Wednesday, February 27, 2013

Feb | 27 | Una historia de dos testículos podridos

PELEA

Hechos 12:23, 24
Al instante un ángel del Señor lo hirió, porque no le había dado la gloria a Dios; y Herodes murió comido de gusanos. Pero la Palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose.

Una historia de dos testículos podridos

No hoy, sino hace unos pocos días pero en el año 303 DC, Galerius Valerius Maximianus emitió un edicto ordenando la persecución de los Cristianos. Esta última gran persecución del Imperio Romano hacia los Cristianos la cual duró ocho años, fue tan violenta que aun los mismos paganos se sentían indignados.

En el año 311 DC, con los preparativos en marcha para celebrar su 20o aniversario como César y como Augusto, repentinamente Galerius se vio afectado de una grave enfermedad. Primero sus genitales sufrieron una gran inflamación, seguida de la aparición de una úlcera profunda que rápidamente se infestó de gusanos, lo que ocasionó que ésta se inflamara y se pudriera en su cuerpo. Estaba en tan malas condiciones, que incluso algunos de los doctores de Galerius no soportaban el hedor. Tanto ellos como otros que no pudieron curarlo, fueron ejecutados inmediatamente.

Desde su lecho de enfermo en Nicomedia, el 30 de Abril del año 311 DC, Galerius emitió un edicto el cual fue confirmado por sus compañeros emperadores, cancelando la persecución de los Cristianos. Su estrategia había fallado. El sufrimiento al que habían sido sometidos los Cristianos les había incluso ganado la compasión del imperio. A través de los testículos inflamados y el hedor de una úlcera podrida, una vez más, la marea de la batalla cruel se había vuelto en favor de Jesucristo, el Señor.

Nuestro enemigo está derrotado, está peleando una batalla que sabe que no puede ganar. Las puertas del infierno no prevalecerán contra la expansión del Reino de Dios. No obstante, mis queridos amigos, es un conflicto cruel y costoso. Millones de nuestros hermanos y hermanas han perecido en él y aún en la actualidad, la iglesia es masacrada abiertamente en muchas partes del mundo. El enojo del enemigo es veneno en contra nuestra, el pueblo del Señor. Si se le da la oportunidad una vez más se embarcará en una cruel persecución, incluso en estas mismas costas en las cuales vivimos. Valiéndonos de la oración y de manera activa, debemos luchar para mantener y hacer prosperar aquello por lo cual generaciones de Cristianos han luchado y han muerto. Para nosotros, el pueblo de Dios, el permanecer dormidos en tiempos como estos, cuando todos nuestros muros están derrumbándose a nuestro alrededor, significa un letargo tan mentiroso y despreciable que ¡sólo puede deberse a una actividad demoníaca! La iglesia de Dios debe levantarse de su letargo de inactividad y pelear hoy la buena batalla. Si no lo hace, seguramente comenzaremos una vez más a pagar un precio muy alto en este conflicto mortal, justo aquí, en nuestra propia tierra comprada con sangre.

Reflexiona: “Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina.” Deuteronomio 32:35

Ora: ¡Levántate oh Iglesia de Dios, y haz grandes cosas! ¡Entrega tu corazón y tu mente, y tu alma y fortaleza y sirve al Rey de Reyes!



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