Thursday, February 21, 2013

Feb | 21 | El compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham

AUTÉNTICO

Hechos 8:18-19
Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero y les pidió: Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.


El compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham

Luego de que su esposo se declarara en quiebra en 1875, Lydia Estes Pinkham comenzó lo que probablemente fuera el primer negocio exitoso dirigido por una mujer en Estados Unidos. Su producto era una medicina para “todas esos Malestares y Achaques dolorosos y tan comunes en nuestra población femenina”. Entre otras cosas, decía que quitaba “los desmayos, la flatulencia, la hinchazón abdominal, los dolores de cabeza, los ataques de nervios, la debilidad, la depresión, el dolor de espalda, los problemas renales y hasta disolvía y disipaba los tumores cancerosos en los ovarios”.

El compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham era una combinación de varias hierbas raras, pero el ingrediente principal y secreto (que según ella actuaba “como solvente y conservador”) era en realidad ¡un 22% de alcohol puro! Se ha dicho que al tener la moral de un santo y las prácticas comerciales de un contrabandista, ¡Lilly ‘La Pink’ alcanzó su mayor éxito durante la era de la prohibición!

Aún hoy, encontramos entre nosotros a contrabandistas que acumulan grandes cajas llenas de “remedios espirituales”. Desde el principio, el Espíritu Santo de Dios ha sido visto como una mercancía que de alguna manera estaba a la venta. Sin embargo, Dios no está a la venta. A Él no se le puede forzar para que salte a través de giros doctrinales o emocionales. ¡Él no es el Dios de la teología sistematizada y suavizada, ni tampoco es el Dios de las buenas ideas comerciales o del siguiente proceso en siete pasos! Él no es un trago para ser vendido por algún cantinero, o una dosis, o un hit de algún comerciante gritando ‘¡llévelo marchante!’. No, no es un mago ni un gurú motivacional. Dios es el Señor, el Dios Altísimo, el Creador del cielo y de la tierra, en quien vivimos y en quien nos movemos y en quien tenemos nuestro ser; quien ha elegido habitar en toda Su plenitud, en medio de nuestra gran pequeñez, a través de Jesucristo Su Hijo amado y nuestro Señor y Salvador. Arrepentimiento, fe, humildad y una boca hambrienta de Él, es todo lo que Él busca; y lo que nosotros tenemos para ofrecer (¡y que es suficiente para él!) son nuestras súplicas de perdón para todos nuestros pecados.

El Espíritu Santo nos ayudará en todos nuestros problemas. Al bautizarnos en el cuerpo de Cristo y al lavarnos en la preciosa sangre derramada de Jesús, nos damos cuenta que esas manchas en nuestra alma, puestas allí por nuestro pecado enfermizo y egoísta, ¡han sido permanentemente, (sí, permanentemente y de una vez y para siempre), total y absolutamente removidas! ¡Se han ido para siempre! Él también nos preservará en este estado limpio y expectante, hasta el momento de Su venida.

Damas y caballeros, señoras y señores, ¡Permítanme presentarles a ustedes el solvente más fuerte y el mejor conservador del cielo, al Espíritu Santo de Dios, 100% prueba de la fidelidad y bondad del Padre! ¡No pueden comprarlo amigos, pero, si se arrepienten de todos sus pecados hoy, Él, sin costo, los hará de Él! Así que, si están consumidos por el cáncer de sus pecados, temblando por el temor al juicio, llenos de flatulencia nerviosa, con la mente en riesgo y postrados, entonces, den un paso al frente y compren esto que les costará nada y todo a la vez. ¡Ahora, recuéstense, abran bien su boca y dejen que Él la llene!

Reflexiona: “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” Lucas 11:13 

Ora: Dios Santo y Majestuoso, dame el Espíritu Santo. Amén.

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