Wednesday, October 12, 2011

Oct | 12 | Seguro para sueños

Palabra para meditar – ESPERANZA

Génesis 37:9-11
“Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias. Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió: ¿Qué quieres decirnos con este sueño que has tenido? —le preguntó—. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias? Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.

Seguro para sueños

Nuestro texto para esta noche nos muestra a José (bendito sea su pequeño corazón), en toda su simpleza bulliciosa, alardeando con este grupo patético ¡de sinvergüenzas! Sigan leyendo la historia, queridos amigos, y se darán cuenta de que fue después de compartir este sueño en particular, ¡que los hermanos de José decidieron matarlo!

Dos sueños conectados, ambos dando indicios de que José sería el líder del clan, de que José sería el que tendría la preeminencia sobre los demás, de que José sería la cabeza y no la cola, de que José, sin duda alguna, sería bendecido por encima de todos ellos. Qué maravilloso para José, pero luego, después de compartirles esto, sus hermanos lo golpean, lo arrojan a un pozo, lo venden como esclavo y luego mienten respecto a su supuesta y horrible muerte a su muy triste y afligido padre. Mientras tanto, José está vivo pero solo y sintiéndose muy solitario, sobreviviendo primero y luego prosperando, sólo para ser acusado injustamente de violación y arrojado a un calabozo, cuya llave se pierde sin duda en el Río Nilo. Incluso aunque José sería eventualmente promovido al puesto de segundo en comando en Egipto, tendrían que pasar otros siete años, antes de que aquellos sueños se hicieran realidad. Sí, desde la primera aparición de esas imágenes en la cabecita malcriada de José, aquellos mismos sueños tomarían muchos años tortuosos para ver la luz y llevarse a cabo. ¿No es la vida así, acaso? ¡Oh, sí que lo es!

Alguna vez apareció en la televisión un comercial de seguros con este eslogan: “No se trata sólo de adónde te llevarán tus sueños, sino de adónde llevarás tú, tus sueños”. ¡Qué bíblico es esto! ¡Me gusta! Verás, amigo, yo sí creo que Dios nos da sueños para realizar. No obstante, es evidente también, que Dios, en Su Divina soberanía, permite que la vida, esa horrible embustera y ladrona de visiones, esa que hecha a perder lo delicioso de los sueños, los convierta en un hedor patético para nuestro olfato y en un terrible sabor para nuestras bocas, alguna vez proclamadoras de la fe. Sí, bajo la forma de malas decisiones, de la intervención de tontos envidiosos, de la esclavitud forzada, de los espíritus seductores y difamadores, de los perros engañosos, de los calabozos oscuros de toda clase y de los benefactores descuidados de muchas formas y tamaños, nuestros sueños encantadores, a menudo, y sí, muy a menudo, se vuelven mohosos, tristes y malos.

Cuando esto suceda, (pues con toda seguridad pasará) necesitaremos ir a nuestra póliza de seguros y luego alimentarnos bien con el contundente eslogan, repitiendo a menudo a nuestra alma la verdad de aquellas palabras tan ciertas: “No se trata sólo de adónde te llevarán tus sueños, sino de adónde llevarás tú, tus sueños”.

No permitan que su angustia presente y contínua, destruya los sueños que Dios les ha dado, sino más bien, llévenlos con ustedes a cada situación particular y solitaria. Consiéntanlos, acarícienlos, mediten en ellos, asómbrense con ellos, oren en cuanto a ellos y planeen otra vez; porque en esta noche les digo que, si esos sueños vienen de Dios, entonces con toda seguridad han venido para hacerse realidad, y nada, ni siquiera el infierno, ni ninguna manifestación del infierno en esta tierra, podrá impedir que se cumplan. El eslogan de la póliza de seguros que Dios les da en esta noche, es absolutamente cierto. Recuerden: “No se trata sólo de adónde les llevarán sus sueños, ¡sino de adónde llevarán ustedes, sus sueños!”

¡Créanlo!

Medita: “Gedeón llegó precisamente en el momento en que un hombre le contaba su sueño a un amigo. Tuve un sueño —decía—, en el que un pan de cebada llegaba rodando al campamento madianita, y con tal fuerza golpeaba una carpa que ésta se volteaba y se venía abajo. Su amigo le respondió: Esto no significa otra cosa que la espada del israelita Gedeón hijo de Joás. ¡Dios ha entregado en sus manos a los madianitas y a todo el campamento!” Jueces 7:13-14

Ora: Señor, en esta noche te entrego mis sueños: Los que no se han realizado, los que han sido frustrados, lo que ni siquiera han nacidos y por los que estoy expectante. Señor, en esta noche te entrego mis sueños, y en fe y esperanza, espero su realización. En el nombre de Jesús. Amén.

 

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