Saturday, October 22, 2011

Oct | 22 | Del olor del grano de la cebada

Palabra para meditar – OBSERVA

Ruth 2:2-4
“... Anda, hija mía —le respondió su suegra. Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec. En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores: ¡Que el Señor esté con ustedes! ¡Que el Señor lo bendiga! —respondieron ellos.”

Del olor del grano de la cebada

A mí me encanta el Libro de Rut, del Antiguo Testamento; y los versículos para esta noche son, probablemente, mis favoritos entre todo el libro. Por supuesto, siendo un amante de las cosas profundas de Dios, me gustan estos versículos en particular a causa de las dos grandes ballenas que irrumpen en la superficie de las olas estruendosas, expulsando al exterior sus chorros de agua, para que todo el mundo las vea. ¿Las ven?

La escena se nos presenta dentro del versículo, cuando la agradable Noemí ha regresado con profunda amargura a su antiguo país, familia y ciudad. Noemí había partido hacia Moab junto con su esposo y dos hijos, diez años antes. Lo había hecho porque no había pan en Belén; sí: no había pan en “la casa del pan”; no había cánticos en Judá, ¡la tierra de la alabanza!
En aquellos diez años lejos de su tierra natal, perdió a su esposo y a sus dos hijos de manera trágica, y se ganó dos nueras amorosas pero necesitadas, una de las cuales, a pesar de los mejores esfuerzos de Noemí, no pudo despegarse de sus faldas, y por lo tanto tuvo que llevarla con ella de regreso a Belén, a pasar necesidad, a enfrentar el ridículo, las habladurías y los incesantes cuestionamientos.

Se ha dicho con toda razón que Dios plantó un jardín y que el hombre creó ciudades, ¡pero que el diablo inventó los pueblos pequeños! Aquí, en la pecera de Belén, toda la pobreza y el abatimiento de Noemí, todas sus declaraciones amargas en cuanto a que la mano del Señor se había vuelto contra ella, podían ser vistas y oídas por todos y, oh las habladurías, mis amigos, las miradas, la condenación, las acusaciones...oh, las intrigas intensas y las observaciones constantes hacia esta extranjera hermosa llamada Rut. Es tremendo, mis amigos: si no fuera por las ballenas de la presencia de Dios; si no fuera por los cálidos mamíferos de la providencia de Dios; si no fuera por estos dos gigantes de Su bondad, emergiendo a la superficie de estas aguas profundas y turbulentas, entonces todo en la historia no sería nada más que un abatimiento lúgubre. ¡Gracias a Dios por las ballenas! ¿Ya las ven?

No obstante, esta historia tiene un buen final. Rut, la moabita, será amada por Booz, en quien hay gran fortaleza, valor ¡y dinero! Sí, Noemí será finalmente bendecida, será bien cuidada y tendrá niños balanceándose en su regazo; y de este intercambio extranjero, eventualmente surgirá David el Rey, ¡y Cristo el Salvador! En este punto de la historia, las ballenas son testimonio de la grandeza y de la bondad irresistible y venidera de Dios. ¿Ya las ven?
Estas dos ballenas se llaman “y dio la casualidad” y “en eso”. Una ballena incluso más grande, que se ve sobre todo arrojando agua entre las cubiertas del Nuevo Testamento, se llama “pero, Dios”. No obstante esta es una especial, porque sólo puede verse con los ojos de la fe. Sin embargo, esta pareja particular, de “y dio la casualidad” y “en eso”, puede verse con bastante claridad en el horizonte de nuestras vidas, casi todos los días. ¿Ya las ven?

¿Saben que avistar ballenas es parecido a escuchar la voz de Dios? Oh sí... cuando Dios hable desde el cielo, algunos van a reconocerlo y serán bendecidos y sobrecogidos; otros dirán que fue simplemente un trueno. De manera similar, cuando la gente vea a este par de ballenas irrumpiendo en la superficie de sus vidas, algunos gritarán que es mera coincidencia, pero aquellos que sean verdaderamente bendecidos por estas ballenas, ¡alabarán al Señor! Sí, izarán su vela de la fe, prepararán sus redes para una gran pesca, y la esperanza saciará el hambre hasta que llegue la presa.

Ballenas... ¿no les encantan? ¿Ya las ven?

Medita: “Así que Booz tomó a Rut y se casó con ella. Cuando se unieron, el Señor le concedió quedar embarazada, de modo que tuvo un hijo. Las mujeres le decían a Noemí: ¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos. Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las vecinas decían: ¡Noemí ha tenido un hijo! Y lo llamaron Obed. Éste fue el padre de Isaí, padre de David. Así que éste es el linaje de Fares: Fares fue el padre de Jezrón; Jezrón, el padre de Ram; Ram, el padre de Aminadab; Aminadab, el padre de Naasón; Naasón, el padre de Salmón; Salmón, el padre de Booz; Booz, el padre de Obed; Obed, el padre de Isaí; e Isaí, el padre de David.” Ruth 4:13-22

Ora: Señor, mañana y siempre en el horizonte de mi vida, que pueda ver que las ballenas de Tu bondad, de Tu cuidado, de Tu provisión y de Tu presencia, irrumpen en la superficie de mis mares expectantes. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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