Wednesday, October 19, 2011

Oct | 19 | Construyendo capillas

Palabra para meditar – CANTAR

Efesios 5:19
“…Anímense unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón…”

Construyendo capillas

Muy seguido, durante las tardes, mi esposa y yo damos un paseo de una hora por el campo de Kentucky, cruzando todas las entradas de las hondonadas en donde termina la cima oscura, y entre la maleza y por las laderas verdes. En ocasiones están moteadas con esas flores llamadas “acianos” color azul claro, y en otras parecen estar pecosas con hojas color rojo encendido, que han caído de los árboles de madera noble, que se desnudan alistándose para ir a dormir en el invierno, mientras que el suelo mismo sonríe con el color naranja de calabaza rellena, de las mejillas regordetas e infantiles de la tierra, todas llenas de gordura otoñal ante el invierno que invita a acostarse.

En medio de los colores de esta belleza de Kentucky, se pueden ver las señalizaciones frías y con ángulos de hierro, que aún se mantienen rectas en el suelo oscuro y rojas. Estas señalizaciones de las propiedades podrán estar en el lugar legal correcto, pero están completamente fuera de lugar ante semejante belleza. En pie, allí como viejas trampas, oxidadas y sin camuflar entre el follaje, en ocasiones incluso marcadas con cintas de plástico color rosa fluorescente, señalan los límites fronterizos de las propiedades de quienes se enorgullecen de poseer un pedazo sureño de la gran tarta de nuez estadounidense. Sí, los bienes raíces personales son especialmente importantes en el Kentucky colonizado. Las varas oxidadas de los ángulos de hierro pueden ser más duraderas que las viejas duelas en madera que se utilizaban antes, pero aun así, son muy, muy antiestéticas.

Mi pueblo natal, hace cerca de mil años, fue en alguna ocasión un asentamiento anglosajón en el centro de un campo llamado en aquél entonces, lea. Los registros muestran que unos sesenta acres de esta lea ya habían sido marcados con duelas en madera, y habían sido designados para el área de un nuevo pueblo. Después de la batalla de Hastings en 1066, Guillermo el Conquistador entregó esta misma área de Staveley a uno de sus guerreros, como regalo por la victoria. Los normandos finalmente habían llegado a mi pueblo natal.

La familia de ese guerrero, Ascuit Musard, conservó a Staveley durante generaciones hasta la muerte de Nicolás Musard, un sacerdote Católico romano quien, al no poder dejar legalmente su tierra a sus hijos bastardos, la hizo dispersar entre sus hermanas, una de las cuales se casó con Anker De Frechville, Barón de Crich. Los Frechvilles dejaron su marca en Staveley representada en la vieja granja embrujada de Hagges, la casa señorial, la casa para el párroco, y por supuesto, la capilla familiar, partes de la cual datan del siglo trece, mucho antes de ser propiedad y patrocinio de la familia Frechville.

Una capilla familiar era una capilla privada en la que un sacerdote cantaba o entonaba salmos por el alma del fundador. Los ricos religiosos siempre han conseguido sus pólizas de seguro religioso, pagando a aquellos quienes ellos creen son escuchados por Dios, para que intercedan en su nombre. Una capilla familiar era un lugar así, un lugar de oración, adoración y súplica privada pagada, en nombre de la persona que tenía suficiente en su billetera para hacerlo de este modo. Suena extremo, ¿no? Sin embargo, la idea de una capilla familiar me gusta. Me gusta la idea de un lugar privado donde se canten salmos, un lugar privado adonde ir para cantar a Dios algunas canciones del espíritu.

Hoy, en su devocional “En Pos de lo Supremo”, Oswald Chambers dice en un discurso a estudiantes de teología: “No son las actividades prácticas las que constituyen la fortaleza de esta Escuela de formación Bíblica: toda su fortaleza yace en el hecho de que aquí ustedes están inmersos en las verdades de Dios, para que penetren en ellas delante de Él. No tienen la menor idea de dónde o cómo Dios va a maquinar sus circunstancias futuras, ni tampoco saben qué presión o tensión van a tener bien sea en casa o afuera. Y si pierden su tiempo llevando a cabo muchas actividades, en vez de estar inmersos en las grandes verdades fundamentales de la redención de Dios, entonces se van a derrumbar cuando el estrés y la tensión lleguen”. ¡Cuán cierto esto, y amigos, me temo que también cuán descriptivo del cristiano moderno!

He visto a muchos cristianos derrumbarse, y no quiero ser uno de ellos. Entonces mañana voy a construir una habitación para cantar salmos. Mañana voy a pagar el precio para escuchar algunos himnos alegres cantados en mi corazón. Mañana voy a preparar algunas canciones espirituales con música alegre, y voy a cantarlas con mi Padre. Sí, mañana, este sacerdote del Dios Altísimo va a construir una capilla familiar en una habitación de su corazón, y va a tomarse algo de tiempo a partir de ese momento, para retirarse en ella y cantar algunas canciones de gloria, cantar algunas canciones de mi redención, cantar algunos salmos de adoración, ¡cantar algunas canciones de esperanza!

En esta noche, entonces, descansemos en Jesús bajo Su amorosa canción de cuna, y mañana construyámonos todos, una capilla para adorarle.

Medita: “Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo. Pero Tú eres santo, Tú eres rey, ¡Tú eres la alabanza de Israel! En Ti confiaron nuestros padres; confiaron, y Tú los libraste; a Ti clamaron, y Tú los salvaste; se apoyaron en Ti, y no los defraudaste.” Salmos 22:2-5

Ora: Cantaré al Señor porque ha triunfado glorioso, arrojando en el mar al caballo y al jinete. El Señor es Dios y yo lo alabaré, mi Padre es Dios y le exaltaré.

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