíritu Santo y la perseverancia en la Fe. Aterrador, pero verdadero.

Medita: “Después de anunciar las buenas nuevas en aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, Pablo y Bernabé regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo a los discípulos y animándolos a perseverar en la fe. Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios, les decían.” Hechos 14:21-23

Ora: Permanece conmigo, oh Dios y también yo permaneceré en tu verdad. Amén.

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