Tuesday, November 1, 2011

Nov | 01 | Cuídense del poder de esta ‘flor’

Palabra para meditar - VALOR

Números 14:31
“También entrarán en la tierra los niños que ustedes dijeron que serían botín de guerra. Y serán ellos los que gocen de la tierra que ustedes rechazaron.” NVI

Cuídense del poder de esta ‘flor’

El temor es una flor fantástica, la cual se abre en las formas y fragancias más coloridas. Desde preocupaciones reflexivas y leves en apariencia, hasta rebeliones fuertes y abiertas, sacude sus ramas llenas de hojas aun con la más suave de las brisas de verano, descargando las semillas de su propia y muy merecida destrucción. Sí, desde lo dulce hasta lo amargo, el temor perfuma el camino de su propia perversión con la esencia de la justificación: “Bueno, después de todo”, dice, “¿Qué va a pasar con los niños?” ¡Tenemos que pensar en ellos! Y si algo nos sucede a nosotros, ¿qué será de ellos? Quiero decir, ¿cómo podemos atender a sus necesidades si…? Ellos nunca nos perdonarían si…¿y si alguna vez hiciéramos lo que Tú Dios, insinúas de manera ignorante, lo que desatinadamente sugieres, ¿cómo atenderíamos a esas necesidades? quiero decir, si fuésemos allí, ¿cómo sobrevivirían nuestros hijos? No, Señor, esto es fanatismo…es algo totalmente irresponsable…Esto que nos pides que hagamos no es una orden a la que deba responderse con un ‘sí, Señor’...¡No! ¡Esta es una trampa de oso con carnada! Una decepción que llevará a nuestra destrucción, una locura que, en caso de seguirla, con seguridad sólo nos llevará a la miseria!” Sí, el temor es una flor fantástica, sus raíces encuentran un abundante sustento aún en los suelos más pobres, los cuales por otro lado ¡son muy ricos en incredulidad!... y ese es tu problema amigo: La incredulidad.

Así es que, estas mismas flores del temor ahora se encuentran ante las puertas de las tiendas de todo el campamento de Israel, y salieron de los cielos azules e iluminados por el sol de la tierra prometida, la cual estaba llena de gigantes y esperaba ser poseída. Este temor de la gente era tan grande y debilitante, que Dios su Salvador no pudo menos que encontrarlo tanto ofensivo como desagradable a Su alma. Tan ofensivo en realidad, que Él ahora los mataría por ello. Sí, Él los barrería totalmente de la faz de la tierra y comenzaría nuevamente con un pueblo nuevo y libre de contaminación. Sin embargo, fue Moisés quien evitó que Dios se deshiciera de la nación, ya que él se declaró culpable y se auto-condenó en un instante como si la nación fuera un solo hombre.

Así es que, contenido por las oraciones de Moisés, Dios limita Su más terrible diatriba y se dirige a su pueblo diciendo, “No hay razón para esta incredulidad. Si ustedes hubieran ‘tomado la sal’ de Mis señales y maravillas realizadas para con ustedes y la hubieran espolvoreado sobre esos lugares de muerte en sus corazones, entonces el temor no hubiera encontrado sustento para extender sus raíces ahí. Ahora, no solamente, han ustedes fallado en manejar de manera correcta el temor en su alma, sino también la han fertilizado con el abono de su más consistente y complaciente desdén. En cuanto a aquellos que de manera engañosa ustedes han llevado a temer a todo, incluyendo sus hijos, ellos poseerán aquello que ahora ustedes insensatamente están rechazando y ustedes jamás verán la dicha de ellos, ni se establecerán en los lugares que había preparado para ustedes junto a ellos”.

Lo admito, este es un mensaje espantoso, más sin embargo, allí está. Así es que, tomemos ‘la sal de Su grandeza’ diariamente y sembrémosla sobre la superficie de nuestras propias almas incrédulas, para que nos preserve del fluir de esos tan perniciosos florecimientos de temor. Dios puede cuidar de sus hijos mucho mejor de lo que ustedes pueden. ¡Así es que, vayan y obedézcanlo!

Medita: “—¿Hasta cuándo ha de murmurar contra mí esta perversa comunidad? Ya he escuchado cómo se quejan contra mí los israelitas.” (Números 14:27)

Ora: Ayúdanos diariamente Señor, para que cada noche pongamos ‘sal’ a nuestras almas con el recuerdo diario de Tu poder y bondad, de forma tal que la fe florezca en la noche y, por lo tanto, haga nuestras mañanas eternamente frescas. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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