Saturday, October 8, 2011

Oct | 08 | Bolas de espejos

Palabra para meditar – RESPLANDOR

1 Corintios 15:41
“Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo.”

Bolas de espejos

Estoy seguro de que vi por primera vez uno de esos ‘satélites’ para pistas de baile hechos por el hombre, colgando de los corredores públicos de mi pueblo, Staveley. Allí, los salones Speedwell podían ser alquilados para diversidad de eventos, incluyendo bodas, y yo estuve en uno de ellos, aunque no recuerdo en cuál; pero con toda seguridad, sí recuerdo el primer vistazo que le di a ese satélite plateado brillante, colgado tieso en el centro, encima del centro de la pista de baile. Les puedo decir que al principio me sentí decepcionado; y es que no hacía gran cosa aparte de girar lentamente y reflejar en cierta medida, los focos rojos y verdes que rodeaban al cantante local. Este ‘satélite’ ocupaba el lugar central de todo, observaba a todos y a todo en su rotación circular, pero funcionaba, en mi opinión, de manera absolutamente lamentable, arrojando sólo escasos reflejos de luz, que luego parecían disiparse en su poder y efecto a tan sólo unos metros de su viaje, antes de desaparecer en los largos cabellos de chicas pequeñas, y deslizándose luego hacia el suelo oscuro para ser fácilmente pisados allí por zapatos de suela de cuero negra, recientemente lustrados. ¡Patético! ¡Sí! En los salones Speedwell de Staveley, los aparentemente miles de espejitos tan intrincadamente dispuestos en la esfera de plata, todos cortados de manera diferente, todos dispuestos en un ángulo particular, todos puestos como en un rompecabezas por algún artista aparentemente novato, ¡eran una total y absoluta pérdida de tiempo! Me sentía decepcionado. Creo que todos mis jóvenes amigos también lo estaban, pues este satélite giratorio plateado, creado por el hombre, centrado en el hombre, colgaba avergonzado en el cielo azul del salón de baile.

Entonces sucedió: Detrás de nosotros, invisible en la esquina superior derecha de este pequeño mundo de alegría, colgaba la luz más fuerte de todas: un foco poderosamente penetrante, que disparaba su luz enfocada justo al centro de la esfera giratoria de plata, que a su vez, explotaba con luz reflejada, y quiero decir… ¡boom! Llenando el mundo encerrado de esta sala de baile con miles de estrellas giratorias, todas corriendo por encima de las mesas y de las personas, acariciando las mejillas y brillando como soles en extinción en los ojos llenos de júbilo, haciendo que incluso las grises dentaduras postizas lucieran más luminosas, más blancas, más relucientes que nunca, aterrizando como varitas mágicas brillantes en los hombros de hombres ilusionados y transformando así a mineros en caballeros con armaduras brillantes, y a obreras de brazos fuertes, en princesas de cuentos de hadas. Todo era diferente ahora porque todo había sido tocado con la luz majestuosa. ¡Era glorioso! Era maravilloso y no terminaba allí tampoco, porque el foco filtraba su fuerte rayo usando todos los colores del arco iris y llenaba nuestro mundo con envolturas de papeles rojos, amarillos-crema, anaranjados-mandarina, azules reales, marrones otoñales y ¡todos los púrpuras de los reyes danzantes! Sí, recuerdo que mientras el foco estuviera disparando hacia el centro de la bola de espejos, cada punto de este pequeño mundo nuestro, quedaba bañado de magia danzante.

Toda tu vida enmarañada y problemática, todos tus espejos quebrados y rotos, todos tus años de mala suerte, que han caído sobre tu vida enmohecida y condenada, quebrada y luego unida de manera incierta, no significarán absolutamente nada para ti, ni para los demás en realidad, si la luz del Hijo no apunta a tu centro giratorio. ¡Ah! Pero cuando lo haga, ¡oh Dios! pero cuando lo haga, ¡todo el mundo por el que atraviesas será iluminado con una maravilla resplandeciente!

¿Te das cuenta cuál es el problema, amigo? ¿Te das cuenta también de las posibilidades?

Medita: “Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre. Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios! Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre. Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre. Porque grande es tu amor por mí: me has librado de caer en el sepulcro.” Salmos 86:9-13

Ora: Lléname con Tu gloria, oh Señor, y que todos mis ‘espejos’ quebrados deslumbren a los espectadores que vean Tu demostración de misericordia. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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