Hechos 12:22
La gente gritaba: ¡Voz de un dios, no de hombre!
El labio de Louisville

Marianne Moore, poeta moderna, ganadora de los premios Bollingen, del Premio Nacional del Libro y del Pulitzer, falleció un día como hoy de 1972. He aquí algunas de las palabras que escribió para la tapa del disco Soy el más Grande, dedicado a Muhammad Alí. Es muy entretenido y uno esperaría que chistoso:
“Con músculos de acero y en forma, es confiado, y es sagaz; aun así, entrena, pelea, no está oxidado por falta de peleas. Consigue un título, una corona, una bolsa; la hija de un rey le ha sido prometida, ¡una princesa! Es literario, siguiendo la tradición de Sir Philip Sydney. Sus versos están ornamentados por aliteración. Una voz oficial lo llama: “Ven Cassius Clay”. Un caballero, un rey del ring, un mimo, un satírico, él calma a su oponente: “Por supuesto que estás cansado e irritable, ¡contrólate!” Tiene una preferencia por la antítesis, no sólo dará ‘lecciones de lucha, sino también de caída’. Reconocidamente el ‘más clásico y el más desfachatado’, cuando se le pregunta: “¿Qué siente sobre el nombre de ‘Cassius Gaseosus’ que le dan los británicos?, Su respuesta es una de las más hermosas en la literatura: “No lo resiento”. Es prolijo, acicalado, gallardo, con sus manos bien cuidadas; su ceja en alto. Aunque es golpeado, nunca es derrotado. Pelea y escribe. ¿Me faltó algo? Ah, si..es un boxeador sonriente.
Los estragos de la enfermedad de Parkinson hundieron a este luchador hasta el fondo de los océanos de la vida. Mientras su reinado y la locuacidad del ‘labio de Louisville’ duraron, fue magnífico, fue entretenido, pero en el final, era solamente la voz de un simple hombre. Un hombre entre los hombres quizá, pero al fin y al cabo, solo un hombre. Permíteme preguntarte, ¿a qué supuesto dios estás escuchando hoy, entonces, querido amigo? ¿Quién o quiénes son tus ídolos de barro? Quítalos de ti hoy... ¡hoy!
Reflexiona: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.” 1 Pedro 5:6
Ora: Enséñanos oh Señor a contar nuestros días, para así traer al corazón sabiduría. ¡Hoy, Señor, derribamos a nuestros ídolos! Amén y amén.

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